A medida que la carnicería del ejército israelí en Gaza aumenta y que, pese al bloqueo informativo, las noticias sobre las masacres de civiles y las fotos de niños asesinados van apareciendo en la prensa, asistimos a un esfuerzo cada vez más entregado de los adalides del sionismo para defender a Israel contra toda evidencia […]
A medida que la carnicería del ejército israelí en Gaza aumenta y que, pese al bloqueo informativo, las noticias sobre las masacres de civiles y las fotos de niños asesinados van apareciendo en la prensa, asistimos a un esfuerzo cada vez más entregado de los adalides del sionismo para defender a Israel contra toda evidencia razonable.
Los argumentos son, sin embargo, endebles, como siempre ocurre cuando se intenta justificar aquello que carece de razón usando unos mínimos principios de justicia. El primer argumento con el que suelen comenzar la justificación de la barbarie homicida de Israel es diciendo que Israel es una democracia, a diferencia de sus vecinos árabes. Extraño argumento, que parece conceder a las democracias el derecho a arrasar a los países limítrofes. En todo caso, el hecho de que Israel sea una democracia es un argumento en contra de todo los israelíes, porque la masacre de Gaza no es responsabilidad de un caudillo o una junta militar, sino de un gobierno elegido por el pueblo que además apoya su locura militar. También se obvia la represión que los servicios secretos de la «democracia» israelí están llevando a cabo sobre los que protestan por el ataque a Gaza [1], o de la falta de derechos de los ciudadanos árabes isrealíes [2]. El hecho de que esta democracia eligiera jefe de gobierno a Ariel Sharon, al cual la comisión Kahan atribuyera responsabilidad personal en la matanza de los campos de refugiados de Sabra y Chatila [3][4], tampoco se suele citar con frecuencia. Curioso es también que cuando se usa este argumento se obvia el hecho de que Hamás ganó las elecciones en Palestina con una abrumadora mayoría del 65% de los votos. Parece que las democracias sólo lo son cuando los pueblos oprimidos eligen a los representantes que el poder imperial desea. El hecho de que el gobierno de Israel haya detenido desde 1967 a más de 700.00 palestinos, un 20% del total de la población, tampoco parece afectar a su legitimidad como representante de los «valores democráticos» en Oriente Medio. Tampoco lo es que la gran mayoría de los actualmente 11.000 palestinos en prisión hayan sido detenidos por motivos políticos, como participar en una manifestación aunque esta sea totalmente pacífica, o que haya casi 500 «detenidos administrativos» sin cargo alguno.
El segundo argumento es justificar la invasión israelí acusando a Hamás de haber roto la tregua. Esto es, simplemente, falso, Hamás ha respetado durante seis meses la tregua, sin lanzar cohetes Qasan, excepto en contadísimas ocasiones, y siempre ante ataques previos israelíes. Durante la tregua, sin embargo, Israel no ha respetado su compromiso de levantar progresivamente el bloqueo a Gaza [5]. Además, fue Israel el que rompió de forma efectiva la tregua reanudando su campaña de asesinatos.
Cuando este argumento no resulta muy convincente, se recurre al lanzamiento de proyectiles Qasan por parte de Hamás como justificación de cualquier acción de Israel, por criminal que sea. Aquí se suele eliminar la referencia a que estos proyectiles son de fabricación casera, tienen un alcance de sólo unas decenas de kilómetros y excasa capacidad destructiva. Incluso en algunos casos se usa la denominación misiles; aunque se sabe que se está mintiendo, esto contribuye a hacer creer al lector u oyente que la capacidad destructiva de los Qasan es muy superior a la que realmente tienen. Para hacernos una idea de la amenaza que suponen los Qasan para Israel, la ONG The Israeli Project calcula que 23 israelíes han muerto entre principios de 2001 y el verano de 2008 a causa de los proyectiles palestinos, usando los datos oficiales del Ministerio de Defensa de Israel. En el mismo periodo casi 4.000 palestinos murieron a manos de Israel, 850 de ellos niños. Sólo en esta última ofensiva, más de 100 niños han sido asesinados por las bombas israelíes.
