Era mayo de 1948 en Palestina. El Estado de Israel estaba a punto de crearse. El movimiento sionista lo había impulsado desde las décadas de 1880 y 1890 a través del colonialismo de asentamiento. Entre sus máximas, se encontraba establecer un Estado denominado «judío» en el máximo territorio posible con el mínimo de población no […]
Era mayo de 1948 en Palestina. El Estado de Israel estaba a punto de crearse. El movimiento sionista lo había impulsado desde las décadas de 1880 y 1890 a través del colonialismo de asentamiento. Entre sus máximas, se encontraba establecer un Estado denominado «judío» en el máximo territorio posible con el mínimo de población no judía. Pero Palestina, que por entonces formaba parte del Sultanato Otomano, era un territorio dinámico y diverso. Aproximadamente, un 85-86% de su población era musulmana, un 11% cristiana y un 2-4% judía. ¿Cómo conseguir que este histórico territorio, como pretendía el movimiento sionista, se convirtiese en exclusiva o mayoritariamente judío? Entre otros líderes políticos sionistas y entre muchos otros momentos, Jaim Weizmann, que treinta años más tarde se convertiría en el primer presidente del Estado de Israel, proclamó hace 100 años, en 1919, que Palestina debía ser «tan judía como inglesa era Inglaterra».
El momento clave llegó en 1948. Antes de que se proclamase el Estado de Israel el 14 de mayo de aquel año, la limpieza étnica de Palestina que estaban llevando a cabo las tropas sionistas desde meses atrás ya había supuesto la expulsión de entre 250.000 y 300.000 personas no judías. A finales de 1948, el número alcanzó alrededor de 750.000 palestinas y palestinos. Según las últimas investigaciones, en 1948 las fuerzas sionistas-israelíes destruyeron 615 localidades palestinas. Entre ellas, Deir Yassin, una aldea al noroeste de Jerusalén. Allí, el 9 de abril de 1948, miembros de las organizaciones paramilitares sionistas Irgún y Lehi cometieron una masacre que acabó con la vida de entre 93 y 254 personas. En Deir Yassin también se registraron mutilaciones y violaciones de mujeres palestinas, a algunas de las cuales, embarazadas, se les rajó el vientre. Con posterioridad, y paradójicamente, el Museo del Holocausto de Jerusalén, Yad Vashem, se construyó sobre parte de las tierras de Deir Yassin. En definitiva, 1948 fue el año de la Nakba («catástrofe» o «desastre» en árabe) para el pueblo palestino, un annus horribilis. Para el movimiento sionista, 1948 fue un annus mirabilis en el que se realizó un sueño asociado a la justicia absoluta y a la pureza moral.
El próximo 18 de mayo se celebra la final de Eurovisión en Tel Aviv. Esta ciudad, capital del Estado de Israel según el derecho internacional, fue fundada por colonos sionistas en 1909. Se emplazó inmediatamente al norte de Jaffa, una ciudad palestina habitada, según diversas investigaciones, desde el octavo y el quinto milenio a. C. Hasta 1948, Jaffa era la ciudad más poblada de Palestina y su capital cultural. Se trataba de un lugar donde se encontraban las sedes de asociaciones de mujeres palestinas, cines (como el famoso Alhambra), clubes deportivos, imprentas, periódicos como Falastin o sociedades culturales. También era un centro turístico, contaba con diversas industrias y era el núcleo del comercio de cítricos, que concentraba la mayor parte del valor de las exportaciones de Palestina. Incluso la vía del tren se introducía dentro del mar para facilitar el comercio. Pero según el relato mayoritario sionista, Palestina era un «país de desolación, sílices y cenizas», una «tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra». En el caso de la población de Jaffa, su expulsión llegó hace 71 años, entre el 13 y el 14 de mayo de 1948. Unas 50.000 personas experimentaron allí la limpieza étnica solo por ser palestinas.
Al norte de Jaffa-Tel Aviv, en el Centro Internacional de Convenciones Expo Tel Aviv, tendrá lugar la gala de la final de Eurovisión. Este lugar está situado sobre las ruinas de la antigua localidad palestina de Al-Shaykh Muwannis, desalojada durante la Nakba tras las amenazas, los secuestros y los intentos de matar de hambre a la población nativa por parte de paramilitares sionistas. Más del 90% de las casas palestinas originales de Al-Shaykh Muwannis, en cuyo emplazamiento se celebra la final de Eurovisión 2019, han sido destruidas desde entonces hasta hoy. Incluso un cementerio palestino se ha visto afectado por las excavadoras. Una parte de la Universidad de Tel Aviv se encuentra sobre las tierras de este antiguo pueblo palestino borrado del mapa durante la Nakba.
