Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
El libro The Privatization of Israeli Security, de Shir Hever, es un estudio sobre el surgimiento de compañías privadas de seguridad militar en Israel en la década de 1990, compañías que siguen operando y ampliándose en la actualidad. Esa tendencia tiene implicaciones para el futuro de la ocupación israelí de Cisjordania y Gaza y para el movimiento a favor de l B oicot, D esinversión y S anciones (BDS).
Hever, investigador económico y autor de The Political Economy of Israel’s Occupation (2010), se basa en el trabajo del politólogo israelí Neve Gordon, en particular en su libro Israel’s Occupation (2008), y en el análisis más reciente del complejo militar-industrial de Israel del antropólogo Jeff Halper en su libro War Against People (2015). Sin embargo, a diferencia de estos estudios, Hever se centra particularmente en la privatización.
Entre 1994 y 2006, se vendieron a inversionistas privados cinco grandes industrias militares propiedad del gobierno israelí. Durante ese mismo período, los estrategas del gobierno estaban desarrollando el concepto de «núcleo frente a periferia», por el que concebían que el gobierno conservaría la propiedad de las funciones centrales para el ejército, mientras externalizaba las responsabilidades consideradas periféricas, como son las propias de la ocupación de Cisjordania y Gaza.
Hever reconoce que su conclusión más controvertida es que el liderazgo político de Israel subcontrató la ocupación, que había sido una función central del ejército israelí, a la Autoridad Palestina (AP) después de los A cuerdos de Oslo de 1993, aunque r econoce las dificultades de caracterizar a la AP como empresa privada. Además, señala que el ejército israelí se opuso al principio a subcontratar la ocupación a la A P y ha intentado rutinariamente desacreditarla como aliad a de la seguridad de Israel.
Fuerzas interpuestas
Hever sostiene que la creación del Ejército del Sur de Líbano (ESL) en 1979, poco después de la invasión israelí de esa zona en 1978 y la subsiguiente ocupación del S ur del Líbano, sentó las bases para la decisión posterior de «externalizar la ocupación» en Palestina. El ESL era una fuerza interpuesta por Israel, diseñada para que pareciera que la población libanesa apoyaba la ocupación israelí, que entrenó en secreto, armó y pagó a soldados y oficiales de l ESL.
Aunque Hever señala que el ESL no era oficialmente una compañía, sí era una especie de empresa privada de la seguridad militar, ya que la mayoría de los soldados del ESL de menor rango «estaban motivados por la oportunidad de empleo y menos por la ideología».
El ESL allanó el camino para la segunda etapa de externalización de la seguridad de Israel, representada por la creación de la AP como parte de los A cuerdos de Oslo y una autorización otorgando a la AP el limitado papel de mantener la seguridad en algunas de las ciudades más grandes de Cisjordania.
Hever reconoce diferencias sustanciales entre el ESL y la AP, en particular porque el ESL carecía de legitimidad dentro del Líbano. Israel no financió a la AP. Tampoco entrenó a las fuerzas de seguridad palestinas, por lo cual, la AP ha podido gozar de cierta legitimidad entre los palestinos.
Sin embargo, al carecer la AP de soberanía, se convirtió inevitablemente en una herramienta de la ocupación israelí. Hever sostiene que este era el objetivo original de los líderes políticos israelíes.
El ejército israelí se resintió, no obstante, por esta decisión política y se resistió a entregar su autoridad sobre algunas ciudades de Cisjordania. Lamentablemente, Hever no aporta ninguna documentación sobre dicha afirmación, aparte de citar un estudio realizado por Kobi Michael en Militarism and Israeli Society (2010).
Amenazado por la subcontratación, escribe Hever, el ejército israelí «utilizó su autoridad profesional y su capacidad para generar informes de inteligencia para atacar la legitimidad de la AP ante los ojos del gobierno israelí, presionando a este para que autorizara el uso de armas letales contra las fuerzas de la AP».
Como consecuencia, la AP «no estuvo completamente sometida a los intereses israelíes y siguió políticas que entraban directamente en conflicto con esos intereses», escribe Hever, citando los ejemplos de cuando la AP buscó el reconocimiento como Estado por parte de las Naciones Unidas y su decisión, en 2009, de apoyar el boicot a los productos de los asentamientos israelíes.
Sin embargo, Hever argumenta que la AP realiza aún funciones de seguridad para Israel en Cisjordania. Y como carece de soberanía y responsabilidad ante el pueblo palestino, ha terminado desempeñando un papel de subcontratista.
En ocasiones este papel ha sido muy patente , como cuando los presos políticos liberados por Israel terminaron como presos políticos en poder de la AP , lo que hizo que muchos palestinos consideraran que la organización ofrecía «servicios de encarcelamiento al gobierno de la ocupación israelí».
Ocupación israelí-estadounidense
En su capítulo sobre la «externalización de la ocupación», Hever demuestra que el ejemplo más obvio de privatización de la ocupación se produjo cuando Israel contrató a empresas privadas para que actuaran en los puntos de control de la «zona de separación», las áreas adyacentes a los asentamientos ilegales de Israel o al límite del armisticio de 1949 conocido como Línea Verde.
Aunque los puestos de control en Jerusalén continúan bajo control de la Policía Fronteriza de Israel y los puestos de control temporales -también conocidos como «puestos de control volantes»- siguen bajo el control del ejército, la mayoría de los puntos de control de la zona de separación están privatizados.
La razón de esta privatización, sostiene Hever, es proteger al gobierno israelí de las críticas por las violaciones de derechos humanos cometidas en esos puestos de control privatizados. Sin embargo, no documenta este argumento con ejemplos.
Si el motivo de Israel era evadir responsabilidades, no ha logrado ese objetivo. Muchos de los asesinatos más notorios de palestinos en los puestos de control, difundidos por observadores de los derechos humanos, fueron perpetrados por soldados y la Policía de Fronteras.
Los activistas del BDS se beneficiarán enormemente de la información ofrecida en el capítulo «Dimensiones globales de la privatización de la seguridad en Israel», al incluir estudios de casos detallados sobre los servicios de seguridad privatizados ofrecidos a Israel por G4S y HP, ambas empresas boicoteadas por el movimiento.
Además, Hever muestra cómo el aumento de la ayuda militar estadounidense a Israel ha servido de incentivo para la privatización.
La tendencia a la privatización dentro de los propios Estados Unidos, que se hizo manifiestamente evidente durante sus invasiones a Afganistán e Iraq, ha influido también en los líderes israelíes.
Al igual que EE. UU., donde las figuras militares y de inteligencia se retiran de los empleos del gobierno y pasan después a ocupar puestos lucrativos en compañías de seguridad, la creación de tales firmas ha ayudado a enriquecer a los altos mandos militares israelíes que «han comenzado a abandonar en grandes cantidades las organizaciones de seguridad estatales para pasarse a las empresas de seguridad privada», según Hever.
La investigación de Hever apunta a la necesidad de más campañas del BDS dirigidas a los facilitadores de la ocupación y a la financiación procedente de EE. UU. que tanto está enriqueciendo a muchos en la que de hecho es la ocupación conjunta de Palestina por Estados Unidos e Israel. Para los activistas que rastrean la aparición de corporaciones que se benefician de la ocupación, el libro de Hever es un recurso valioso.
Rod Such es exeditor de las enciclopedias World Book y Encarta. Vive en Portland, Oregón, y participa activamente en la campaña de «Portland Libre de la Ocupación«.
Fuente: https://electronicintifada.net/content/outsourcing-occupation/26111
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.