El sionismo El sionismo es un proyecto colonial europeo que a diferencia del clásico colonialismo, éste no viene de un pueblo u etnia sino de un movimiento. Dicho movimiento se vale de su carta religiosa (valor común) para transformar esa identidad religiosa en una patria. Este movimiento toma forma en Europa producto de esa miseria: […]
El sionismo
El sionismo es un proyecto colonial europeo que a diferencia del clásico colonialismo, éste no viene de un pueblo u etnia sino de un movimiento. Dicho movimiento se vale de su carta religiosa (valor común) para transformar esa identidad religiosa en una patria. Este movimiento toma forma en Europa producto de esa miseria: odio interno-europeo, el europeo cristiano y el europeo judío (ambas doctrinas de ancestro árabe).
El sionismo es un proyecto bien definido, además contaba con un colosal apoyo financiero de la pequeña burguesía judío europea. Ya el sionismo financiaba la implantación de judíos en la Palestina. Pero a pesar de esto el sionismo se mantuvo estancado por siglos ya que para fabricar una patria se necesita un grueso poblacional y la gran mayoría de la población judía europea era furibundamente reacia al sionismo. Es gracias a la barbarie de la Europa Nazi, odio «cristiano-judío» que la comunidad judío-europea bajo el espanto abraza la idea del sionismo, la plataforma sionista hace que huyan masivamente a Palestina. Y dentro de una concepción bien eurocentrista el sionismo tuvo un toque romántico.
El sionismo es la continuación de la Europa colonial, es un resumen o concentrado de toda la Europa colonial. El sionismo es hoy una natura imperial que se sustenta en el poder financiero capitalista mundial. Hoy esa identidad no es más que una realidad colonial llamada Israel la cual no tiene ningún vínculo con el antiguo pueblo de Israel (el antiguo Israel es historia palestina, es ancestralidad palestina).
El sionismo es una identidad de carácter segregacionista, racista, supremacista, de apartheid, genocida, donde la política de limpieza étnica es un medio concreto para alcanzar un fin: un Estado exclusivo de profesantes de la religión judía. Fin del pueblo palestino, le roban la tierra a todo un pueblo y se la roban con su respectiva historia.
El colonial Israel hoy posee cerca de 400 bombas atómicas, no tiene sus fronteras definidas para justamente seguir tomando más territorios de otros pueblos árabes. Es el gran traficante de armamento a nivel mundial y no en vano es el agente detonador de guerras civiles en muchos países. Es el propietario (a punta de dinero) de la política exterior de la fuerza imperial estadounidense y demás potencias europeas. Es uno de los artífices de los auto atentados de New York el 11 de septiembre, el motor de la invasión estadounidense a Iraq y gran protector de tiranos árabes como Husni Mubarak.
Arabia bendita, Saudita maldita
En el clásico colonialismo que es la dominación de un pueblo por otro pueblo, pero también con el tiempo la logística que implicaba la empresa colonial se convirtió en una realidad demasiada pesada, de alto costo, a nivel económico, social y humano, este hecho da paso al neo-colonialismo. El mismo ya no sería la movilización de la gran logística sino más bien servirse del propio nativo, crear una elite nativa, dotarla de poder, privilegios y estos hacen el trabajo sucio. El reino islámico Saudí es justamente el más crónico ejemplo de nuestro tiempo.
La gloriosa Península Arábiga, cuna del islam, fe religiosa del tronco judeo-cristiano semita, neo- colonialmente llamada Reino Saudita en referencia a Saud, personaje de la historia arábiga ligado al imperio británico. Aunque la familia saudí ha querido trampear alegando que descienden del profeta Mohammad, es una familia consolidada pieza por pieza en los laboratorios de las gerencias transnacionales petroleras.
Hoy ese reinado islámico de Arabia Saudita, es la más grande tiranía y dictadura del mundo. Se trata de una familia propietaria de la política y economía de toda la nación arábiga, es un poder absolutista. Se rige bajo una línea fascista del islam, el wahabismo. El régimen Saudí financia la construcción de mezquitas en el mundo pero no permita iglesias en su país (todo lo contrario a Saladino). Las mujeres son reducidas a «perras» sagradas, existe una tormentosa humillación a la mujer. La tortura es legal, opera la pena de muerte si un arábigo cambia su fe musulmana. No existe libertad de expresión, partidos políticos, sindicatos. Es el oscurantismo de fastuosa arquitectura y joyas.
