Gaza sufre el asedio por mar, tierra y aire. Los israelíes destruyen su infraestructura y logran que no exista posibilidad de una vida digna. El pueblo palestino ocupado desde hace más de sesenta años, carece de un apoyo relevante de la Comunidad Internacional. Todo lo contrario. Ésta, la Unión Europea, España de vez en cuando […]
Gaza sufre el asedio por mar, tierra y aire. Los israelíes destruyen su infraestructura y logran que no exista posibilidad de una vida digna.
El pueblo palestino ocupado desde hace más de sesenta años, carece de un apoyo relevante de la Comunidad Internacional. Todo lo contrario. Ésta, la Unión Europea, España de vez en cuando dan dádivas, mientras ‘normalizan’ las relaciones con el ocupante. El ejemplo último, en estos días, la decisión de los Ministros de Asuntos Exteriores europeos, entre ellos el del Gobierno español, aprobando la mejora de relaciones UE-Israel, haciendo caso omiso de la vulneración de derechos humanos, la vulneración de la Convención de Ginebra en caso de conflictos y las demás Resoluciones de las Naciones Unidas o el Dictamen de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, con respecto a la construcción del Muro en Cisjordania.
¿Qué más dá que haya habido 200 asesinados en el bombardeo de las últimas horas en Gaza? ¿Una noticia trágica como ésta puede hacer olvidar la complicidad occidental en las 270 muertes ocasionadas por el cierre sistemático de Gaza y el bloqueo de la misma hecho por Israel y soportado por Egipto, Estados Unidos y la Unión Europea?
El desprecio a la legalidad internacional, el rechazo a que los refugiados palestinos puedan volver a sus hogares -muchos de ellos gazatíes-, la injusticia de ser poseídos de su tierra y no aceptar la impunidad es la que lleva a los palestinos a la resistencia.
Una resistencia que debe ser apoyada.
La desproporción de medios que cuentan los israelíes, su maquinaria de guerra (engrasada por ataques periódicos a Líbano a los propios palestinos y alimentada por compras y maniobras de diversos países, entre ellos nuestro país) ocasionarán periódicamente más asesinatos.
La solución no es pedir a los palestinos que se rindan y que acepten bantustanes como Estado, una economía colonizada y una población con leyes de apartheid, como parece que se acepta por parte de los que hacen llamados a la no violencia de ‘todas las partes’, y presionan a la actual Presidencia palestina, no queriendo ver, pero que a la vista está, la violencia sistemática israelí con sus leyes de judeización, similares a las del apartheid, que implican expropiaciones y cercos, robos de acuíferos y unas carencias vitales de los pobladores originarios palestinos hasta lograr su autoexilio, emigración y, en todo caso, aceptación de dependencia colonial.
Si esa no es la solución, ¿para cuándo un apoyo coherente hacia una paz justa y una condicionalidad hacia Israel hasta cumplir sus obligaciones?
Mientras tanto, hay que denunciar la situación, apoyar a los palestinos y señalar que nuestros Gobernantes, incluido los españoles, son parte del problema.