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Fascismo/nazismo y bolsolinismo: ver con la razón

Fuentes: Rebelión

Fascismo, nazismo y el olvido de trascender ¿Cuál es la diferencia entre el fascismo y el nazismo? La primera diferencia es: el fascismo es reactivo, resentido y está ligado al pasado y, por eso, también es romántico: claro, no en el sentido amoroso/revolucionario del término. El fascismo es romántico porque proviene de una mistificación del […]

Fascismo, nazismo y el olvido de trascender

¿Cuál es la diferencia entre el fascismo y el nazismo? La primera diferencia es: el fascismo es reactivo, resentido y está ligado al pasado y, por eso, también es romántico: claro, no en el sentido amoroso/revolucionario del término. El fascismo es romántico porque proviene de una mistificación del pasado imperial, que ya no domina en el hoy. Por eso el fascismo tuvo su epicentro en Italia, porque fue (y es) un movimiento que intentó retomar y actualizar, en el presente de la primera mitad del siglo XX, la Italia del Imperio Romano. Y por ello es reactivo/resentido y a la vez romántico: reactivo, porque se trata, literalmente, de reacción y no de acción; resentido, porque sabe, de ahí el grado de su violencia, que esa reacción no puede, de hecho, ser una acción; y romántico, porque está ligado al pasado, en el sentido bélico del término: al pasado de las victorias de la Roma Imperial, romantizando ese pasado.

¿Y el nazismo? El nazismo no es reactivo ni resentido: su inenarrable violencia proviene del sentimiento de superioridad genética y civilizacional. El nazismo es en esencia racista y no es romántico, porque no romantiza el pasado, sino el futuro. El futuro de la dominación de una raza sobre las demás: bueno, eso dicho con sentido retroactivo, es decir, desde el nazismo de entonces, porque, en realidad, solo hay una raza, la Humanidad, el resto son grupos étnicos y poblaciones biológicas. El nazismo es el futurismo técnico/científico del delirio de la superioridad étnica: la que, desde luego, no hay. Aunque, a la vez, haya unos «iguales» más que otros, como dice el chiste polaco o (p)olombiano o argentino. O brasileño.

¿Pero, el futurismo no nació en Italia? Sí, pero el futurismo de Marinetti fue en realidad un movimiento artístico fascista, porque su combate al arte del pasado y al propio pasado en cuanto tal, a nombre de las nuevas técnicas bélicas, fue en lo fundamental una reacción romántica (y aquí con un tinte negativo: no la positiva del arte romántico/revolucionario, de un Beethoven, un Bolívar, un Che), que respondió a los imperativos de intentar conjurar el atraso industrial de Roma, sin dejar de desear el regreso del imperio romano. Por lo tanto, fue nazi/incapaz, de apuntar al futuro de un dominio étnico, como pasó con el nazismo.

¿Y el (des)gobierno Bolsonaro? El desgobierno Bolsonaro es fascista al cubo, porque es reactivo, porque no actúa por sí mismo más que al servi(l)cio del imperialismo yanqui; es fascista en tanto resentido, por usar una romantización del Brasil colonial y negrero; y, finalmente, es fascista porque es un intento de reanudación nazi de la supuesta superioridad racista de los primeros colonos brasileños: por eso dice Bolsolini que «Cada vez más el indio es un ser humano como los blancos». (1) Pero, no es fascista, porque está ligado al pasado y no al futuro: aunque, bueno, en tanto hoy intenta hacer funcionar una república, bajo dominio gringo, desde cualquier lugar del Brasil, imitando a Mussolini (1883-1945) con los alemanes, puede por lo menos sostenerse que no está, en la práctica, para nada lejos del fascismo, porque es el sistema que más les conviene a los gringos y para nada al Brasil.

