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La otra cara de la Conferencia sobre Inversión Palestina

«Están vendiendo lo que queda de Palestina»

Fuentes: juliensalingue.over-blog

Traducido por Caty R.

La «Palestine Investment Conference (PIC)» comenzó el 21 de mayo. En este artículo no pretendo analizar profundamente los objetivos de esa Conferencia, que no ha terminado cuando escribo, sino mostrar algunos síntomas del clima que reina en Belén desde hace unos días, revelador, según mi opinión, de los procesos que se están llevando a cabo en los territorios palestinos de Cisjordania.

«Esto no se había visto en Belén desde hacía años. Las calles están divididas en zonas por los soldados y otras fuerzas de seguridad. Se han establecido puestos de control por todas partes en la ciudad y los alrededores. Algunas áreas están vetadas para peatones y vehículos no autorizados. En los accesos de los campos de refugiados, decenas de hombres uniformados vigilan que no haya actividades sospechosas en marcha o en preparación. Las barreras con la señal de «policía» se colocaron, incluso, en la entrada principal del campo de al-Azzeh, situado cerca del hotel Intercontinental, uno de los lugares centrales de la Conferencia. Según las fuentes, se han desplegado de 2.500 a 3.000 policías, soldados y otros miembros de los servicios de seguridad.

Pero no se trata de una gran operación militar israelí. Los uniformes son todos, sin excepción, palestinos.

Palestine Investment Conference: un gran reto de Salam Fayyad

El estado de sitio comenzó el 20 de mayo, víspera de la apertura de la «Palestine Investment Conference». La PIC, promovida por los principales líderes del sector privado palestino y respaldada por el gobierno de Ramala, tiene el objetivo de convencer a los inversores extranjeros para que inviertan en los territorios palestinos. La Conferencia reúne en Belén, del 21 al 23 de mayo, a cerca de 1.000 dirigentes o representantes de grupos privados, de los que la mitad vienen del extranjero: países árabes, por supuesto, y también Europa, Estados Unidos e… Israel. Según los organizadores, el total de los proyectos que deberían formalizarse durante la PIC ascendería a 2.000 millones de dólares (total revisado al alza desde principios de mayo, que se hablaba de 1.500 millones).

Por lo tanto, el desafío es considerable. La asistencia de Tony Blair, Bernard Kouchner y delegados del presidente Bush, así como la presencia de Salam Fayyad y de Abu Mazen, están aquí para confirmarlo; y también para no olvidar que el alcance del la PIC no es únicamente económico, sino también político. Estados Unidos impuso a Fayyad en el cargo de Primer Ministro, que sólo consiguió un 2% de los votos en las legislativas de 2006, tras la destitución del gobierno mayoritario de Hamás. Fayyad, ex alto funcionario del Banco Mundial y el FMI, prometió que su gobierno conseguiría reactivar la economía palestina en crisis. La poca credibilidad que tiene entre la población palestina se basa exclusivamente en esta promesa: la creación de empleo y riqueza.

Los proveedores de fondos están dispuestos a apoyarle con una condición: el desarme de la resistencia y el restablecimiento de la tranquilidad en los territorios palestinos. Es lo que está en marcha desde hace casi un año con el refuerzo de los servicios de seguridad, la multiplicación de las detenciones de los militantes y simpatizantes de Hamás, de la Yihad o incluso de las brigadas de al-Aqsa, sin embargo procedentes de Fatah, y las amplias «operaciones de restablecimiento del orden» emprendidas desde hace varios meses en Nablús y desde hace diez días en Yenín. El principal supervisor de esta política es, ni más ni menos, que Tony Blair, el emisario del Cuarteto, que desde hace varios meses repite sin descanso que las dos prioridades del gobierno palestino deben ser hacer progresos en términos de seguridad y la liberalización de la economía.

«Esta conferencia tiene el objetivo de normalizar la ocupación»

Para el acólito Fayyad, el éxito y el buen desarrollo de la PIC son la demostración de que no traicionará la confianza que le otorgaron los países occidentales. Así, la Autoridad Palestina no ha regateado los medios para garantizar la «seguridad» de sus prestigiosos invitados. Porque a pesar de las apariencias y las promesas de los organizadores, no hay unanimidad en la población palestina con respecto a la PIC. Aunque los principales grupos del sector privado se alegran ante las perspectivas de inversiones procedentes del extranjero y algunos, entre la población, confían sinceramente en que la conferencia beneficiará a los palestinos más pobres, la mayoría de las personas con quienes hablé durante los últimos días, especialmente en los campos de refugiados de Belén, manifestaron su escepticismo e incluso, muy a menudo, una franca hostilidad hacia la iniciativa.