Pero la Nakba no solo es un acontecimiento del pasado. La Nakba es un «presente eterno». El pasado fin de semana entre el 3 y el 5 de mayo de 2019, el ejército israelí acabó con la vida de 31 personas palestinas en la Franja de Gaza, incluyendo a un bebé de 14 meses (Saba Abu Arar) y a su madre embarazada (Falastin Abu Arar), a otro bebé de 4 meses (Maria Ahmad Ramadan al-Ghazali) y a un niño de 12 años (Abdul Rahman al-Jadyan). Desde el año 2000, las fuerzas y colonos israelíes han asesinado a más de 2.000 niñas y niños palestinos. Israel ha sido condenado oficialmente por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en más ocasiones que ningún otro Estado del mundo. En marzo de 2017, un informe de un organismo de la ONU declaró que Israel es un Estado de apartheid y que el BDS es una herramienta legítima para que se cumpla con el derecho internacional en Palestina-Israel. Cabe recordar que, según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, el apartheid es un crimen de lesa humanidad. Como recuerdan más de un centenar de artistas de Palestina, más de 100 organizaciones LGBTQIA+ de todo el mundo (incluyendo del Estado español), más de 25 artistas israelíes, grupos BDS de distintos continentes o festivales de música, Eurovisión 2019 está perfectamente planificado por las autoridades israelíes para intentar limpiar la cara, blanquear la imagen y ocultar crímenes a través del «artwashing» y del «pinkwashing». Este año, Eurovisión es, precisamente, «La Venda» que el Estado de Israel intenta colocar al resto del mundo. Una venda ante la Nakba que no se acaba. Una venda ante las ruinas del pasado y del presente.
Todavía hay más vínculos entre la Nakba y los lugares de Eurovisión 2019. Muy cerca de la antigua Ciudad Vieja de Jaffa, en parte reducida a escombros en 1936 por la alianza sionista-británica para acabar con la Gran insurrección palestina de por aquel entonces, se halla estas semanas «Eurovision Village». Es una zona lúdica y de actuaciones del festival a orillas del Mediterráneo. Se ubica en el parque Charles Clore, que a su vez se construyó sobre las ruinas del antiguo barrio palestino de Manshiya, perteneciente a Jaffa. Manshiya, más próximo a Tel Aviv, fue ocupado por las tropas sionistas el 28 de abril de 1948 y separado de Jaffa. Gran parte de las personas palestinas autóctonas de este barrio fueron expulsadas a lo que actualmente es Jordania, mientras que otras fueron desplazadas por mar a la Franja de Gaza y Egipto. Nunca pudieron volver a sus casas originarias, como las más de 8 millones de personas palestinas refugiadas en la actualidad debido a que el Estado de Israel les ha negado y les niega el derecho al retorno reconocido por la Resolución 194 de la Asamblea General de la ONU.
En el parque Charles Clore de Jaffa-Tel Aviv, donde se ha instalado «Eurovision Village», se encuentra un edificio de cristal que acoge un museo. Se trata del museo de la organización paramilitar sionista Irgún, la misma que participó en la matanza de Deir Yassin anteriormente indicada. El 2 de diciembre de 1948, The New York Times publicó una carta firmada por personalidades judías como Hannah Arendt, Albert Einstein o el rabino Jessurun Cardozo que calificaba al Irgún como una organización «terrorista». Nunca debe olvidarse que ni el Irgún, ni el sionismo ni el Estado de Israel representaron ni representan al judaísmo ni a las personas judías. Tampoco debe dejar de recordarse nunca que gran parte de la flor y nata del mundo artístico, científico, intelectual y revolucionario de entre finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, del que formaban parte Arendt y Einstein, estaba representado por personas judías o de origen judío. Precisamente, numerosos grupos y numerosas personas judías, incluyendo víctimas del Holocausto, entonan el «no en mi nombre» y reclaman en la actualidad el boicot (BDS) al Estado de Israel. Pero para finalizar, volviendo a Eurovisión 2019, es curioso que el museo del Irgún en el parque del «Eurovision Village» está edificado sobre las ruinas actualmente visibles de una casa palestina. De este modo, solo una venda impediría ver que (al igual que el propio Estado de Israel) este año Eurovisión está sobre las ruinas de Palestina.
Jorge Ramos Tolosa, Profesor de Historia Contemporánea de la Universitat de València y especialista en Palestina-Israel.
Fuente original: https://blogs.publico.es/dominiopublico/28623/eurovision-sobre-las-ruinas-de-palestina/?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=web