Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Quiero escribir sobre el sufrimiento de mi pueblo y mi familia durante estos días de genocidio contra el pueblo de Gaza. Al menos 888 personas han sido asesinadas y más de 3.700 heridas. El Comité Internacional de la Cruz Roja ha acusado al ejército israelí de impedir repetidamente que las ambulancias puedan llegar hasta el área de Al Zaitoun, en la ciudad de Gaza. El resultado es que los heridos se convierten en los muertos, una premeditada e intencionada violación de los derechos humanos.
En mi casa no podemos satisfacer las necesidades más básicas. No hay alimentos. No hay pan. No hay fuel. No hay futuro. Ayer, mi padre fue a la panadería a las 05,00 a.m. Tuvo que esperar hasta cinco horas para poder conseguir una barra de pan, insuficiente para mi familia porque somos once en total. Por eso, hoy me tocaba a mí ir. Recorrí todas las panaderías, todas estaban cerradas.
No hay lugar seguro adonde podamos dirigirnos. No podemos comunicarnos con nuestros familiares y amigos, las redes están destruidas, los misiles llueven sobre nuestros hogares, mezquitas e incluso hospitales.
Nuestra vida gira alrededor de los enterramientos los muertos, de nuestros mártires. Por la noche, nuestro campo, el campo de refugiados de Yabalia, es una ciudad fantasma, sin ningún sonido más que el de los aviones de combate israelíes.
Cada minuto que pasa es un horror y eso se nota claramente en las vidas de los niños. Por ejemplo, hubo cinco hermanas de una misma familia asesinadas en su hogar por las fuerzas ocupantes israelíes. Pero hay otros 800.000 niños más en Gaza, todos aterrados, todos esperando que alguien o algo les ayuden. Están atrapados en una prisión que se ha convertido en un campo de concentración. Cada día nos vamos a la cama y nos despertamos con nuevos crímenes israelíes aniquilando las vidas de niños y mujeres y destruyendo los hogares de los civiles. Mis palabras no pueden reflejar todo lo que siento, todo lo que estamos viviendo en Gaza.
Tengo dos mensajes para el mundo, para aquellos que proclaman amar y la paz y buscar la libertad:
Imaginen que su vida consiste en oscuridad, en hogares destruidos, en sonidos e impactos de misiles, día y noche, con sólo el hambre como único alimento en la esperanza de que se convierta en el instrumento que ponga fin a esta bestial ocupación y asedio. Imaginen que no es sólo eso, que además sus niños y su familia les dicen con sus ojos y con su llanto: «Tenemos mucho miedo de los misiles». «No podemos dormir». «Nunca más vamos a poder dormir de nuevo». Imaginen que son un dique y que el río de sangre ha devenido una inundación en tromba. ¿Cuánto tiempo podrían soportarla?
No tendríamos que resistir más si el mundo se levantara junto a nosotros. Si el mundo exigiera el fin del asedio y de los asesinatos y de la demolición de las casas de nuestros niños. Si exigieran que se nos ayudara mediante manifestaciones, sentadas, encierros.
Finalmente, les invito a venir a Gaza y ver el Holocausto. Porque a pesar del asedio, las barreras, la matanza de mi pueblo, la destrucción de nuestros hogares y la total destrucción de nuestras vidas por la ocupación israelí, no pueden aniquilar, no van a aniquilar el anhelo de nuestro pueblo por la igualdad y la justicia.
Mohammed Fares al Majdawali es un estudiante universitario, miembro de la Librería Infantil Al-Assria y voluntario de la Alianza para los Niños de Oriente Medio, que está enviando ayuda médica a los habitantes de Gaza (www.mcaforpeace.org). Mohammed vive con su familia en el campo de refugiados de Yabalia y aspira a convertirse en director de cine profesional.
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