Las críticas se engloban en tres tipos:

«No veremos el color de ese dinero»

Para muchos palestinos, conscientes de la amplitud del sistema de corrupción establecido durante los años de Arafat (y que actualmente persiste), si realmente llegan miles de millones de dólares, no se utilizarán para el bienestar del conjunto de la población, sino que se desviarán en provecho de algunos, principalmente los dirigentes económicos y políticos. Nadie se cree que las motivaciones de los inversores asistentes a la Conferencia sean filantrópicas. Para un habitante de Aida no hay duda: «Si están aquí, es que pueden ganar dinero. En realidad ellos (los organizadores de la Conferencia) están vendiendo lo que queda de Palestina».

«Están intentando comprarnos»

Este difundido sentimiento entre la población palestina no es nuevo, pero se expresa de forma muy pronunciada cuando se menciona la Conferencia. Para ellos el planteamiento está claro: si los habitantes de los territorios palestinos quieren salir de la miseria económica en la que se encuentran, a cambio deberán renunciar a la lucha para conseguir sus derechos. De alguna manera se trata de un programa de «silencio por alimentos».

«La Conferencia tiene el objetivo de normalizar la ocupación»

La acusación de «normalización» está omnipresente. La presencia de negociantes israelíes, la consigna de la Conferencia «You can do Business In Palestine» (Usted puede hacer negocio en Palestina) y el mensaje machacón de los organizadores «el problema de los palestinos es esencialmente de carácter económico», son otras tantas señales de que se relega a un segundo plano la cuestión de la ocupación israelí. En este sentido la normalizan, puesto que no la presentan como un obstáculo o una situación que hay que suprimir antes de cualquier otra mejora sustancial de la situación de los palestinos. Ahora bien, el fin de la ocupación sigue siendo su principal reivindicación política, junto con el derecho de retorno. Como resumió un habitante del campo de al-Azzeh, «no es con dinero como nos libraremos de los puestos de control, derribaremos el muro o volveremos a entrar en nuestras tierras».

El desfase entre lo que se oye en la calle y las críticas de los «oficiales» es obvio. Aparte de una tímida declaración expresada por dos parlamentarios (Mustafa Barghouthi y Khalida Jarrar, del FPLP) y por algunas ONG y asociaciones, especialmente el «Palestinian Non-Governmental Organizations Network» (PNGO), se han oído pocas protestas. Se pueden dar tres explicaciones principales para este silencio: la debilidad del movimiento sindical independiente y de la izquierda política; la adhesión de las corrientes islámicas, en el plano económico, a la agenda neoliberal; y sobre todo las fuertes presiones que se ejercieron sobre cualquiera que hubiera podido manifestar la intención de perturbar el buen desarrollo de la PIC.

«Desde hace una semana tengo la impresión de haber vuelto al Túnez de Ben Ali»

El dispositivo militar policial que se ha establecido progresivamente en los días que precedieron a la Conferencia desempeñó, obviamente, un papel disuasorio. Anteriormente he tenido la ocasión de participar en citas del movimiento altermundista y me sorprendió encontrar en Belén el clima que pude conocer en diciembre de 2000 en Niza, durante una cumbre de la Unión Europea, o en Génova en julio de 2001, durante un G8 de siniestra memoria. 3.000 hombres armados en una ciudad de menos de 30.000 habitantes no pasan inadvertidos. Inevitablemente, tampoco son más discretos los individuos que circulan en 4×4 con cristales ahumados, que prodigan a los responsables de las fuerzas palestinas de seguridad consejos en un inglés con acentos del otro lado del Atlántico, del otro lado del Canal o del otro lado del muro.

Pero el trabajo había comenzado antes de la llegada del grueso de los batallones de las fuerzas de seguridad, y se hizo principalmente en tres aspectos: neutralización, disuasión y cooptación.