Es por eso que el entonces fascista secretario de Cultura, Roberto Alvim, del desgobierno Bolsonaro fue destituido. Y lo fue, porque no tanto deseó una cultura nazista para el Brasil, sino nacionalista, y los que, en realidad, lo destituyeron fueron los actuales herederos del nazismo, es decir, su IV Reich: el imperialismo yanqui. Y lo hizo porque para el imperialismo, el nazismo no es bueno para Brasil, mucho menos el nacionalismo (no peyorativo) que los gringos siempre asimilan a comunismo/socialismo o marxismo, como en los casos de Patrice Lumumba o Thomas Sankara. Lo que le sirve es el fascismo. ¿Por qué?

Con esta pregunta surge una definición de fascismo: El fascismo es carnada de piraña del imperialismo, es el lumpen nacional del imperialismo y también, por lo tanto, del nazismo. Si el lumpen se define como el obrero que, no teniendo conciencia de clase, es utilizado para sabotear al trabajador organizado, que tiene conciencia de clase, el fascismo realiza idéntico movimiento, con un interés económico/racista, pero a escala nacional. Hoy, internacional.

Así, el fascismo es un nacionalismo que, en realidad, no tiene conciencia de la lucha que lleva a la soberanía nacional y por eso combate, a nombre del imperialismo, la independencia política/económica del país: para el caso, el Brasil de Bolsonaro. Alimentado, como en el caso de la Polombia (por la P de paramilitar o Fosa Común) del subpte. hijo putativo del Mesías, con el fuego religioso/fundamentalista e ignorante y fanático de los evangélicos y neopentecostales que ahora atizan la caldera de las votaciones preñadas de fraude legalizado ilegal, de elecciones manipuladas por la Registraduría o por el Consejo Nacional Electoral.

Y, ¿qué es lo que específicamente combate el nazismo? Ahora, si el fascismo es el lumpen de la lucha de clases por la soberanía nacional, con respecto al imperialismo, el nazismo, a su vez, es el lumpen no de la soberanía nacional, sino del comunismo, porque el comunismo es el futuro de la clase obrera, una vez con el poder real en las manos, cuando dicha clase obrera haga historia por sí misma, destronando a los dueños de los medios de producción. El nazismo es, pues, una forma de lumpen, pero difiere del fascismo porque es el futuro de una sociedad de clases que realmente combate. Ahí reside su relación con la superioridad genética, ese delirio racista, porque la mejor forma de combatir el fin de la sociedad de clases, esto es, la mejor forma de combatir el comunismo, es alegando que no hay clases sociales, sino una raza superior y una raza inferior. Pero, no hay ninguna de las dos: hay una sola, la Humanidad. La que de por sí se reconoce en la diversidad, en la diferencia, en la tolerancia. Virtudes invisibles para el Sistema-(in)Mundo en que la sifilización (Darcy Ribeiro) nada hoy en las aguas cenagosas del nihilismo y de la vanidad, de la belleza y de la juventud, de la ligereza y de la moda, en fin, de la insoportable levedad del ser que juega al dejar hacer, dejar pasar y ya, entre el Alzheimer deliberado y la amnesia impuesta, se olvidó de trascender.

Juego, romanticismo, futurismo y desarrollo industrial de Italia

Aquí, tres asuntos: 1. En su ensayo Totalitarismo «fuzzy» y fascismo eterno, en el que ‘fuzzy’ en lógica designa conjuntos laxos, de contornos difusos e imprecisos/confusos, y en el que Fascismo Primitivo y Eterno es igual a Ur-fascismo, Umberto Eco (1932-2016) señala que el futurismo, de Marinetti, debió considerarse un ejemplo de Entartete Kunst o Arte Degenerado para el nazismo, como lo fue, el jazz (= expresionismo/cubismo/surrealismo), ante todo porque provenía de negros, una minoría de siervos, humillados, excluidos. Para él, los primeros futuristas italianos eran nacionalistas; alentaban por motivos estéticos el ingreso de Italia en la I GM; exaltaban vértigo, violencia, riesgo, aspectos que resultaron afines al culto fascista de la juventud. Cuando el fascismo se identifica con el Imperio Romano y redescubre las tradiciones rurales, Marinetti, en modo de castigo retroactivo, es designado miembro de la Academia de Italia, la que «trataba el claro de luna con el mayor respeto». (2)

