Una nueva caravana de coches llegaba ayer por la mañana a Jerusalén. Eran los familiares de los soldados caídos durante la guerra en el Líbano. Viajaron a esta ciudad para unirse a los miles de soldados reservistas que exigen una investigación judicial de la actuación del Gobierno israelí y la dimisión del primer ministro, Ehud […]
Una nueva caravana de coches llegaba ayer por la mañana a Jerusalén. Eran los familiares de los soldados caídos durante la guerra en el Líbano. Viajaron a esta ciudad para unirse a los miles de soldados reservistas que exigen una investigación judicial de la actuación del Gobierno israelí y la dimisión del primer ministro, Ehud Olmert, por los fallos cometidos durante los enfrentamientos con la milicia Hizbulá.
Juntos emprendieron ayer una marcha que comenzó en la tumba del sargento Rafael Moskal, muerto recientemente en el Líbano, y finalizó como lugar simbólico en la de la ex primera ministra Golda Meir, en el Monte Herzl de Jerusalén. En todo momento los manifestantes exigieron la dimisión de Olmert como lo hizo en el pasado Meir tras la guerra del Yom Kippur en octubre de 1973.
Meir es considerada por los manifestantes como un ejemplo de un dirigente israelí que asumió sus responsabilidades y dimitió tras los fallos de las autoridades militares y de su Gobierno.
«Hemos sido heridos por Hizbulá y el Gobierno no ha hecho nada. Si no sabes como dirigir el país tienes que irte», eran algunas de las frases que se escuchaban durante la marcha.
También se óia: «Los soldados combatieron como héroes y lo volverían hacer. Olmert tiene que dimitir o sino tendremos que denunciarle». Durante la marcha los padres de Moskal amenazaron a Olmert con una huelga de hambre delante de su despacho si no dimite en un plazo de cuatro días. Otros manifestantes exigían una investigación independiente sobre el comportamiento del Gobierno, de su ministro de Defensa, Amir Peretz, y del jefe de las Fuerzas Armadas, el general Dan Halutz. Poco importan ya las visitas de Olmert a las ciudades del Norte de Israel en las que promete grandes sumas de dinero para la reconstrucción de las zonas afectadas por el lanzamiento de cohetes katiusha por parte de Hizbulá.
Seísmo político
La opinión pública israelí no perdona. Según revela un sondeo publicado por el periódico israelí Yediot Aharonot, cerca de dos tercios de la población exige la dimisión de Olmert por como ha dirigido la guerra del Líbano.
El diario, que califica el resultado de «seísmo» político, confirma que el 63% de los encuestados desean la dimisión de Olmert, mientras que el 74% exigen la del ministro de Defensa, el laborista Peretz, y más de la mitad de la población reclama la dimisión de Halutz.
Olmert, que a diferencia de la gran mayoría de sus antecesores, y al igual que Peretz, no tiene un gran pasado militar, atraviesa ahora una gran crisis de confianza de la población tras la guerra contra el partido de Dios.
Si se celebrasen ahora las elecciones en Israel, según las encuestas, el primer ministro israelí perdería los comicios por un alto margen y ganaría el antiguo primer ministro y actual dirigente del Likud, Benyamin Netanyahu, que no pudo impedir la derrota de la derecha israelí en las elecciones legislativas del pasado mes de marzo. La encuesta confirma la gravedad de la crisis política que ha surgido en Israel tras la guerra contra la milicia libanesa.
Tras el alto al fuego, que entró en vigor el pasado 14 de agosto, una parte importante de la población israelí estima que la intervención contra la milicia libanesa ha sido un fracaso.Los dos soldados israelíes capturados el pasado 12 de julio no han sido liberados y Hizbulá no ha podido ser desmantelado.
Y mientras, Olmert, en medio de crecientes protestas populares, tan sólo ha podido prometer que el próximo domingo, cuando comienza la semana laboral en Israel, y tras la reunión semanal del Consejo de Ministros, anunciará el tipo de investigación que se llevará a cabo.