Las detenciones se multiplicaron durante las últimas semanas. Desde hace diez días, más de 100 miembros y simpatizantes de Hamás, la Yihad y el FPLP han sido «neutralizados» en la zona de Belén. Los objetivos fueron los miembros de las facciones islámicas, ya que el gobierno temía una operación armada destinada a perturbar la Conferencia por razones más políticas (debilitar a la Autoridad Palestina) que económicas. Los miembros del FPLP, por su parte, están detenidos, ya que a Fayyad y sus hombres les preocupaba que la principal organización de izquierda de Belén, establecida especialmente en los campos, intentara sacar a la luz la oposición a la celebración de la Conferencia.

Otros tuvieron más suerte y no los detuvieron, sólo los «disuadieron» de intentar cualquier cosa. Así, un responsable de un centro cultural del campo de Dheisheh recibió la visita de miembros de la Seguridad Preventiva (nunca un nombre fue tan apropiado) que le aconsejaron «tranquilidad durante la Conferencia» e incluso le advirtieron de que estaría vigilado constantemente, hecho que ha podido comprobar durante los días siguientes. A un joven empleado del hotel Intercontinental, miembro del FPLP, también lo visito la SP y le advirtió contra cualquier intento «de crear disturbios» entre en personal del hotel. El joven, obviamente, no se mostró suficientemente dispuesto a cooperar puesto que al día siguiente recibió, como cinco colegas suyos, una llamada telefónica de la dirección del Hotel para comunicarle que estaba despedido hasta nuevo aviso.

Finalmente, la Autoridad Palestina intentó, con más o menos éxito, comprar la cooperación, e incluso la salida de ciertos jóvenes de la zona autónoma de Belén, especialmente los de los campos de refugiados. Así, varios centenares de chicos de 18 a 25 años, la mayoría miembros o próximos a Fatah, recibieron una propuesta de empleo remunerada con 100 dólares por 3 días (una oferta muy tentadora teniendo en cuenta que el salario medio es de unos 300 dólares mensuales), para ser «voluntarios» encargados de asegurar que la Conferencia se celebre perfectamente. La mayoría, personas sin ningún recurso, aceptaron. Y obviamente no pueden hacer nada para perturbar el buen desarrollo del evento. Con los más jóvenes, la Autoridad fue todavía más lejos. Así, a los responsables de un centro cultural del campo de al-Azzeh les ofrecieron la posibilidad de llevar a todos los jóvenes del campo de vacaciones a Jericó, con todos los gastos pagados, durante los tres días de la Conferencia. Rechazaron la oferta inmediatamente.

Por lo tanto se ha hecho todo lo posible para que nada eche a perder el evento, pero, ¿a qué precio? Para muchos habitantes de Belén, especialmente en los campos, la Conferencia significa un estado de sitio. Para muchos jóvenes y militantes significa una presión de una intensidad inusual por parte de los servicios de seguridad. Además nadie puede ignorar el clima de asfixia que reina en toda la ciudad desde hace varios días. La mayoría de las personas con quienes hablé adoptaron una actitud de desconfianza que nunca vi con anterioridad en los territorios palestinos: constaté que al acercarme a ellos bajaban la voz o dejaban de hablar de repente…

«Han puesto gente por todas partes para controlar que nadie los critique». Esta afirmación, imposible de comprobar, que he oído en múltiples ocasiones durante las conversaciones de estos últimos días, sin embargo revela el estado de ánimo que reina entre muchos palestinos de la zona de Belén. Por eso me comprometí en las entrevistas a no dar los nombres de las personas que cito en el artículo. Entonces uno de ellos que vivió en Túnez, fue todavía más lejos: «Desde hace una semana tengo la impresión de haber regresado al Túnez de Ben Ali»

Decididamente las prioridades y los métodos del gobierno Mazen-Fayyad dan motivos de preocupación a la mayoría de los habitantes de los territorios palestinos. Muchos de ellos se preguntan, por otra parte, sobre este súbito y masivo despliegue de fuerzas de seguridad. Como dijo un habitante de Dheisheh, la cuestión es aún más directa: «Pero, ¿dónde están todos éstos cuando los israelíes entran en la ciudad para detener o asesinar a los resistentes? ¿A quién protegen? ¿A nosotros o a Israel?».

Original en francés: http://juliensalingue.over-blog.com/article-19809222.html

Julien Salingue es doctor en Ciencias Políticas, profesor en la Universidad París 8 y director de cine. También es miembro de la Liga Comunista Revolucionaria francesa y militante del movimiento de solidaridad con Palestina. Como cineasta ha dirigido la película «Palestine, vivre libre ou mourir» y ha codirigido «Samidoun».

Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.