Lo que se alude porque para Marinetti un carro, u otra cosa, era más bello/sublime que La Victoria de Samocracia -idea que recoge Cronenberg en el filme Crash (1996), basado en la novela de Ballard (1973) para hablar del vacío flechazo de la tecnología, la incomunicación surgida del gusto por lo material, la pérdida/carencia de sentido vital/existencial, los elementos ortopédicos como excitadores sexuales; la fascinación por carros y heridas corporales: el cuerpo como cicatriz- y, de modo resuelto, quería matar al claro de luna. En un trecho de su texto, Eco, antiguo miembro de la Juventud Fascista, como Grass lo fue de la hitlerista, resume el problema del futurismo al recordar que muchos guerrilleros y futuros intelectuales hicieron su carrera en los Grupos Universitarios Fascistas (GUF), que se creían la cuna de la nueva cultura fascista y en el que las neoideas fluían sin ningún control ideológico real, no por tolerancia del Partido, sino porque pocos de ellos tenían la polenta intelectual para dominarlos. También deja claro que durante esas dos décadas el Hermetismo fue reactivo a la pompa del régimen y los poetas fueron libres para instalarse en su urna de cristal. Los herméticos se oponían radicalmente al culto fascista del optimismo/heroísmo. El régimen soportaba la disensión, que la sociedad no percibía, por no entender tan críptico argot. Eso no significa que el fascismo practicara la tolerancia. Así, Eco indica que Gramsci fue a la cárcel hasta morir. Matteotti y los hermanos Roselli, asesinados, la prensa libre anulada, los sindicatos suprimidos, los disidentes enviados a islas remotas, el legislativo como fábula, jueces y medios promulgando nuevas leyes (como hoy vía USA): entre ellas, la de defensa de la «raza», eufemismo por «apoyo formal italiano al Holocausto.» (1998: 223)

Eco: «No, la imagen incoherente que acabo de describir no se debía para nada a la tolerancia: era un ejemplo de desarticulación política e ideológica. Mejor dicho, se trataba de una desarticulación ordenada, de una confusión estructurada». Y señala que, desde la filosofía, el fascismo era dislocado, pero desde la emoción encajaba perfecto «en ciertos arquetipos». Los mismos que hoy adornan la parafernalia machista/sexista/racista de Bolsolini. Ya ex Bolsonazi si se considera lo que advierte Eco sobre el nazismo, en tanto «pagano, politeísta y anticristiano», sin lo cual no hay nazismo: «Con el fascismo pasa lo contrario, se puede jugar a él de mil maneras sin cambiar jamás el nombre del juego. La noción de fascismo conoce lo que, según Wittgenstein, es la noción de juego.» (1998: 223) No el de Huizinga. Y advierte que el juego puede o no ser una disputa; implicar a una o varias personas; requerir una virtud singular o ninguna; apostar o no dinero: «Los juegos son una serie de actividades diversas que testimonian [solo] un cierto aire de familia.» Como la de Bolsolini y sus hijos.

2. El romanticismo, en tanto movimiento revolucionario, no limitado ni de fuga de la historia. Así como para Marx, la lucha de clases es el motor de la historia, asimismo, de acuerdo con Saúl Yurkievich: «Para Lezama Lima la imago es el motor de la historia». Y, a su vez, la figura central, fuerza animista y cohesiva, que llevará la imposible infinitud espacial aún posible de creación: el paisaje. Aquel espacio, histórico, en tanto cultura, temporalizado por la imago. Para Lezama, lo que crea cultura es el paisaje. Y aquí, cabe decir, el hombre es el paisaje, la geografía es el hombre, porque sin este no hay uno ni otra posibles ni por nombrar. En La expresión americana (1959), Cap. III, El romanticismo y el hecho americano, ofrece una visión sobre el movimiento (del que se dice idealista, fuga de la Historia, cuerpo como verdad, etc.) con base en la figura del Rebelde Romántico, el que podría ser, también, Revolucionario Romántico. Cuando se refiere a tres grandes hombres: Fray Servando Teresa de Mier, Simón Rodríguez y Francisco de Miranda, en todos ellos ve la que estima «la gran tradición romántica del siglo XIX, la del calabozo, la ausencia, la imagen y la muerte». Es decir, la del encuentro con la realidad, así como con la Historia y la del cuerpo como lucha.

