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«Ford, Kissinger y la normalización de las relaciones con Cuba» (Tercera Parte)

Fuentes: Rebelión

Se interrumpen abruptamente las conversaciones. El 20 de diciembre de 1975 el presidente Ford sentenció: «La acción del gobierno cubano al enviar fuerzas de combate a Angola, destruye cualquier oportunidad de mejoramiento de relaciones con Estados Unidos».1 La decisión de suspender las conversaciones secretas había sido tomada. La respuesta del líder de la Revolución Cubana, […]

Se interrumpen abruptamente las conversaciones.

El 20 de diciembre de 1975 el presidente Ford sentenció: «La acción del gobierno cubano al enviar fuerzas de combate a Angola, destruye cualquier oportunidad de mejoramiento de relaciones con Estados Unidos».1 La decisión de suspender las conversaciones secretas había sido tomada.

La respuesta del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, se produjo dos días después al pronunciar las palabras de clausura del primer Congreso del Partido Comunista de Cuba:

«Estando celebrándose este Congreso, el Presidente de Estados Unidos declaró que con motivo de nuestra ayuda al hermano pueblo de Angola se cancelaban -más o menos- las perspectivas, o las esperanzas, o las posibilidades de un mejoramiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba.

Es curioso que el presidente de Estados Unidos, el señor Ford, nos amenace con eso. Antes, cuando existían relaciones, las suprimieron, cuando existía cuota azucarera, la suprimieron, cuando existía comercio entre Estados Unidos y Cuba, lo suprimieron, pero ya no les queda nada por suprimir, y ahora suprimen las esperanzas. Esto se pudiera llamar «el embargo de las esperanzas», por parte del Presidente de Estados Unidos. Ha embargado realmente lo que no existe.

Ya, con motivo de la Conferencia de Solidaridad con Puerto Rico, se indignaron, y declararon que eso afectaba seriamente las posibilidades de una mejoría de las relaciones. Señores, si para tener relaciones con Estados Unidos y para mejorar las relaciones con Estados Unidos hay que renunciar a la dignidad de este país, hay que renunciar a los principios de este país, ¿cómo se pueden tener relaciones con Estados Unidos?

Por lo visto, en la mentalidad de los dirigentes de Estados Unidos, el precio de una mejoría de las relaciones, o de relaciones comerciales o económicas, es renunciar a los principios de la Revolución. ¡Y nosotros no renunciaremos jamás a nuestra solidaridad con Puerto Rico!

(…)

Ahora ya no es Puerto Rico solo, ahora es también Angola. Siempre, en todo el proceso revolucionario, nosotros hemos llevado a cabo una política de solidaridad con el movimiento revolucionario africano». 2

Finalmente, el 7 de febrero de 1976 se produjo la última conversación entre representantes de ambos países, nuevamente en el aeropuerto nacional de Washington. En esta ocasión, Lawrence Eagleburger representó a Estados Unidos y Nestor García Iturbe a Cuba. En el encuentro solo se trató el tema de la visita de ciudadanos residentes en Estados Unidos a sus familiares en Cuba (aproximadamente 60 personas semanalmente para estar en Cuba 10 días, preferiblemente casos humanitarios).

Después de rotas las conversaciones secretas, las ofensas y críticas a Cuba y sus principales líderes fueron aumentando en la medida que avanzaba el proceso electoral en los Estados Unidos; estas se hicieron tan fuertes que Ford, en las primarias en la Florida celebradas en el mes de marzo de 1976, calificó a Fidel como de «bandido internacional» por la intervención en la guerra en Angola.

Kissinger, por su parte, declaró por esos días: «Estados Unidos no aceptará ninguna posterior intervención militar cubana en el extranjero…los Estados Unidos no pueden consentir indefinidamente la presencia de fuerzas expedicionarias cubanas en tierras distantes con el propósito de presionar y determinar la evolución política por la fuerza de las armas».3

Mientras, en una reunión del Consejo de Seguridad Nacional, el secretario de Defensa de los Estados Unidos, Donald Rumsfeld, señalaba que para que el pueblo estadounidense y el Congreso aceptaran cualquier acción militar futura de Washington contra las tropas cubanas en África el problema debía ser presentado en el contexto de la Unión Soviética, no como un problema cubano-africano. El presidente Ford estuvo de acuerdo: «Yo también lo veo así. La situación táctica se refiere a Cuba, pero en sentido estratégico, tenemos que vincular a los soviéticos y cubanos». 4

