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Frank Delgado, el trovador de las sombras

Fuentes: Rebelión

«Guevara, tu vuelves al camino con la adarga al brazo pintado en los pulóveres de los muchachos o vigilante desde la pared y a los que te utilizan como tema del sermón y hacen todo lo contrario no les permitiremos más discursos en tu honor ni que usen tu retrato, si van a predicar lo […]

«Guevara, tu vuelves al camino con la adarga al brazo

pintado en los pulóveres de los muchachos

o vigilante desde la pared

y a los que te utilizan como tema del sermón

y hacen todo lo contrario

no les permitiremos más discursos en tu honor

ni que usen tu retrato, si van a predicar lo que no son»

Frank Delgado, de la canción «Con la adarga al brazo»

Teatros llenos, a pesar de la censura, le reafirman a Frank Delgado, mientras lo entrevisto, que «no tengo mucho dinero, pero tengo un patrimonio intangible, que son mi público y mis amigos». Me encuentro en el Vedado, en la casa dónde vive Frank con su compañera de vida, agradecida que haya aceptado charlar un poco conmigo.

Conocí la música de este trovador gracias a mi hermana-amiga desaparecida Celia Hart Santamaría, que heredó de su madre Haydée Santamaría y de las tías Aida y Ada Santamaría esa magia de ser la madrina de muchos miembros de la Novísima Trova (también definida por la prensa como la Generación de los Topos), fenómeno que ve la luz al final de los años 70 y que se considera el heredero de la Nueva Trova de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.

«Yo conocí a Celia y a Abel gracias a su primo Boris, hijo de Aida, también desafortunada y recientemente difunto. Fuimos vecinos en el reparto Flores. Abel fue mi compañero de aula en la primaria, pero fuimos verdaderamente amigos al final de los años 80, cuando empezaba el Período Especial, a menudo iba a visitar su casa cerca del Palacio de las Convenciones. Abel Hart fue un mundo aparte, se encerró en su memoria, con su mundo interior. Era muy cómico, y ponía a todos apellidos de fantasía, recordando los listados distintos de cada amigo cada vez que nos encontrábamos. Con Celia nos acercamos a mediados de los años 90, íbamos a su casa en el Vedado, en calle 18. Era una gran anfitriona, transcurrimos noches bonitas en su casa, nos contó de su madre Haydée, escuchábamos los discos que le regalaron personalmente Violeta Parra y Mercedes Sosa, admirábamos las obras de arte de artistas famosos latinoamericanos que compartieron con Haydée mientras dirigió Casa de las Américas.»

«Celia estaba trabajando como física, pero ya era discípula de León Trostki, me prestó su biografía, que me inspiró luego la pieza Trostki’s Cha Cha Cha. Yo no entiendo mucho de filosofía, pero sí ciertos conceptos se me quedaron grabados. Después de un período que yo pasé en Argentina, cuando regresé Celia estaba esperando el segundo hijo y así las cosas fueron cambiando y ya no se repitieron más las noches inolvidables en su casa. Cuando supe del accidente y de la desaparición física de Celia y Abel lo sentí mucho. Me gustaría escribir una canción sobre la familia Santamaría, o quizás hacer algo más, un documental, porque estas noches de cultura e intelectualidad me recuerdan la película «Las Casa de los Espíritus»… …el punto central es la inspiración, yo no hago nada planificado, las cosas tienen que venir solas.»

Paso a otro tema y le pregunto a Frank de hablarme del nuevo disco «Ustedes los trovadores no saben na’ de la vida»: Frank me explica que » el único hilo conductor del disco es el tiempo, en el sentido que las piezas han sido escritas entre el 2006 y el 2009; los músicos no son todos los que habría querido, pero desafortunadamente el dinero no alcanzó » ; él mismo lo grabó , porque -para él- es prácticamente imposible encontrar en Cuba una sala de grabación. «Yo nunca tuve una buena economía tocando, el poco dinero que gano lo invierto en juguetes musicales como guitarras, amplificadores, ecualizadores y cosas parecidas. Al fin puedo definirme un romántico, trabajo por un placer personal. Hoy en día los pagos son un poco mejorados, pero si quiero ganar tengo que hacer un tour al extranjero.»