El primero, dominico mexicano, sostenía que el culto guadalupano era prehispánico, igual que el cristianismo (Quetzalcóatl, para los aztecas), así que nada había que agradecerle a España: actitud que le valió cárcel y un largo destierro en Europa, desde donde luchó por la independencia de su país. El segundo, maestro del libertador Simón Bolívar -creador de la utopía de la Gran Colombia, constructor de puentes y no de odios (aun con su carga por los crímenes del mestizo Agualongo y de los pardos, por mulatos, Piar y Padilla [3]), a diferencia de Santander (el Pastrana de la época: traidor)- a quien acompañó en la Campaña Libertadora y cuya figura reivindicó para siempre. El tercero, rebelde venezolano que participó en la liberación de EEUU, Revolución Francesa y lucha de su país y fue, además, coronel del ejército ruso. Aunque ninguno aparezca en la historia oficial, aun con su papel en la independencia, en los tres es común el destino: cárcel, olvido, muerte. Tales señales, esa «presencia imposible», que exalta Lezama, alcanza para éste su cénit en la imago/figura de José Martí, síntesis del trío citado, lo que lo hace el Rebelde Romántico, el Revolucionario Romántico par excelence, aunque a su turno encarne proscripción, privación, frustración y, en parte, fracaso. Aun así, como decía el indio Philip Deere, nadie fracasa si no se traiciona.

Yurkievich, en su ensayo La expresión americana o la fabulación autóctona, sintetiza: «Para Lezama Lima, la expresión americana principia con el descubrimiento del paisaje, pero tal descubrimiento implica ya visión configurante, figuración que reclama, condiciona y conforma una expresión específica: inherencia que la expresión americana va a transformar en trascendencia. El paisaje comanda desde su lejanía que la extensión sea temporalizada, humanizada, historificada: el paisaje infunde el deseo de su incorporación expresiva.» (4) […] «A la teoría pesimista de las constantes artísticas, del eterno y reiterativo retorno, de la imposibilidad de superar la pretérita edad de oro, la plenitud del comienzo, el modelo instaurador (presunción que provoca ese complejo inhibitorio del americano, el de la impotencia para concebir formas plenas, modelos originales, formulaciones resueltas), Lezama […] responde con optimismo: […] que no existen en épocas distintas estilos iguales, que las semejanzas no son asimilables al remedo servil; […] que América, cuando empieza a mermar su dependencia con respecto a los centros metropolitanos, se desembaraza de lo escenográfico europeo, de lo áulico de cartón pintado, para avanzar por su propia naturaleza hasta apropiarse de un paisaje que posibilita el pasaje de lo natural a la gracia sobrenatural: o sea, a la expresión creativa, a la expresión americana. A semejanza de su obra de creación imaginaria, Lezama […] concibe a América como voracidad sincrética, como un gran estómago capaz de asimilar manjares de cualquier origen, todo lo que incite su apetito; América digesta, apta para participar en el festín de todas las culturas, la de la digestión universal, metamorfósica, dotada de la máxima potencia fruitiva y asimilativa.»

Si, señor, la América completa (no el país/hemisferio de los gringos) que todo lo traga aunque no sin antes mascarlo y pasarlo por los cuatro estómagos de la vaca autóctona, dando la señal de la que hace rato es capaz de producir su propio metabolismo cultural y su autonomía alimentaria: la que no le teme a la diferencia de productos, la que tolera la variedad y ya no acepta el ninguneo en lo que tenga que ver con esa potencia de asimilación/fruición, hasta lograr la extinción de la escenografía europeizante y así el renacer de la expresión americana.

