A pesar de que se practicaba desde hacía bastantes años, el terrible apartheid practicado en Sudáfrica contra la población negra tomó forma jurídica, esto es, ley racista y segregacionista, en el año 1948, después de que el Partido Nacionalista del afrikáner Daniel Malan se hiciese con el poder. Las más oscuras coincidencias de la historia […]
A pesar de que se practicaba desde hacía bastantes años, el terrible apartheid practicado en Sudáfrica contra la población negra tomó forma jurídica, esto es, ley racista y segregacionista, en el año 1948, después de que el Partido Nacionalista del afrikáner Daniel Malan se hiciese con el poder. Las más oscuras coincidencias de la historia harían que ese mismo año, en Oriente Próximo, la dramática partición de Palestina y la creación de facto del Estado de Israel plantasen la semilla de otro apartheid, el que en la actualidad, hoy, practica impunemente y con la vergonzosa complicidad de Occidente la teocracia parlamentaria -pues eso es en realidad- sionista sobre la población palestina.
No es por tanto casualidad que, en la inauguración del Foro Mundial de Educación (FME) que tiene lugar entre el 28 y el 31 de octubre en Palestina, Mustafa Barghouti, todo un referente del movimiento social no violento en estas tierras, terminase su discurso con una alusión a Nelson Mandela, que cuando veía morir el apartheid dijo: «nuestra libertad en Sudáfrica no será completa hasta que Palestina sea también libre».
Ese régimen segregacionista, por causa del cual los palestinos viven encadenados y acosados en yermos territorios, humillados y explotados, prisioneros y refugiados, sin poderse desplazar y dependientes de la limosna de culpabilidad de Occidente, es estos días denunciado por los altermundistas del planeta, que a cientos se dan cita aquí para acompañar la celebración del FME, un grandioso movimiento en defensa de la educación -pero de otra educación- y uno de los más activos apéndices de un Foro Social Mundial (FSM) que aquí sí que toma partido.
Y así lo ve buena parte de la población palestina, que por motivo de su obligada dispersión, entre odiosos muros de hormigón y asentamientos de sus ocupantes, decidió desarrollar este foro con múltiples actividades en Ramallah, Jenín, Tulkarem, Nablus, Belén, Hebrón, Jerusalén, Gaza y Palestina 48 (Haifa, Jaffa y Nazareth). Otros dos días de FME acontecen también en Beirut, de suerte que ningún palestiniano quede ajeno al mayor movimiento social de la historia, el del FSM.
Es por esto que, como no podía ser de otro modo, el FME de Palestina insiste, y con toda legitimidad, en ligar directamente el derecho universal a la educación con la causa política y humanitaria de su liberación, con su heróica resistencia y con su incansable lucha, con el sueño de un Estado libre. Como bien dijo en el anteriormente citado acto inaugural Pierre Beaudet, de Alternatives International, «no puede haber liberación sin educación, pero tampoco ocupación sin liberación».
Sin embargo, los activistas que aquí dan vida al FME no aspiran sólo a su lucha nacional. No luchan por un Estado cualquiera. Luchan también contra el neoliberalismo, por un Estado democrático, participativo y con igualdad de género, pacífico y solidario con el mundo, con libertad real y comprometido con la justicia universal. Como no, por otra Palestina posible.
Cuando 1948 tocaba a su fin, ya en diciembre, quiso dejarle a la historia otra coincidencia, tan loable cómo irónica en estas tierras, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Aquí sólo aspiran a que esa declaración sea un día realidad.
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