Traducido del inglés para Revelión por J. M.
El gueto de Varsovia fuel el mayor de todos los guetos judíos de la ocupación nazi en Europa en la Segunda Guerra Mundial. La Franja de Gaza es el mayor gueto palestino en el Medio Oriente y el más densamente poblado del mundo.
Los alemanes cerraron el gueto de Varsovia al mundo exterior en 1940. Israel se retiró de Gaza en 2005, pero mantiene el control exclusivo del espacio aéreo y de las aguas territoriales de Gaza. Controla el movimiento de personas y mercancías dentro o fuera de Gaza. Como resultado de ello, la Unión Europea y el Observatorio de Derechos Humanos, así como las agencias de las Naciones Unidas consideran que Gaza permanece ocupada por Israel.
El desempleo era un problema importante en el gueto de Varsovia y más de 100.000 residentes murieron por enfermedad o inanición. El bloqueo israelí y egipcio de Gaza ha devastado la economía y ha causado una escasez de medicamentos básicos y de equipación médica. En 2010, el primer ministro británico David Cameron, dijo que «los bienes humanitarios y las personas deben fluir en ambas direcciones. No puede y no debe permitirse que Gaza se mantenga en las condiciones de un campo de prisioneros».
Por supuesto las comparaciones nunca son totalmente determinantes. El número de muertos entre los habitantes judíos del gueto como consecuencia de las deportaciones a campos de concentración y el arrasamiento del propio gueto fue de más de 300.000 personas. El gue entero fue arrasado casi en su totalidad durante el levantamiento de 1943, cuando los alemanes quemaron y volaron sistemáticamente los edificios, bloque por bloque, acorralando o asesinando a todos los que podían capturar.
Sin embargo, los incesantes e implacables ataques israelíes compulsivos de la última década indican que los israelíes están resueltos a que los inocentes palestinos paguen el salvajismo alemán de hace 70 años. Los crímenes de Israel contra los palestinos, de hecho, se iniciaron en 1948 con la «Nakba», la «catástrofe», cuando cientos de miles de palestinos fueron expulsados de sus hogares durante la guerra árabe-israelí. Como resultado, los palestinos son los únicos refugiados en el mundo que han recibido el estatuto de refugiados por herencia.
La masacre israelí en Shejalya, con los niños palestinos llevando banderas blancas y corriendo para salvar sus vidas de los tanques y la artillería israelíes, es una reminiscencia de la masacre en Varsovia. De acuerdo con un médico noruego que prersta asistencia en Gaza, «la impunidad de Israel es un gran problema médico. Cada niño y adulto muertos y todas las lesiones, todas las amputaciones, son cien por cien previsibles. Este es un desastre hecho por el hombre que está cínicamente planeado y brutalmente ejecutado por el Gobierno de Israel».
Hay dos factores de peso que destacan en cualquier examen de la crisis de Gaza: la intransigencia persistente del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y la falta de voluntad de Israel para buscar una solución diplomática y política a la tragedia palestina. Igual que una larga lista de políticos israelíes, Netanyahu favorece una total humillación del pueblo palestino. También está dispuesto a humillar y avergonzar a la única nación del mundo que apoya a Israel con ayuda militar y económica, los Estados Unidos. Netanyahu ha ignorado las peticiones de Estados Unidos de detener la construcción ilegal de asentamientos en los territorios ocupados e Israel incluso ha cronometrado el momento del anuncio de nuevos asentamientos con la presencia en Israel de funcionarios estadounidenses de alto rango, entre ellos el vicepresidente Joe Biden.
Netanyahu siempre se ha opuesto al denominado proceso de paz y se esmera especialmente en destruir el proceso de Oslo. En 1997, durante su primer mandato como primer ministro insistió en que sólo continuaría las negociaciones si se añade una cláusula que dice que Israel no tendría que retirarse de los indefinidos «emplazamientos militares». Según Gideon Levy, autor de The Punishment of Gaza (El castigo de Gaza), Netanyahu fue capturado en la grabación de un momento de jactancia: «¿Por qué es tan importante? Porque a partir de ese momento abandoné los acuerdos de Oslo».
El exministro de Relaciones Exteriores israelí, Abba Eban, dijo una vez que los palestinos «nunca pierden la oportunidad de perder una oportunidad». Ahora se puede decir lo mismo de los israelíes. El primer ministro Netanyahu ha avergonzado en repetidas ocasiones al presidente palestino Mahmoud Abbas, dedicado a una solución pacífica a la crisis. Abbas ofreció a Netanyahu una oportunidad más en abril, cuando creó un Gobierno de consenso nacional palestino con Hamás. La Autoridad Palestina y el presidente Abbas establecieron los términos del nuevo Gobierno, que incluían el compromiso palestino con la no violencia, la adhesión a los acuerdos pasados e incluso el reconocimiento de Israel.
Estos términos no sólo se diseñaron para atraer a Israel, sino también para satisfacer las exigencias de Estados Unidos y sus aliados europeos. Según Nathan Thrall, analista del International Crisis Group que cubre Gaza, Israel, Jordania y Cisjordania, Israel se opuso a EE.UU. en el reconocimiento del nuevo Gobierno e intentó aislar a los palestinos en el ámbito internacional.
El Presidente Netanyahu está utilizando una abrumadora fuerza militar para aterrorizar a una comunidad civil con el fin de volver a la situación anterior que limita en Gaza el uso de la electricidad, el sistema que permite que las aguas residuales viertan en el mar para asegurar que el agua sigue siendo potable y se asegura de que la escasez del combustible que alimenta las plantas de saneamiento deban cerrarse. Se garantiza así la perpetuación de la desesperación entre quienes se ven obligados a vivir en estas condiciones. Tal desesperación llevaría a cualquier ser humano a creer que la resistencia violenta es el único recurso.
Tal vez la comparación con el gueto de Varsovia no sea totalmente descabellada después de todo.
Melvin A. Goodman (y Carolyn McGiffert Ekedahl) son los coautores de «The Wars of Eduard Shevardnadze» (The Pennsylvania State University Press, 1997). Goodman es también autor de National Insecurity: The Cost of American Militarism (City Lights Publishers, 2013).
Fuente: http://www.counterpunch.org/2014/07/23/gaza-and-the-warsaw-ghetto/
rCR