Pero sin duda, cuando el trabajo de los apologetas del sionismo se vuelve más arduo es cuando se trata de justificar las masacres de civiles, especialmente niños, que son constantes en los ataques de Israel sobre Palestina. El argumento aquí es especialmente repugnante a la razón. Se justifican las masacres de civiles acusando al agredido de ellas. Así, si se bombardea un hospital, la universidad o una escuela, es porque Hamás ha escondido armas en cualquier lugar donde caigan las bombas. Da lo mismo que nunca se hallen armas en esos lugares, si Israel dice que las hay, las hay. De la misma forma se acusa a Hamás de parapetarse detrás de los civiles para justificar las carnicerías. El argumento se convierte así en imbatible, porque Israel ha bloqueado el acceso a Gaza para no permitir verificar la verdad de ello. Se vuelve al mismo razonamiento de la armas de destrucción masiva de Iraq, si aparecen es que las hay, y si no aparecen es que también las hay, pero no se han encontrado.
Sin embargo, aunque aún no se pueda verificar esta mentira en Gaza, sí se puede verificar su veracidad en una conflicto anterior. Cuando Israel perpetró una masacre similar en Líbano en 2006 acusó igualmente a Hezbolá de parapetarse detrás de los civiles. ¿Qué había de verdad en ello? La organización Human Rights Watch (HRW) realizó un informe dedicado a las dos primera semanas del ataque a Líbano [6]. Este informe afirma que en estas dos primeras semanas 500 personas murieron, la abrumadora mayoría civiles. Además, en decenas de ataques la aviación israelí bombardeó zonas sin objetivos militares aparentes, de la misma forma se afirma que «Israel atacó tanto vehículos individuales como convoyes enteros de civiles que huían haciendo caso a los avisos de Israel de abandonar sus hogares». En estos ataques no murió ni un solo miliciano de Hezbolá ni se destruyó arma alguna. En muchas otras ocasiones el ejercitó israelí atacó deliberadamente civiles. Se afirma además que en contra de lo dicho por Israel, no se encontró ni un sólo caso en el cual Hezbolá usara civiles como escudos para protegerse de los ataques del ejército de Israel. El informe de HRW también confirma el uso por parte de Israel de armamento de alta dispersión, como las bombas de racimo, que es especialmente letal para los civiles y además tiene una baja precisión. Jan Egeland, jefe humanitario de Naciones Unidas, confirma en el informe de HRW que Israel lanzó más de 1 millón de bombas de racimo en las últimas 72 horas del ataque, cuando se sabía que un alto al fuego era inminente. Este nivel de uso de estas bombas fue reconocido como de una escala desconocida hasta la fecha por Naciones Unidas. El mismo gobierno israelí admitió el uso de bombas de fósforo [7], prohibidas por las leyes de la guerra según el Comité Internacional de la Cruz Roja. ¿Por qué entonces creer a Israel cuando afirma que trata de proteger a los civiles en Gaza o que Hamás se esconde en las escuelas, cuando no se presenta ni el asomo de una prueba y los mismos argumentos ya se han demostrado falaces en el pasado?
Pero, si las mentiras previas de Israel sobre este tema no son suficientes para desacreditarlo, también tenemos más casos que incluso para los que justifican a Israel son difíciles de explicar. Hoy mismo, Israel ha asesinado al menos a 40 personas después de bombardear dos escuelas donde se protegían cientos de civiles [8]. Según la Oficina de Información de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) en Jerusalén «las escuelas estaban claramente identificadas como edificios de Naciones Unidas», y su ubicación exacta, al igual que las de todas las instalaciones de la ONU en Gaza, había sido facilitada con anterioridad al Ejército israelí. De hecho el portavoz de UNRWA, Christopher Gunnes, calificó el hecho de «una clara violación humanitaria y de la legislación internacional» [9]. Carla Fibla, corresponsal de Cadena Ser en Gaza, afirma que Isreal bombardea civiles de forma intencionada y que «la gente abandonaba sus casas aterrada por las llamadas de los militares israelíes, que les daban 15 minutos antes de destruirlas. La sinrazón de Israel no tiene límites» [10].