Con todos estos hechos americanos tiene que ver el romanticismo, no en tanto idealismo o utopía del vacío, sino en cuanto rebeldía/revolución románticas, sin miedo aquí al género o al identitarismo (multiculturalismo o la equívoca «corrección política», reacción racista-sexista que en vez de cambiar el poder de la clase dominante modifica color y género) (5), ese ánimo perverso/tanático de homologar todo, de reducir al pensamiento único, lo único a prohibir, y con la estúpida pretensión de acabar el pensamiento complejo/diverso. Aunque, como diría Monterroso: «Las cosas no son tan simples». En efecto, si de romanticismo, en tanto amor y, más allá, de amor por la Humanidad, se trata, no podría olvidarse al Che, quien usaba el argumento como autoridad y no la autoridad como argumento, al sostener: «Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario [y el rebelde] verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor.» (6) Para que por fin nazca una patria de hombres, si no Nuevos, más limpios, menos turbios. En todo caso, siempre románticos, siempre rebeldes, en tanto revolucionarios, sin límites ni prejuicios y al encuentro de/con la Historia.

3. Desarrollo industrial de Italia y paso de la fusión capital bancario/capital industrial al capital financiero (6*), relacionado con el mundo de la siderurgia. El (concreto) fantasma alemán siempre estuvo detrás de la industria tana. Así, la creación de la Banca Commerciale Italiana, mostró desde 1894 la línea dominante del desarrollo industrial de tal periodo: en efecto, al fusionarse el capital bancario con el industrial y surgir el financiero (como lo diría Lenin, después de Hilferding), tal desarrollo se hizo palpable, ante todo, en la siderurgia. La producción anual de hierro/acero, fue así de 300 mil toneladas en 1900 a un millón en 1913; la energía empleada en la siderurgia se elevó de 35 mil HP, en 1900, a 180 mil HP, en 1913; la mano de obra pasó de 15 mil obreros, a comienzos de siglo, a 35 mil, en 1913. (7)

El atraso industrial de Roma tiene que ver, en buena parte, con aquello sobre lo que insistía Gramsci: la ausencia de una revolución agraria; y, por ende, sobre el carácter dualista/dividido de la sociedad italiana: un Sur agrario, pobre y atrasado, víctima del pillaje de un Norte industrial (8), capitalista/»imperialista» y conquistador, como diría Enrico Corradini, quien ya a comienzos del siglo XX «demostraba» la «necesidad vital» de la colonización (1976: 29). Colonización luego evidente en diversos países de África.

Para Gramsci, entonces, la solución revolucionaria a los problemas italianos, recuerda Robert Paris en Los orígenes del fascismo, debe darse en la alianza del proletariado industrial del Norte y el campesinado pobre del Sur: posición que ya había desarrollado, por lo demás, un «reformista consecuente» como Salvemini (1976: 17). Lo que entrañaba olvidar, como demostró después Rosario Romeo (9), que esta ausencia de revolución agraria fue una de las claves, quizás la más importante, de la acumulación de capital en Italia. Según constata Rosa Luxemburg, el capital se acumula y reproduce destruyendo las formas de producción arcaicas: para el caso, la economía agrícola. Lo que, de hecho, favorece a la gran industria.

La presencia de una pequeña propiedad rural en Italia, según Paris, habría constituido un serio obstáculo para dicha acumulación, para dicha transformación. Por contraste, la gran propiedad, con sus nexos de producción ‘semifeudales’, las favorece sin temor a equivocarse. Factor decisivo del proceso fue la venta de 700 mil Has del clero, al sur de Italia, después de 1866. Mientras se fortalecía la gran propiedad, el capital que hubiera podido invertirse en la naciente industria napolitana se usó para adquirir tierras. La «alianza» que Salvemini y Gramsci creyeron descubrir entre industriales del Norte y terratenientes del Sur, no era otra cosa que la expresión política de un vínculo estructural más profundo y, todo hay que decirlo, de una estructura unitaria en la que la gran propiedad meridional apenas constituiría un momento (clave) del desarrollo del capital. Aquí las voces ‘conquista, pillaje’ e incluso ‘colonización’ eran, en efecto, menos pertinentes que la de imperialismo. (1976: 18)