De esta manera, nuevamente al colocar el diseño y la implementación de la política hacia Cuba en el contexto Este-Oeste, se perturbaba cualquier posibilidad de una mejor relación entre Estados Unidos y Cuba. Mientras la política estadounidense hacia Cuba se manejó dentro del contexto del hemisferio -hacia el cual Estados Unidos aspiraba dar una mejor imagen- se pudo lograr algún avance, una vez que se desvinculó de este y se insertó en el contexto de la política de los Estados Unidos hacia la URSS la «normalización» o la mejoría de las relaciones se hizo imposible, así ocurriría también durante el período de la administración Carter. Ha sido suficientemente demostrado por la ciencia histórica, fundamentalmente gracias a los trabajos del acucioso investigador Piero Gleijeses, que la decisión cubana de enviar sus tropas a Angola nada tuvo que ver con Moscú, sino más bien con su política de principios de solidaridad revolucionaria e internacionalismo proletario.5 Lo cierto es que aunque la decisión fue tomada por Cuba, la presencia de tropas cubanas en Angola y el triunfo del revolucionario MPLA afectaban el llamado «equilibrio de poderes» al que aspiraba Kissinger y sus ambiciones particulares en el continente africano, por lo que Estados Unidos presentó el problema a la opinión pública en el marco del conflicto este-oeste para sobredimensionarlo y ganar así la legitimación necesaria ante cualquier acción militar o de otra índole que se decidiera tomar contra la presencia cubana en Angola.

Sobre los sucesos de Angola Fidel expresó:

«La guerra de Angola fue en realidad la guerra de Kissinger (…) se empeñó en realizar operaciones encubiertas para liquidar al MPLA, a través de los grupos contrarrevolucionarios FNLA y UNITA, con el apoyo de mercenarios blancos, Zaire y África del Sur (…) Aparte de que el FNLA fue apoyado por la CIA desde su fundación, hecho que ha sido ya reconocido públicamente, Estados Unidos desde la primavera de 1975 invirtió decenas de millones de dólares en abastecimiento de armas e instructores a los grupos contrarrevolucionarios y escisionistas de Angola.

(…)

La decisión cubana fue absolutamente bajo su responsabilidad. La URSS, que siempre ayudó a los pueblos de las colonias portuguesas en su lucha por la independencia y le brindó a la Angola agredida una ayuda fundamental en equipos militares y colaboró con nuestros esfuerzos cuando el imperialismo nos había cortado prácticamente todas las vías de acceso por aire a África, jamás solicitó el envío de un solo cubano a ese país. La URSS es extraordinariamente respetuosa y cuidadosa en sus relaciones con Cuba. Una decisión de esa naturaleza solo podía tomarla nuestro Partido.

Ford y Kissinger mienten al pueblo norteamericano y a la opinión mundial cuando pretenden responsabilizar a la Unión Soviética con las acciones solidarias de Cuba en Angola». 6

También sobre las relaciones Estados Unidos-Cuba el líder de la Revolución Cubana destacó:

«Estaríamos dispuestos, incluso, a mantener relaciones normales con los Estados Unidos sobre la base del respeto mutuo y la igualdad soberana, sin renunciar a uno solo de nuestros principios…

(…)

Hemos dicho que no puede haber negociaciones mientras haya bloqueo. Nadie puede negociar con un puñal en el pecho. (…) Si el comercio con Estados Unidos pudiera significar, tal vez, algunas ventajas y un ritmo algo más rápido de desarrollo, preferimos marchar más despacio pero con la frente en alto y las banderas de la dignidad absolutamente desplegadas». 7

Algunas consideraciones finales.