Bien, toda esta antidemocracia, horror y terror Saudí no sería posible sin el apoyo imperial estadounidense.
La tiranía Saudí a cambio debe suministrar su petróleo (el recurso de la civilización contemporánea) incondicionalmente a los Estados unidos y además gran parte del dinero proveniente de esa venta de petróleo debe permanecer en los Estados Unidos.
No es una exageración decir que sí el régimen Saudí retira su dinero de los Estados Unidos dicho país no le sería difícil caer en la banca rota.
La dictadura islámica Saudí es la más grande aliada en todo el Medio Oriente de los Estados Unidos, no es el colonialismo Israelí, el colonialismo israelí le genera pérdidas económicas a Estados Unidos en cambio la tiranía islámica Saudí le genera ganancia al imperio y de esa ganancia también saca provecho el colonialismo israelí.
El aporte de la dictadura del reino islámico Saudí en el periodo de la Guerra Fría, contra el comunismo fue determinante. Las tropas soviéticas salen derrotadas de Afganistán gracias al aporte económico descomunal de la tiranía islámica Saudí a Estados Unidos.
Las dictaduras árabes recibían excesivos beneficios económicos del régimen islámico Saudí a fin de acabar con los grupos democráticos, progresistas y de izquierda, feministas, sindicatos, artistas, escritores, periodistas en el mundo árabe. Un ejemplo fue Jordania, Marruecos, igualmente en la década de los 60 y 70, la bella fusión libano-palestina de vanguardia democrática, la dictadura Saudí se sintió amenazada y por temor a que esa llama se expanda en el mundo árabe se sirvió del dictador sirio Hafez el Assad para polvorizar, masacrar a los movimientos progresistas de izquierda que dicho sea de paso eran los grandes combatientes al colonialismo israelí. La dictadura Saudí tuvo igualmente un rol crucial en la guerra civil en Yemen en la década de los 60 contra el sector izquierdista.
Hoy ante la sublevación popular de los pueblos árabes la archibillonaria dicatdura islámica Saudí, se encuentra financiando, todo un gran plan Marshall para convertir a la nueva Egipto en un régimen islámico wahabí, esto con el visto bueno del imperialismo estadounidense y del colonialismo israelí.
La dictadura islámica Saudí se encuentra masacrando con sus tropas militares a los pueblos sublevados de Bahrein y en el Yemen.
La tiranía islamista Saudí ha instado a Estados Unidos a que Israel acabe con Hizbullah y ve con buenos ojos una intervención militar de Estados Unidos en Irán.
Es vox pópulis en el mundo árabe decir que la monarquía islámica Saudí es la madre traidora de la causa árabe.
Ahora en este despertar de los pueblos árabes por democracias, por el fin de todos sus variantes dictatoriales, por igualdad, contra el imperialismo, contra el sionismo, por la igualdad de la mujer árabe, por un mundo árabe secular, laico y panarabista, es vital condenar a viva voz a esa tiranía tan abominable y grotesca.
La ciada de la tiranía Saudí sería bien favorable para la lucha antiimperialista y contra el sionismo, además sería un gran punto de partida para la consolidación de un mundo multipolar, que es lo que necesitamos para la materialización de un orden internacional equitativo.
Las dictaduras árabes con el tiempo se convirtieron en la Gran Israel, se aliaron al sionismo, para perpetuarse en el poder. El fin de las dictaduras árabes debilitaría el sionismo, es por eso que hay que poner fin a la madre dictadura del mundo Árabe: la dictadura Saudí…esto sería poner fin al sionismo, ese gran fascismo incrustado en el mundo árabe que busca el exterminio del pueblo palestino.
Nota final:
Aunque de manera muy discreta son muchos los arábigos, es decir los de la Península Arábiga, que piden que no se les llame saudíes sino arábigos.
–No somos saudíes estamos en contra de los saudíes, los saudíes son dictadores y traidores, nosotros somos arábigos-.
Viva mi pueblo arábigo, fin del sionismo y fin saudismo.
…Y me resulta inevitable sentir a los judíos cuando nos manifiestan, no somos sionistas, somos judíos, estamos en contra del sionismo, el sionismo es fascismo y es una traición al judaísmo.
Vivan los judíos antisionistas, fin del sionismo y fin del saudismo.
Vientos de esperanza soplan pero también crueles momentos nos esperan, como en todas las luchas contra el fascismo y por la libertad de los pueblos.
Por un mundo multipolar, fuera la atrofia y el atraso del imperialismo de nuestra historia presente.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.