Fascismo, aporte nacionalista e imperialismo

En tal sentido, Salvemini no se pifió en su libro Las lecciones de Harvard: «Si el fascismo presenta una doctrina coherente, lo debe al hecho de los fascistas han adoptado otra vez el conjunto de la doctrina nacionalista.» (1976: 29) El ingreso de los nacionalistas en el Partido Nacional Fascista (26/feb/1923) y la fusión ‘camisas negras’/’camisas azules’ (con estos, llamados a desaparecer), no hizo más que sancionar de modo formal una identidad objetiva, la de un tal «nacional-fascismo», al que aludía el historiador Luigi Salvatorelli (1886-1974), codirector de La Stampa (Turín), en panfleto de la época (1921). Los nacionalistas aportaron al fascismo, cuenta Paris, este «cuerpo de doctrina» a falta del cual, según Mussolini, el movimiento se hubiera visto obligado «a morir o, peor aún, a suicidarse». (1976: 29)

Fascismo, nacionalismo y futurismo fueron igualmente productos de la era contemporánea, de la sociedad industrial y, más preciso, del gran capital: tal vez, a excepción del futurismo. El nacionalismo italiano, que nació con el siglo, no tuvo grandes lazos con el que ilustraron Petrarca o Dante, el Cap. 26 de El Príncipe (10) o los canti de Leopardi pues, por lo contrario, tomó acta de un hecho nacional ya logrado. El «irredentismo», por «no liberado», movimiento político posterior a 1870 que reivindicaba para el Reino de Italia las tierras «no rescatadas» del Imperio Austrohúngaro, Dalmacia, Istria, Trentino y, más tarde, todo territorio que se considerara italiano, contra lo que se piensa no fue propio del nacionalismo, que más bien soñó otros objetivos: desde su origen, fue imperialista. Al final de uno de sus libros iniciales, Enrico Corradini escribió: «Dentro de veinte años toda Italia será imperialista.»

Sueño que el fascismo hizo realidad. Prefiguración del fascismo según algunos, Pelloux, general y hombre fuerte, debía aparecer, con Crispi, entre los antecesores de Mussolini, señala Paris (1976: 22). Si Pelloux no se enfrenta a la oposición de demócratas y socialistas, a los que se hizo no sin abuso responsables del levantamiento de Milán (Mayo/1898), Italia habría tenido un régimen férreo, una suerte de fascismo avant la lettre. Pero, el capital no era, entonces, lo bastante potente para imponer su ley ni derrotar la iniciativa popular. Y tal como Engels, por lo demás, se lo aconsejaba a Turati, el movimiento obrero, aún consciente de su debilidad y frente al peligro, se limitó a unirse a la burguesía democrática. (1976: 22)

Los EEUU nazifascistas y sus colonias Fosa Común y New Star

EEUU no solo es nazista, también fascista, aunque no tenga pasado (mucho menos, uno honorable) ni su futuro, a estas alturas, sea tan alentador como, en apariencia, lo fue en la década de 1970 con su American Way of Life, hoy of Death, en especial para los pueblos explotados/oprimidos del mundo. Como Colombia y Brasil, colonias incondicionales gringas y cohonestadoras de la corrupción por el narcotráfico, el sistema Lawfare (guerra judicial) y los mass media, ahora rebautizados como Fosa Común y Nueva Estrella en la bandera yanqui.