Realmente no fue Cuba la que cargó la responsabilidad de que no se continuaran las conversaciones y se llegara a un modus vivendi entre Estados Unidos y Cuba durante el mandato presidencial de Gerald Ford. Y en este caso, nuestros argumentos coinciden plenamente con los del académico Juan Gabriel Tokatlian,8 quien en un libro publicado en 1984 sobre las relaciones Estados Unidos-Cuba, expresó de manera brillante:

«…, lamentablemente Estados Unidos fue el responsable de introducir un elemento perturbador en las relaciones entre ambos países: condicionó las aproximaciones bilaterales a temas y políticas multilaterales, es decir, multilateralizó lo bilateral y bilateralizó lo multilateral. La participación cubana en Angola durante 1975 fue interpretada como un hecho que impedía un entendimiento constructivo entre Cuba y Estados Unidos. Se ubicó este acontecimiento como un factor que inhibía todo acercamiento positivo de las partes. Esto, reiteramos, fue un error lamentable porque colocó el contenido y el sentido del debate bilateral en otra dimensión.

Y la crítica debe caer en Estados Unidos pues no fue Cuba quien esgrimió el argumento de mejorar o no las relaciones de acuerdo a si Estados Unidos apoyaba directamente a los regímenes autoritarios de Haití o Filipinas o armaba encubiertamente a Sudáfrica o intervenía en los conflictos de Medio Oriente».9

Otro juicio que nos parece muy acertado en relación con la actitud poco constructiva adoptada por Estados Unidos luego de la entrada de las tropas cubanas a Angola es el que ofreció el ex jefe de la Oficina de Intereses de Washington en La Habana, Wayne Smith: «Pero el hecho de que Castro no le hubiese dado la espalda al MPLA no representaba una falta de interés en mejorar sus relaciones con los Estados Unidos. De haber sido así, el estímulo brindado por los norteamericanos a las incursiones de las tropas de Zaire y Sudáfrica también hubiese sido un indicio de cinismo de los propósitos del acercamiento de los Estados Unidos hacia Castro. Quizás él así lo pensó, pero optó, en la práctica, por mantener los dos asuntos separados y continuar con el acercamiento, pese al respaldo concedido por los Estados Unidos a las fuerzas que se oponían a los amigos de Castro en Angola».10

Estas valoraciones respaldan el criterio de que no fue la Isla la culpable de que no se alcanzara la normalización, porque le interesara más su papel en África, que tener relaciones normales con Estados Unidos. A Cuba le interesaba ambas cosas, solo que no las mezclaba. Fue Estados Unidos el que creó ese vínculo dañino importándole más sus posiciones geoestratégicas en el enfrentamiento Este-Oeste, que la normalización de sus relaciones con Cuba. Evidentemente ambos países se veían muy diferentes a sí mismos y al entorno internacional. Sus intereses también eran muy divergentes.

Con el retorno de la agresividad característica de la política estadounidense hacia Cuba, se produjo un incremento de las actividades terroristas contra nuestro país, perpetradas por las distintas organizaciones contrarrevolucionarias que actuaban impunemente desde el territorio de los Estados Unidos, sobre todo, bajo el ala protectora de la CIA. Ejemplo de ello fue la voladura el 6 de octubre de 1976 de un avión de Cubana de Aviación, acción terrorista que causó la muerte de 73 personas.

Ramón Sánchez Parodi considera que la entrada de las tropas cubanas en Angola y el apoyo cubano a la independencia de Puerto Rico no fueron el motivo real que condujo a la decisión de Estados Unidos de poner fin a las conversaciones secretas con los cubanos: «En mi opinión las conversaciones no se rompieron por el tema de la entrada de tropas cubanas a Angola, ni por el tema de Puerto Rico, sino por una razón de campaña electoral. Ford ansiaba ser electo presidente en 1976, pero tenía la fuerte competencia de la derecha dentro del Partido Republicano. Ellos consideraron que el tema Cuba no era recomendable en la campaña y entonces utilizaron el pretexto de lo de Angola y Puerto Rico para romper las conversaciones. ¿Por qué digo esto?, porque ninguno de esos dos temas cambió, al contrario se hizo más fuerte y durante la campaña tanto la gente de Carter como la de Ford nos hicieron llegar mensajes de que una vez terminada la fase electoral comenzarían de nuevo las conversaciones, las negociaciones». 11

No hemos podido consultar ninguna fuente documental que ratifique esta idea. De existir, explicaría el gesto positivo de Ford hacia Cuba después de ser derrotado en las elecciones de noviembre de 1976, al tomar la decisión de permitir el sobrevuelo de Estados Unidos por aviones de Cubana de Aviación y prohibir continuar con los vuelos espías sobre territorio cubano. De cualquier manera, lo cierto es que Ford y Kissinger coincidieron en ese momento en que había que interrumpir las conversaciones secretas y el proceso de acercamiento a Cuba.