Y he aquí que Frank me provoca la siguiente pregunta: ¿si las cosas le fueron siempre tan difíciles, porque nunca quiso emigrar?

«Yo nunca quise emigrar porque pienso que mi trabajo es importante para Cuba y para su pueblo. En el momento más duro del Período Especial casi dejo el país, pero luego, en el 1995 un concierto en Casa de las Américas me iluminó: el teatro estuvo lleno de mis seguidores, que se sabían de memoria mis textos, a pesar de la dificultad para grabar y copiar cassettes para luego escucharlos. Entonces, lo que hago le gusta a la gente, me dije, merece la pena continuar. Creo que mis canciones son como una catarsis para los oyentes, se identifican en lo que canto, yo soy una persona simple, no tengo un carro, hablo de solidaridad verdadera, lo mío no es un patriotismo abstracto. Así, cuando me siento deprimido, organizo un gran concierto, es verdad que no me pagan para hacerlo, pero tampoco tengo que pagar el local. Un día que toqué en el Teatro Nacional, escuché a un trabajador del lugar decir que no iba a venir nadie a verme, sino mi familia. Pero, por suerte, se agotaron las entradas y, por venganza, cuando salí en la tarima, delante de unas 1000 personas, dije: ¡Gracias, familia! ¡ No sabía que eras tan numerosa!».

«El artista es una persona egocéntrica, necesita enfrentarse con el público. El hecho que yo muchas veces son censurado, creo que me dio algo místico. No sé cómo funciona este mecanismo diabólico de la censura, ciertos directores de estaciones radios me dijeron que yo estoy prohibido en Cuba, pero nadie supo darme explicaciones cuando pregunté el por qué a los funcionarios del Instituto de la Música. Tengo que agradecer a los censores porque han obligado al público a buscarme, a querer localizar mis discos que no se encuentran fácilmente, la censura creó cierta curiosidad con mis obras. Y al final la gente las encuentra, lo veo en los conciertos, dónde el público conoce de memoria mis textos. En todo caso, aquí todos saben que mi compromiso con Cuba es la cultura, estoy dispuesto a desangrarme por la cultura cubana, que me salvó siempre, en el Ministerio de Cultura lo saben muy bien. Hay artistas que son de la Corte, tenemos que recordar que los trovadores de la Edad Media cantaron por la Corte y por su Aristocracia, pero otros, los juglares, fueron irónicos y se burlaron de la Corte. Yo soy uno de estos, sé muy bien que con mis canciones no soy ningún bombero, yo soy el incendiario. Muchas veces me critican porque yo enfrento un problema, pero no doy la solución y contesto que no puedo darla porque la canción sería demasiado larga, yo no sé cómo se construye un país, pero sí se cómo no se debe hacer».

Según indica el libro de la Editorial Abril, «Trovadores de la herejía», de Fidel Díaz y Bladimir Zamora, según Frank «la esencia de los trovadores es la guitarra, las composiciones, las interpretaciones y la comunicación… ..un trovador es un poeta, un músico, un intérprete, yo pienso que es mediocre en las tres cosas como los que hacen Pentatlón en el atletismo, que son mediocres en todas las especialidades, pero son los atletas más completos.»

