La ruta del barco «Estelle» la he seguido desde sus inicios. Mi relación con Manolo Espinar activista de «Rumbo a Gaza» y con la documentalista y activista catalana Laura Arau, -miembro de la tripulación de este sueño junto a otros dos ciudadanos españoles-, me dieron la oportunidad de estar -desde la distancia- cerca de su […]
La ruta del barco «Estelle» la he seguido desde sus inicios. Mi relación con Manolo Espinar activista de «Rumbo a Gaza» y con la documentalista y activista catalana Laura Arau, -miembro de la tripulación de este sueño junto a otros dos ciudadanos españoles-, me dieron la oportunidad de estar -desde la distancia- cerca de su trayectoria.
Mi admiración por Laura responde a su compromiso y su filmografía con el pueblo palestino. Por su implicación por las secuelas e historia de la invasión del gobierno terrorista de George W. Bush y sus aliados contra el pueblo Iraquí; o las justas reivindicaciones de los mineros del carbón en el Estado Español, en la que ella ha hecho crónica fílmica.
Los que seguimos esta singular acción solidaria sabíamos o intuíamos el final de este sueño. Las declaraciones amenazantes y arrogantes del gobierno del Primer Ministro Israelí Benjamín Netanyahu, sobre la obstrucción de la ruta de esta embarcación fueron claras.
Tras conocerse la noticia hoy de la ocupación del velero «Estelle» por parte del ejercito Israelí, Netanyahu hizo unas declaraciones sobre estos grandes internacionalista permeadas de cinismo y falsedad histórica: «Incluso la gente que iba en el barco sabe que no hay ninguna crisis humanitaria en Gaza. Su único objetivo era crear una provocación y manchar el nombre de Israel».
La solidaridad y el compromiso con el pueblo palestino eran las razones de su partida. Asistimos como espectadores a la III edición de la «Flotilla de la Libertad». Truncada, solitaria y sin el beneplácito de los gobiernos europeos, región de donde provienen los tripulantes de esta embarcación.
«Estelle» llevaba en su «barriga» materiales que -simbólicamente-, contribuirían a palear la injusta e inhumana vida de los palestinos. Las hordas del ejecito israelí no cesan de masacrar, humillar y aniquilar al gran pueblo de Yasser Arafat. Ellos son ejemplo de resistencia y dignidad ante el mundo.
Tradición, historia y compromiso es lo que caracteriza al movimiento español de solidaridad con esta gran causa. Pero no es suficiente. Palestina sigue siendo una nación ocupada por el régimen genocida israelí. La usurpación -metro a metro-, por parte de Israel de tierra palestina en contra de las resoluciones de las desprestigiada Naciones Unidas son hechos más que palabras. La primera declaración de la ONU sobre este dilatado conflicto data del 29 noviembre de 1947.
Es hora de que el pueblo español y todos los pueblos del mundo hagan causa común por la dignidad de estos hombres y mujeres. Es hora de sumarnos a este movimiento de solidaridad que nace desde los más nobles propósitos que engrandecen al ser humano.
La tarea es grande. El gobierno israelí, con el beneplácito de los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos y la complicidad de la -también desprestigiada- Unión Europea, han hecho historia para la repulsa y la condena.
Han sido parte e impulso de una cronología sembrada de terror, de masacres y torturas. El ejército israelí ha robado, han violado y han humillado a todo un pueblo. Millones de dólares y euros en armamentos han sido vendidos al gobierno israelí por parte del gobierno Yanqui y la «Premio Nobel de la Paz» Unión Europea.
La causa a favor del pueblo palestino es un acto de amor. Como dijera en su antológico tema «Óleo de una mujer con sombrero» el trovador cubano Silvio Rodríguez:
La cobardía es asunto
de los hombres, no de los amantes.
Los amores cobardes no llegan
a amores ni a historias, se quedan allí.
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