Una toxina misteriosa se mezcló en las densas nubes de gas lacrimógeno utilizadas en los últimos meses por las fuerzas de seguridad de varios países de Medio Oriente para sofocar las protestas antigubernamentales, denuncian activistas. «Me sentí débil y mareado durante varios días, y mis manos no dejaban de temblar», recordó el egipcio Mahmoud Hassan, […]
Una toxina misteriosa se mezcló en las densas nubes de gas lacrimógeno utilizadas en los últimos meses por las fuerzas de seguridad de varios países de Medio Oriente para sofocar las protestas antigubernamentales, denuncian activistas.
«Me sentí débil y mareado durante varios días, y mis manos no dejaban de temblar», recordó el egipcio Mahmoud Hassan, un ejecutivo de marketing que en noviembre estuvo hospitalizado luego de inhalar gas lacrimógeno lanzado contra una protesta en la que participó contra el régimen militar en El Cairo.
El gas que se usó contra los manifestantes fue muchas veces más fuerte que el empleado por las fuerzas de seguridad durante el levantamiento de 18 días que derrocó en febrero al régimen de Hosni Mubarak (1981-2011), señaló.
«Esto no era gas lacrimógeno, era algo más. Quemaba la piel y los pulmones, y todos caímos al suelo temblando incontrolablemente», relató Hassan.
Se sospecha que un gas similar causó las muertes de por lo menos ocho civiles en Bahrein desde febrero. En Yemen, varios médicos reportaron que manifestantes contra el gobierno que estuvieron expuestos a lo que parecía ser gas lacrimógeno llegaron a los hospitales móviles estando paralizados, inconscientes o con convulsiones.
Los tratamientos que reciben habitualmente las personas expuestas al gas lacrimógeno no tuvieron ningún efecto.
«Estamos viendo síntomas en los nervios de los pacientes, no en sus sistemas respiratorios. Estoy 90 por ciento seguro de que lo que usaron fue gas nervioso y no gas lacrimógeno», dijo en marzo el médico Sami Zaid, del Hospital de Ciencia y Tecnología de Sanaa.
El gas lacrimógeno convencional es un polvo blanco compuesto de cloro benzilideno malonitrilo, comúnmente conocido como CS.
Este producto químico fue desarrollado para controlar a las multitudes en los años 50, demostrando ser un irritante más poderoso pero menos tóxico que la cloroacetofenona (CN), a la que había sustituido ampliamente.
No está claro si los numerosos informes sobre gas tóxico involucran a un fabricante o compuesto químico o a muchos. Pero los síntomas observados, ya sea en El Cairo o en Sanaa, son muy similares: una fuerte sensación de quemadura en la piel y en los pulmones, náuseas, parálisis, convulsiones y, en algunos casos, incluso la muerte.
Las latas de gas lacrimógeno recuperadas de sitios de ciudades árabes donde hubo manifestaciones en ostentan las marcas de distintas empresas.
La mayoría de los envases encontrados cerca de la Plaza Tahrir de El Cairo tenían el sello de fabricación de Combined Tactical Systems (CTS), una firma estadounidense que produce irritantes químicos y municiones de humo para fuerzas militares y policiales de todo el mundo.
Otras latas de CS portaban los logos de los estadounidenses Federal Laboratories y de la fábrica británica de armas Chemring Defence.
«Pensamos que las latas de CTS están causando estos extraños síntomas» reportados en Egipto, dijo Sherif Azer, de la Organización Egipcia de Derechos Humanos.
«Pero también encontramos algunas latas sin ninguna marca», agregó.
En contraste, la mayoría de las latas recuperadas en Bahrein ostentan la firma de la empresa estadounidense NonLethal Technologies.
Federal Laboratories, CTS, Chemring y la compañía francesa de seguridad SAE Alsetex también suministraron gas lacrimógeno a ese estado del Golfo en los últimos años. CTS es uno de los principales proveedores del gobierno yemení en materia de agentes de control de disturbios.
