El Gabinete de Seguridad de Israel declaró ayer a Gaza «entidad enemiga», una calificación que, en una rueda de prensa compartida con el titular de Exteriores israelí, asumió como propia la secretaria de Estado norteamericana, Condoleeza Rice. La declaración adoptada por Israel y secundada por la diplomacia estadounidense tiene lugar durante los preparativos de una […]
El Gabinete de Seguridad de Israel declaró ayer a Gaza «entidad enemiga», una calificación que, en una rueda de prensa compartida con el titular de Exteriores israelí, asumió como propia la secretaria de Estado norteamericana, Condoleeza Rice. La declaración adoptada por Israel y secundada por la diplomacia estadounidense tiene lugar durante los preparativos de una «conferencia de paz» . Pero lo que a priori podría parecer una contradicción lo es menos teniendo en cuenta que el principal objetivo de esa conferencia auspiciada por la administración Bush es dar carta de naturaleza a la fragmentación de Palestina.
La decisión de «marcar» como enemigas de Israel -y de EEUU- al millón y medio de personas que habitan Gaza puede se interpretada, en este sentido, como una vuelta de tuerca más, un eslabón añadido en la larga cadena de presión aplicada ya por Israel, ya por el gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de Mahmud Abbas, y las más de las veces por ambos. El objetivo de las sanciones aplicadas desde hace un año busca debilitar el respaldo popular al gobierno de Hamas, única autoridad presente en el territorio.
A partir de ahí, la primera consideración a hacer es que la amenaza de dejar sin suministros básicos a los habitantes de Gaza promete agravar la situación de bloqueo que se impone a ese territorio. Desde que la decisión de Mazen de usurpar la decisión de los electores palestinos abocara a una ruptura no ya política sino incluso territorial a Palestina, en Gaza se vive una grave situación humanitaria: hay restricciones diarias en el fluido eléctrico, hay problemas crecientes para conseguir agua potable, faltan medicinas fundamentales y se dificultan sistemáticamente las salidas para ingresos hospitalarios, se priva a los agricultores palestinos de productos esenciales para poder cultivar alimentos con los que abastecer el mercado.
No contentos con ese prolongado bloqueo del que es cómplice la UE, Israel y EEUU se proponen ahora someter a millón y medio de palestinos a un aborrecible sitio por hambre.