Y al final, cuando todos estos argumentos fallan, se recurre a la batalla de las palabras. Se le asigna el mismo peso en la balanza a las declaraciones y a las bombas. Siempre se suele comenzar justificando las masacres porque Hamás no reconoce el derecho de Israel a existir. De nuevo el doble rasero, nadie exige a Israel reconocer el derecho de los palestinos a un estado, ni reconocer que tienen que retirarse de los territorios ocupados o el derecho al retorno de los expulsados de sus tierras. A pesar de que estos derechos han sido reconocidos a Palestina por resoluciones de Naciones Unidas aprobadas por aplastantes mayorías. Se da un paso más, usando declaraciones de líderes radicales para justificar las muertes de palestino. Si un líder de Hamás amenaza a Isreal la amenaza vale lo mismo que los cadáveres de niños desmembrados. Aquí la hipocresía es aún mayor. Primero porque muchas de las declaraciones atribuidas a los líderes de Hamás no proceden de una fuente verificable ni fiable, pero es que además se obvian las declaraciones israelíes, muchas de ellas más radicales que cualquiera que se atribuya a lídes palestinos.
Así, parece normal que Tzipi Livni, ministra de Asuntos Exteriores de Israel diga que la situación humanitaria de Gaza, dónde los médicos operan sin anestesia, no hay medicinas, ni luz, ni agua potable, ni comida, es «como debe ser» [11]. En marzo, Matan Vilnai, viceministro de Defensa amenazó a Gaza con una «holocausto» [12]. Imaginense lo que ocurriría si alguno de los enemigos de Israel amenazara con un holocausto, ¿cuántas más muertes se justificarían por ello? Tampoco se suele citar la frecuencia con la cual la prensa de Israel se refiere a los palestinos usando términos como «gusanos», «cucarachas» o «animales». De igual manera, Benny Morris puede justificar la destrucción nuclear de Irán por parte de Israel en las páginas del New York Times [13] sin que eso suponga ningún problema para los adalides de los «valores occidentales» que representa Israel. Y finalmente se recurre al extremismo islámico, obviando el poder del extremismo judío en Israel [14][15], y sin aportar más pruebas que una declaración general del radicalismo fundamentalista de cualquiera que se oponga a la ocupación de Palestina.
En el fondo de todo esto está el racismo. Los argumentos se construyen para justificar cualquier masacre israelí, porque no se concede el mismo valor a las vidas de los europeos, americanos e israelíes, que a las vidas de los palestinos. ¿Qué ocurriría si el gobierno español hubiera bombardeado una ciudad del País Vasco porque en ella se hubieran refugiado un grupo de terroristas de ETA? ¿Se imaginan a alguno de los que justifica a Israel mientras contempla las fotos de los cadáveres de niños destrozados afirmando que los muertos tras bombardear el ejército español Azpeitia por tener una alcaldesa de ANV que no condena el terrorismo eran culpa de ETA? Ese es el fondo, para esa gente deleznable los palestinos muertos no son lo mismo que sus muertos, ellos pertenecen a una raza superior, con derechos y poder, los palestinos son sólo carne de cañón.
[1] http://www.haaretz.com/hasen/
[2] http://www.diagonalperiodico.
[3] http://www.independent.co.uk/
[4] http://news.bbc.co.uk/
[6] http://www.hrw.org/en/reports/
[7] http://www.haaretz.com/hasen/
[8] http://www.publico.es/
[9] http://www.publico.es/
[11] http://www.publico.es/
[12] http://www.timesonline.co.uk/
[15] http://www.publico.es/
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