Pese a todo lo ocurrido durante la administración Ford, hay que decir que fue la primera vez desde el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, que un gobierno norteamericano inició conversaciones secretas con Cuba pensando en iniciar un proceso de acercamiento que pudiera conducir a la «normalización» de las relaciones. Ello no constituyó un hecho fortuito, sino que fue el resultado del impacto que tuvo, en el diseño de la política estadounidense hacia Cuba de esos años: el escenario internacional, la realidad latinoamericana, la dinámica interna norteamericana y la realidad interna cubana. Sin embargo, si bien fue un paso importante la iniciativa tomada por el gobierno estadounidense con relación a Cuba, esta terminó sobre bases irracionales que Cuba jamás podía admitir, como por ejemplo, que Estados Unidos aspirara, a cambio de la «normalización», ser juez y árbitro de la política exterior de Cuba. Por otro lado, Estados Unidos asistió a las conversaciones manteniendo su cruel bloqueo económico sobre la Isla, el cual utilizó como instrumento de negociación para extraer las concesiones afines con sus intereses estratégicos, adoptando finalmente una postura poco constructiva sustentada en posiciones de fuerza.

 

NOTAS

1Citado por Nestor García Iturbe en: De Ford a Busch, Ob.Cit, p.18.

2Departamento de Versiones Taquigráficas del Consejo de Estado en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1975/esp/f221275e.html , (Internet).

3 Citado por Nestor García Iturbe en: Estados Unidos, de raíz, Ob.Cit, pp. 400-401.

4 Acta de Reunión del Consejo de Seguridad Nacional, 7 de abril de 1976, (Ford, Rockefeller, Rumsfeld Kissinger,Bush),en:Internet:http://www.fordlibrarymuseum.gov/library/guides/Finding%20Aids/Memoranda_of_Conversations.asp#Ford (Traducción del ESTI)

5 Véase: Piero Gleijeses, Misiones en Conflicto: La Habana, Washington y África. 1959-1976, Editorial de Ciencias Sociales, Ciudad de la Habana, 2004 (segunda edición), «La causa más bonita»: Cuba y África 1975-1988, en: Cuba y África. Historia Común de Lucha y Sangre, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007 y La epopeya cubana. La visión del mundo de Fidel Castro, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2009.

6 Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, Presidente de la República de Cuba, en el acto por el XV aniversario de la Victoria de Girón, celebrado en el teatro «Carlos Marx», el 19 de abril de 1976, Departamento de Versiones Taquigráficas del Consejo de Estado en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1976/esp/f190476e.html (Internet)

7 Ibídem.

8 Vivió en Colombia entre 1981 y 1998, donde estuvo vinculado académicamente a la Universidad Nacional, entre 1995 y 1998, y a la Universidad de los Andes, entre 1982 y 1994. Fue columnista del diario El Tiempo y colaborador de diversas revistas. Tiene un PhD en relaciones internacionales de The Johns Hopkins University of Advanced International Studies. Autor de Hacia una nueva estrategia internacional: el desafío de Néstor Kirchner y Globalización, narcotráfico y violencia: siete ensayos sobre Colombia. Director de ciencias políticas y relaciones internacionales de la Universidad de San Andrés, Argentina.

9 Juan G. Tokatlian, Introducción, en: Colectivo de Autores, Cuba-Estados Unidos: Dos Enfoques, (edición y compilación de Juan G. Tokatlian), CEREC, Argentina, 1984, pp.16-17.

10 Wayne S. Smith, «La Relación entre Cuba y los Estados Unidos: Pautas y Opciones», en: Colectivo de Autores, Cuba-Estados Unidos: Dos Enfoques, (edición y compilación de Juan G. Tokatlian), CEREC, Argentina, 1984, p. 38.

11 Entrevista realizada a Ramón Sánchez Parodi el 7 de octubre de 2008.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.