De ahí que al «presidente» de Polombia, por la P de paramilitar, ya nadie lo reconozca sino como subpresidente y se dé el lujo de recibir en «visita oficial» al pillo White Dog, antes Guaidó, lo que, además, es lógico, porque, ¿qué mandatario con alguna dignidad vendría?; de ahí, también, que a Bolsonaro le dijeran al principio Bolsonazi y ahora, dado que está más cerca del fascismo, que de la herencia de Goebbels/Hitler y Carl Schmidt, después de que hace tiempo fuera bautizado en el Jordán por la maquinaria genocida sionista/gringa, hoy se le tiene que rebautizar como Bolsolini, en (anti)homenaje al caudillo que fuera colgado por guerrilleros/partisanos, junto a su amante Clara Petacci, cuando a espaldas del pueblo intentaba establecer una república, bajo dominio alemán, en el norte de la otrora imperialista Italia. El 27/abr/1945, el Duce, disfrazado de soldado alemán, fue capturado cerca de la frontera con Suiza, en Dongo, cuando con la Petacci trataban de huir de su país; al ser reconocidos por los partisanos, cayeron prisioneros y fueron ajusticiados al día siguiente, en Giulino di Mezzegra: se expusieron sus cadáveres, cabeza abajo, y los de varios jerarcas del fascismo en la Plaza Loreto, de Milán: una especie de revancha con los nazifascistas que ocho meses antes, en el mismo lugar, habían colgado los cuerpos de 15 partisanos asesinados.

Esto, quiere decir que aunque nazismo y fascismo se diferencien en relación con aspectos ya citados, de todas maneras el fascismo de Mussolini nunca estuvo lejos del nazismo de Hitler, así como ahora el fascismo de Bolsonaro/Bolsonazi/Bolsolini (11), es incondicional del IV Reich, EEUU, con respecto al cambio climático, a la quema de indios y de selva, a la alianza entre JBS y Cargill para el control mundial del monocultivo de soya y del mercado cárnico, al nexo Lawfare/medios masivos, en fin, a un (falso) nacionalismo, por entreguismo, que no tiene conciencia de la lucha que lleva a la soberanía nacional. Y, por ello, a nombre del imperialismo yanqui, combate la independencia política/económica de esa Nueva Estrella On the Flag of the USA, en una proyección del fango en que se hunde el país que, en épocas de Dilma Rousseff y de Luíz I. Lula, llegó al octavo lugar del PIB mundial y le quitó el hambre con alimentos y educación a 40 millones de brasileños, gracias a diversos programas sociales.

Lo que, hoy, con Bolsolini ya no va más pues sus senderos se trifurcan en fascismo, nazismo y bolsolinismo y ya no se trata de jardín ni selva, sino de país quemado, en un triple sentido: quemado por arrasado por el fuego; quemado en sentido figurado por fundido; y quemado por estar a punto de hacer parte de los estados subsumidos por el imperio yanqui. De Colombia, por fortuna, no hay mucho que hablar: hace rato es colonia gringa y por eso cada vez se entiende menos, ¡¿por qué un país con nueve bases militares produce/distribuye el 70% de la cocaína que del modo más olímpico posible va y viene por el planeta?! (12)

En medio de la caótica/corrupta situación binacional, ahora, de un lado, la subvice Martuchis sostiene: «No hay evidencia científica ni estadística de que Colombia sea el país más corrupto». Pero, la gente responde rápido: «No hay evidencia científica de que haya vida inteligente en el Palacio de Nar(qu)iño.», También, que «Colombia en realidad quedó de cuarta, pero pagó por el primer puesto». Lugar que ahora, cómo no, le disputa el Brasil de Bolsolini. Y el nuevo Fotocopiador, bueno, Registrador, el de la pompa y circunstancia: «La nueva cédula mejorará la calidad de vida de los colombianos.» No podrá negarse que en (P)olombia, ahora llamada Fosa Común, es donde más y peores émulos le salen al trío fascismo/nazismo/bolsolinismo. De otro lado, para terminar, por algo será que Lula compara al Brasil de Bolsolini con la Alemania nazi, una vez Trumpinho comunicó la salida del secretario de Cultura Roberto Alvim por «bocón». Así en la foto no aparezca Berlusconi sino Goebbels como el modelo de Bolsonazi/Bolsolini, hay que ver las cosas con la razón y no con el deseo. (13) Al mismo tiempo, el líder del Partido de los Trabajadores es muito generoso e muito tolerante e muito justo: olvidó traerle a colación a su partenaire el Duce Mussolini.