Los activistas por los derechos humanos que investigan las denuncias analizan varias teorías. Una es que la sustancia usada contra los manifestantes de la región fue la dibenzoxazepina (CR), cuyo efecto lacrimógeno es 10 veces más potente que el CS. Produce efectos similares a este, pero también causa un intenso dolor en la piel y las membranas expuestas, que se vuelve más severo cuando se mezcla con agua.
Esta forma altamente persistente de gas lacrimógeno fue usada por las fuerzas israelíes para sofocar manifestaciones en los territorios palestinos. También la emplearon las fuerzas estadounidenses contra los combatientes enemigos, pero la mantuvieron apartada del uso civil debido a sus propiedades carcinógenas.
Aunque varias personas relataron haber visto latas usadas de gas lacrimógeno marcadas como CR en Egipto y Bahrein, periodistas y activistas por los derechos humanos que investigan el tema no lograron verificar sus denuncias.
«Solamente vimos latas que decían CS, pero no podemos descartar que algunas hayan sido mal etiquetadas o alteradas para aumentar su potencia», planteó Azer.
Otra acusación común es que las fuerzas de seguridad usan gas lacrimógeno vencido.
El gas CS tiene una vida útil de tres a cinco años, pero activistas en Bahrein y Egipto publicaron fotografías de latas usadas con fechas de producción que databan de más de una década atrás. Según ellos, con el tiempo el CS se desintegra y sus componentes químicos forman peligrosas sustancias derivadas.
Una preocupación es que en las latas de gas vencido se concentre malononitrilo. Cuando se lo calienta, este polvo ácido se degrada en cianuro de hidrógeno, un gas altamente tóxico, el mismo usado con efecto letal en la Alemania nazi.
Fuentes médicas señalan que los síntomas del envenenamiento con cianuro incluyen debilidad, náuseas y dificultades respiratorias. Las concentraciones más altas pueden causar pérdida de conciencia, seguida por convulsiones, temblores y apnea. Menos de un gramo de cianuro es mortal.
El neurólogo Ramez Moustafa, de la Universidad Ain Shams de El Cairo, observó el mes pasado muchos de estos síntomas durante sus visitas a hospitales móviles ubicados en la Plaza Tahrir.
«Mis colegas y yo vimos casos en que el gas lacrimógeno causaba convulsiones y movimientos involuntarios», dijo Moustafa a IPS.
«Aun en altas concentraciones, el gas lacrimógeno común no (afecta el) sistema nervioso. Según algunos informes, algunas personas fallecieron» por los ataques que les causó el gas, añadió.
Sin embargo, Kamran Loghman, expresidente de Zarc International, un fabricante de aspersores químicos no letales con sede en el occidental estado estadounidense de California, sostuvo que el gas lacrimógeno por lo general pierde efectividad y a veces ni siquiera logra despedir humo cuando expira, y que no se convierte en otro producto.
Según él, lo más probable es que los síntomas observados sean consecuencia de una exposición excesiva.
Desde que se inició la Primavera Árabe, las fuerzas de seguridad intensificaron el uso de gas lacrimógeno para contrarrestar la creciente tolerancia de los manifestantes a ese irritante químico, ya sea debido a una reiterada exposición o a medios físicos como máscaras antigás y gafas protectoras.
Algunos vídeos muestran a la policía antidisturbios reprimiendo manifestaciones con gas lacrimógeno, a menudo en espacios reducidos.
Dosis mayores de este gas pueden someter a un individuo a una concentración intolerable. En este sentido, algunos estudios señalan que, tras una exposición prolongada o intensa, el cuerpo humano metaboliza el gas CS como un cianuro mortal. Hasta ahora, los análisis de laboratorio no han arrojado conclusiones firmes.
Funcionarios del Ministerio de Salud de Egipto declararon que las latas de gas lacrimógeno que analizaron no contenían toxinas mortales. Análisis independientes presumen que el material utilizado en El Cairo contenía una mezcla de 2,5 por ciento de cianuro de bromo y arsénico, aunque esto no pudo verificarse.