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Gato escaldado, del agua fría huye

Fuentes: Al Ahram Weekly

Traducido para Rebelión por Sinfo Fernández

De vez en cuanto conviene analizar con detenimiento la naturaleza de la lucha actualmente en curso en Palestina, porque puede ocurrir que los árboles no nos dejen ver el bosque. La idea general es sencilla. Los palestinos están combatiendo para tener un estado completamente independiente en la tierra ocupada en 1967, incluido Jerusalén, y para que se reconozcan los derechos de los refugiados palestinos. A su vez, Israel, que no trabaja sino para crear un sistema de apartheid y dominación, está tratando de conseguir que los palestinos acepten un estado con fronteras temporales, sin Jerusalén y otras áreas y sin independencia. La reciente decisión israelí de construir un nuevo asentamiento en el Valle del Jordán es un exponente de todo ello.

¿Llegaremos a una solución final y total al conflicto, o una solución temporal e interina similar a la de los Acuerdos de Oslo? Ese es el gran interrogante al que se enfrentan hoy los palestinos. Lo que Israel quiere es un acuerdo de transición a largo plazo. Los israelíes quieren forzar a los palestinos a renunciar a grandes segmentos de territorio en Cisjordania, incluido Jerusalén, y que se olviden de los derechos de los refugiados como parte de una solución interina. Pero es muy probable que esa solución se convierta en permanente y no en algo meramente temporal.

Israel está presionando para llegar a una solución interina porque no quiere que los palestinos se beneficien de las oportunidades abiertas por la debacle estadounidense en Iraq, Afganistán y el resto de los países de Oriente Medio. Con el informe Baker-Hamilton pidiendo una solución al problema palestino y con la comunidad internacional mostrándose cada vez más crítica hacia las políticas israelíes, el viento está cambiando de dirección. ¿Quién habría imaginado que un ex presidente de EEUU, Jimmy Carter, concluiría que el apartheid es peor en Palestina de lo que fue nunca en Sudáfrica? Las presiones sobre Israel aumentan, como se hace evidente en el llamamiento franco-español-italiano para una conferencia internacional y un acuerdo final al conflicto. Europa quiere una solución duradera para la cuestión palestina e Israel -que se da cuenta perfectamente- trata de comprar tiempo.

Israel está intentando debilitar el impulso hacia una paz genuina en Oriente Medio. En especial, trata de impedir que los funcionarios estadounidenses cambien su política de forma que pueda beneficiar a los palestinos. Y los israelíes están otra vez utilizando a los palestinos para eludir las consecuencias de un acuerdo justo y duradero para un conflicto de 40 años.

Esto es lo que Israel está haciendo: Primero, Israel está intentando representar el escenario palestino como parte de una batalla entre el bien y el mal, una batalla entre los que pertenecen al denominado «Eje del Mal» y los que se describen como moderados.

Segundo, Israel está tratando de reflejar el conflicto entre Fatah y Hamas como una lucha de poderes para ver quién controla los territorios ocupados. El debate se ha trasladado así a la naturaleza y composición del gobierno y a los términos bajo los cuales Israel y otras partes internacionales darían su aprobación a ese gobierno palestino. Esta situación no puede continuar. Los palestinos necesitan un mando nacional unificado que sea capaz de manejar el conflicto y acabar con el asedio.

Tercero, Israel está intentando conseguir que Fatah y Hamas se pongan a regatear, a través de agentes internacionales, soluciones parciales e interinas. Esto debe terminar. Fatah y Hamas deberían discutir sus diferencias sobre el acuerdo final de paz en vez de desperdiciar su tiempo peleando para ver quién es el que va a negociar un tratado parcial. Es esencial que todas las partes palestinas denuncien cualquier acuerdo parcial y no acepten nunca un estado con fronteras temporales.

Los palestinos necesitan una posición y estrategia unificadas. Necesitan un mando unificado, algo que no se ha conseguido aún después de casi tres décadas. Lo último que los palestinos necesitan es enredarse en rivalidades domésticas que les distraigan de la búsqueda de la solución al conflicto. No perdamos de vista que la pluralidad política puede ser una bendición o una desgracia. Sería una bendición si los palestinos insisten en una solución amplia. Y sería una desgracia si las divisiones debilitan nuestras posiciones negociadoras.

Necesitamos un gobierno de unidad nacional y lo necesitamos cuanto antes. Y mucho más importante, necesitamos un mando unificado que pueda organizar y coordinar la acción entre los tres colectivos que integran el pueblo palestino: los que viven fuera de Palestina; los que viven en los territorios ocupados; y los que viven en Israel, que representan en la actualidad el 22% de la población palestina.

Las encuestas de opinión sugieren que una mayoría de palestinos e israelíes anhelan una solución a todas las cuestiones del conflicto. Pero el denominado movimiento por la paz israelí se ha quedado desactivado desde que las conversaciones se encaminaron hacia soluciones parciales e interinas. Israel tiene que entender de una vez por todas que el apartheid es algo sin futuro y que la única vía es seguir adelante mediante una paz global, justa y duradera. Una vez intentamos Oslo. No lo repitamos más.

[*] El escritor es miembro del Consejo Legislativo Palestino y secretario general de Iniciativa Nacional Palestina.

Texto original en inglés:

http://weekly.ahram.org.eg/2007/827/op9.htm

Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión.