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Fiesta de mercenarios en la residencia del embajador norteamericano en La Habana

Fuentes: Rebelión

Si alguién duda del sometimiento, servilismo y dependencia económica e ideológica de los llamados opositores cubanos, deben taparse la cara o mirar para otro lado. El periódico La Razón de España tituló la noticia: «LA DISIDENCIA CUBANA «VOTO» SIMBÓLICAMENTE POR EL CANDIDATO REPUBLICANO» y afirmó que si la Presidencia de Estados Unidos dependiera de la […]

Si alguién duda del sometimiento, servilismo y dependencia económica e ideológica de los llamados opositores cubanos, deben taparse la cara o mirar para otro lado.

El periódico La Razón de España tituló la noticia: «LA DISIDENCIA CUBANA «VOTO» SIMBÓLICAMENTE POR EL CANDIDATO REPUBLICANO» y afirmó que si la Presidencia de Estados Unidos dependiera de la disidencia cubana, George Bush repetíria, sin duda cuatro años más.

¿Qué pasó en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana?. Es decir en el nido de los mercenarios. El Jefe de esa Sección, James Cason, ofreció una recepción en su residencia para seguir paso a paso el resultado electoral en Estados Unidos y organizó una votación entre los asistentes, igualito como si fueran ciudadanos norteamericanos. En realidad, con algunas excepciones, no se equivocaba, ellos nacieron y viven en Cuba, pero piensan y actúan como Cason.

Entre canapé, bocadillos, comida, mucha comida y bebida, mucha bebida, los mercenarios eligieron a su candidato, estaban imbuidos del mismo ambiente electoral de Miami, luciendo mayoritariamente los emblemas de los republicanos. Es decir partidario de la guerra, las masacres, el despiadado bloqueo, la sepración de la familia cubana, las mentiras y las calumnias, muchas mentiras y muchas calumnias.

Según el despacho de prensa, Bush obtuvo el 83 por ciento de los votos de los 105 asistentes, frente al 16 por ciento de Kerry. El triunfo de Bush era previsible sólo de observar a los concurrentes. Cuando Cason dio el resultado los aplausos y los gritos inundaron el recinto, lo que aumentó a niveles de histeria colectiva cuando se hizo firme que había ganado Bush las elecciones.

Las papeletas para votar incluían otras preguntas relacionadas con Cuba y una de ellas interrogaba qué partidos políticos podrían existir en el futuro de Cuba. Es decir cuando se convirtiera en el estado 51 de la Unión.

De los asistentes 68 respondieron que el Partido Demócrata Cristiano, 66 por el Partido Liberal, otros, cuya cantidad no se específicó, por el Partido Conservador, Los Verdes, Los Ortodoxos, los Socialistas y Los Comunistas.

El anuncio de James Cason que 11 votaron por el Partido Comunista provocó la indignación de los presentes. Hubo abucheos y protestas.

Es decir que los que piden tolerancia no estaban dispuestos a otorgarla.

La publicitada veterana disidente, Marta Beatriz Roque, que según los despachos de la prensa reaccionaria española desde hace unos meses estaba moribunda, casi podrida en una cárcel cubana, gritó en medio de la recepción, con mucha energía que «Los Once votos del Partido Comunista eran los agentes de la Seguridad Cubana infiltrados en la fiesta, porque el voto era secreto y no había forma de que se delataran».

El desconcierto fue completo. En realidad no sé porque tanto asombro y escándalo, si todos en Cuba saben que la mayoría de los disidentes están en esas organizaciones por dinero y además que muchos de ellos trabajan para los Servicios de Inteligencia de Cuba.

Como comentario adicional quería decirles que si usted es amante a las matemáticas puede afirmar, sin temor a equivocarse, que en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana también hubo fraude electoral, porque de otra manera no se explica que de 105 electores, votaron 68 por un partido, 66 por otro, 11 por el Comunista y cifras no determinadas por Los Verdes, Ortodoxos y Socialistas.

Donde no hubo fraude fue en las posibilidades del Partido Popular de España, porque por ese, NO VOTO NADIE.

Si los asistentes a la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, llegaran por algunos minutos a tomar el poder, bajo las bombas de racimos, de uranio enriquecido, los escombros de la capital cubana, los restos humeantes de sus ciudades y pueblos y el asesinato en masa de la población, a los europeos no le tocaría nada del botín de esa gran orgía de muerte.

Si el sueño del Imperialismo Norteamericano de exterminar a la población cubana, volverse a adueñar de Cuba, hacer de La Habana la Constantinopla y de Nueva Orleans la Alejandria se hiciera realidad, el Estrecho de la Florida se convertiría en una especie de Canal de Panamá y los países europeos perdería la cada vez menor influencia en esta parte del mundo.

De la misma manera que España tuvo que acostumbrarse a perder sus colonias, tendría que adecuarse a ese imposible futuro. Alguién debe gritarle a los dirigentes del Partido Popular que ser anticubano es equivalente s ser antiespañol y antieuropeo.

Seguramente que si la Embajada de Estados Unidos en Madrid, realiza una recepción como la de James Cason en La Habana, entre los asistentes dando gritos histéricos de alegría estarían en primera fila José María Aznar, Loyola Palacio, Jorge Moragas y otros norteamericanos nacidos en España.

Mientras los mercenarios festejaban en La Habana con James Cason, la reelección de Bush, fuera de ese recinto el pueblo cubano se apresta a resistir cuatro años más de genocidio, bloqueo, barbarie y mentiras, muchas mentiras, confiado y seguro de sí mismo y de la solidaridad de sus hermanos latinoamericanos, europeos, africanos y asiáticos