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Gaza, la exportación imposible

Fuentes: IPS

Waddah Bsaiso, dueño de una fábrica de muebles en la franja de Gaza, está listo para vender sus mercaderías fuera de este territorio palestino, pero el sitio impuesto por Israel le impide exportar. Tiene la experiencia, los contactos y los productos necesarios, pero en su camino se interpone la estricta prohibición a prácticamente todas las […]

Waddah Bsaiso, dueño de una fábrica de muebles en la franja de Gaza, está listo para vender sus mercaderías fuera de este territorio palestino, pero el sitio impuesto por Israel le impide exportar.

Tiene la experiencia, los contactos y los productos necesarios, pero en su camino se interpone la estricta prohibición a prácticamente todas las exportaciones desde Gaza, exceptuando una cantidad simbólica de flores que periódicamente salen de la franja.

«En 1996 iniciamos la fábrica y con los años exportamos a diferentes mercados europeos, así como a naciones árabes y a la ocupada Cisjordania», dijo Bsaiso.

Sentado ante una de sus mesas de comedor, de madera oscura, señaló que su negocio, Bsaiso and Alami Company Limited, antes se embolsaba dos millones de dólares anuales.

«Ahora somos afortunados si podemos ganar 400.000 dólares por año», dijo.

Mezcla de clásicos muebles de madera y modernos juegos de living con telas brillantes, su fábrica es una de las alrededor de 30 participantes en la Muestra Nacional de Muebles organizada por la Federación de Industrias de Palestina y Paltrade, una entidad que promueve el comercio palestino, entre otras.

Ahmad Munir, gerente del Centro de Modernización Industrial de la Federación, saludó a los visitantes a la entrada y respondió sus preguntas. «Brindamos capacitación en fabricación de artesanías y muebles, y conectamos a recién graduados de diseño y otros con las distintas firmas», explicó.

La Federación de Industrias de Palestina jugó un rol significativo en la tarea de poner en condiciones a las destrozadas fábricas de Gaza.

«Ayudamos a reparar las fábricas y trajimos los equipos necesarios», relató Munir.

Unas 700 empresas privadas fueron destruidas o dañadas en la guerra de Israel contra Gaza, que tuvo lugar entre el 27 de diciembre de 2008 y el 18 de enero de 2009. Entre ellas, 325 fábricas y talleres, según el Centro Palestino para los Derechos Humanos.

Incluso antes de los ataques israelíes, 97 por ciento de las industrias de la franja se habían clausurado por falta de materias primas y de repuestos para las máquinas, cuyo ingreso quedó prohibido por el bloqueo impuesto en 2006, poco después de que Hamás (acrónimo árabe del Movimiento de Resistencia Islámica) ganara las elecciones.

Según el Banco Mundial, las fábricas en Gaza importan 95 por ciento de sus materias primas, lo que las vuelve muy dependientes de los cruces de fronteras. Salvo el cruce de Rafah, que está bajo control egipcio, todos los demás están controlados por Israel.

El cruce de Kerem Abu Salem, que esporádicamente se abre a las importaciones y casi nunca a las exportaciones, es menos funcional y más congestionado que el excruce de Karni.

Pese a que en junio de 2010 Israel declaró una «flexibilización» del sitio total a Gaza, en junio de este año el Programa Mundial de Alimentos (PMA) informó que «entre noviembre de 2010 y abril de 2011 se alcanzó apenas cinco por ciento del volumen de exportaciones previo al bloqueo».

La empresa de muebles El Helou encontró la manera de sortear el control israelí al ingreso de materias primas. «Muchos de nuestros productos están hechos a partir de olivos derribados en la última guerra israelí contra Gaza», explicó Mohammad el Helou.

Cerca de él hay un irregular marco de espejo hecho de madera de olivo y un juego de mesa y sillas que todavía ostentan la forma del tronco del árbol. Estos productos, populares en los mercados de América del Norte y Europa, se venden por una fracción de su valor -o ni siquiera eso-en el atestado mercado de muebles de Gaza.

«Cuando podíamos exportar a los mercados europeos, nuestros precios eran más altos porque allí los estándares de vida son más altos. Pero para vender cualquier cosa en Gaza tenemos que reducir drásticamente nuestros precios», dijo Waddah Bsaiso.

«Otras fábricas que antes exportaban ahora se ven obligadas a vender únicamente en Gaza, así que el mercado está inundado, y nuestros contactos con el exterior han dejado de creer que recibirán algo de Gaza», agregó.

«Nuestro mayor problema es que no podemos exportar nada. A consecuencia, usamos apenas 10 por ciento de nuestra capacidad de producción», señaló.

La pérdida de ingresos no afecta solamente a Bsaiso y a su familia. «Si tuviéramos los clientes podríamos emplear a hasta 150 trabajadores. Pero en la actualidad empleamos solamente a 15», dijo.

Abed Abu Seedo importaba jarrones y botellas de vidrio reciclado desde la cisjordana ciudad de Naplusa, para hacerles la terminación y vender en el exterior. Decorados, estos productos se vendían bien en los mercados europeo -especialmente británico-y estadounidense.

«Ahora hace años que no puedo importar vidrio desde Naplusa. Y exportar está fuera de mis posibilidades. En Gaza no hay mucho interés en mis productos. La gente piensa en las necesidades, no en frivolidades como la decoración de vidrio», señaló.

Una pared que da al corredor exhibe carteras y fundas de almohadas bordadas a mano, así como tapetes tejidos a mano, que antes se vendían en los transitados mercados turísticos de Jerusalén.

Ahora Mahnmoud el Sawaf vende estas artesanías a algunos extranjeros en Gaza, pero su comercio recibe muy pocas visitas.

Waddah Bsaiso cree que Israel tiene otros motivos para prohibir las exportaciones. «Israel quiere que las personas como yo, que exportamos, sintamos que no podemos hacer nada. Las políticas están para destruir nuestra voluntad de trabajar, producir y sobrevivir», opinó.

«En estos días Gaza es meramente receptora de asistencia, no exportadora, ni autosuficiente. No queremos eso, queremos vender nuestras propias mercaderías y vivir como gente normal», dijo Bsaiso.

Un estudio divulgado en marzo por Paltrade subrayó que las principales restricciones que soportan las empresas de Gaza son «el poco confiable suministro de electricidad, la impredecible disponibilidad de materias primas y el muy limitado acceso a los mercados de exportación».

«Todo está listo: la maquinaria, los trabajadores, todo», enfatizó Waddah Bsaiso. «Solamente necesitamos que se abra la frontera».

http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=98684