«Los trovadores cubanos siempre han sido muy cultos, independientes y atrevidos, siempre han alertado lo que estaba sucediendo, por ejemplo: Carlos Varela con ‘Tropicollage’, donde criticó ásperamente el hecho de que los cubanos no pudieran entrar en los hoteles de su país. Ahora, por suerte, este apartheid del turismo se acabó, pero ciertas canciones quedan, son nuestra memoria, porque -como dice un cómico argentino- un país sin memoria es un país tartamudo y siempre repite los mismos errores. Por ejemplo, sobre el problema de la inmigración, antes de la nueva ley de enero de este año, trovadores como Santiago Feliú, Gerardo Alfonso, Carlos Varela, el grupo Buena Fe y un servidor, hemos denunciado los graves errores cometidos con muchas personas, que no han emigrado porque lo deseaban de veras, sino porque el país mismo los botó, cerrándoles todas las puertas. Todo esto sucedió por la intolerancia del estalinismo, por culpa de la ignorancia de ciertos funcionarios, de su incapacidad de desarrollar su papel y negando, sucesivamente, los errores cometidos. Nosotros, los trovadores tenemos que mantenernos a la sombra, porque nos consideran francotiradores. En todo caso, ahora estoy muy feliz porque muchos artistas que emigraron, vuelven para tocar en la Isla».

Le pregunto a Frank si está contento por el premio que le dieron en el Cubadisco. Me contesta, sonriendo, que es como una palmadita sobre el hombro, «ellos saben que no cambiaré nunca, seguiré con mi estilo, si me preguntaran de participar en una tribuna política, seguiré deciendo que no, porque no me gusta la estética de la tribuna. Ciertamente ahora es mejor que cuando no me respetaban porque decían que no era un gran artista, sino un improvisado. Yo tengo un patrimonio intangible, mi público y mis amigos, estoy contento porque gracias a ellos no dejé Cuba durante el Período Especial. Abandonar la Isla habría significado perder mi retroalimentación para crear. Fíjate que cuando estoy de gira, siempre sé lo que sucede en Cuba porque leo en internet todos los días sobre mi país y lo que piensa el mundo sobre Cuba. Ciertamente, saber del mundo sólo puedo hacerlo cuando estoy afuera, porque no tengo internet en mi casa».

«Leyendo en la propia internet veo que desafortunadamente todavía hay artistas anticuados que dejaron Cuba y acusan a los que nos quedamos de ser esclavos del sistema,… ..me parecen personajes anacrónicos, actores de la comedia silente, que son por suerte la minoría. Otros fanáticos estalinistas me acusan de ser contrarrevolucionario porque señalo los defectos de un sistema que ellos consideran perfecto. Yo soy una persona abierta a muchas visiones: por ejemplo me gusta mucho el trabajo de Eduardo del Llano, siempre leo su blog, cuando puedo. Es un hombre que quiere vivir en Cuba y que sabe que sus críticas sirven para pensar, hacen crecer al pueblo » .

» Personalmente yo no tengo una verdad absoluta, tengo miedo de aquellos que tiene todas las respuestas. Yo creo que el socialismo tiene lados muy positivos, pero también ciertas aptitudes del capitalismo tienen que ser tomadas en consideración. Por ejemplo, el problema de la conexión en internet: aquí no dan un acceso masivo porque tienen miedo del poder de convocación a posibles manifestaciones y esto resulta absurdo. En efecto, aquí en América Latina, presidentes socialistas del siglo XXI como Correa, Chávez antes y ahora Maduro, Cristina, Dilma, Evo han entendido que este secretismo es absurdo y dieron una conexión económica a todo el pueblo. Lo que no entiendo es por qué ahora se portan así, cuando siempre Cuba fue un país socialista distinto de Corea del Norte o de la misma Unión Soviética, con una cultura de tipo occidental que no censuraba libros y sí lo fueron por otros socialismos, como ‘El Maestro y Margarita’ de Míjail Bulgakov.»

No sé qué contestarle a Frank sobre este argumento, sólo puedo darle la razón, puesto que también yo soy una censurada sin conexión como la mayoría del pueblo cubano, en espera que por fin quién ejerza este poder de censura pueda darse cuenta de la absurdidad que está cometiendo.

¡Ay, Frank, entre tus Utopías, podrías escribir otra carta a Harry Potter, quien sea quizás el único, con su varita mágica, que pueda dar solución al problema de la conexión cubana!

Ida Garberi es columnista de Cubainformación

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.