Notas y referencias:

(1) https://www.perfil.com/noticias/internacional/bolsonaro-fue-repudiado-por-una-frase-racista-cada-vez-mas-el-indio-es-un-ser-humano-como-los-blancos.phtml

(2) Revista Ensayo y error No 4, abril de 1998. Bogotá, 356 pp.: Totalitarismo «fuzzy» y fascismo eterno: 214 a 231. Ensayo originalmente aparecido en el Magazine Littéraire, abril de 1996, No 342, pp. 149 a 160. Traducido del francés por Óscar Espinosa Restrepo.

(3) A Piar y Padilla alude Manuel Zapata Olivella, en su crítica histórica a Bolívar, en su novela Changó, el gran putas (1983), Biblioteca de Literatura Afrocolombiana, Tomo III, Bogotá, 667 pp. Cuarta Parte (de 5), Cap. II: José Prudencio Padilla: Guerras ajenas que parecen nuestras: 323 a 374.

(4) YURKIEVICH, Saúl. La expresión americana o la fabulación autóctona. En: Revista Iberoamericana, Vol. LXVIII, Número 200, Jul/Sept 2002: 815 a 821. PDF: 7 pp.: 1.

(5) https://www.lahaine.org/est_espanol.php/el-identitarismo-el-capitalismo-y

(6) Descrito por Rudolf Hilferding (1877-1941), en su libro Das Finanzkapital, 1909, o El capital financiero, pionero en este campo y máxima figura del Partido Socialdemócrata Alemán.

(6*) PARIS, Robert. Los orígenes del fascismo. Península, Barcelona, PDF, 83 pp.: 22-23.

(7) Íbidem: 17.

(8) Risorgimento e capitalismo, Bari, 1959: en Robert París, 1976: 17-18.

(9) Maquiavelo, Nicolás. El príncipe. Panamericana Editorial, Bogotá, 131 pp.: Cap. 26, Exhortación para librar a Italia de los bárbaros: 119 a 123.

(10) https://www.brasil247.com/cultura/caetano-veloso-faz-alerta-internacional-contra-o-fascismo-de-bolsonaro?fbclid=IwAR1SYlBxG78X_XClYrgD-VkPvxmPnDev6a32HdpB63rsCDyXoj79xZi2dj8

(11) https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/impulsada-por-colombia-produccion-de-cocaina-marco-record-mundial-en-2017-articulo-867792

(12) https://www.youtube.com/watch?v=vDuMJ7YFCOo

https://www.elpais.com.co/judicial/colombia-produce-el-70-de-la-cocaina-del-mundo-alerta-la-onu.html

(13) https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=335532&SEO=lula-reitera-comparacion-del-brasil-de-bolsonaro-con-la-alemania-nazi

Luis Carlos Muñoz Sarmiento (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín de EE, desde 2012, y columnista, desde el 23/mar/2018. Corresponsal de revista Matérika, Costa Rica. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao Eds., 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Invitado por UFES, Vitória, Brasil, al III Congreso Int. Literatura y Revolución – El estatuto (contra)colonial de la Humanidad (29-30/oct/2019). Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en Rebelión.

Luis Eustáquio Soares (Rio Pomba, MG, Brasil, 1966) Pos doctorado en Literatura Comparada (UFMG), desde 2004 es profesor (Asociado II, hoy) de Teoría de la Literatura y Literaturas en Lengua Portuguesa, en la U. Federal de Espíritu Santo (UFES). Poeta, escritor, ensayista. Líder de los grupos de investigación Literatura, Industria Cultural y Lectoescritura Crítica y Literatura, Idea de Comunismo y Kynismo. Autor de José Lezama Lima: Anacronía, lepra, barroco y utopia (2008, Edufes); El evangelio según Satanás (2008, El perro y la rana), América Latina, Literatura y política (2012, Edufes); La sociedad de control integrado: Franz Kafka y Guimarães Rosa (2014, Edufes). En el primer semestre de 2020, aparecerá Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y Biopolítica (Edufes), coescrito con su amigo/colega colombiano Luis Carlos Muñoz Sarmiento. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.