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Gladys Marín, la mujer que se ganó el corazón de los movimientos de diversidad sexual

Fuentes: El Desconcierto

A 11 años de su partida física, El Desconcierto recuerda a Gladys Marín en una de sus facetas que hicieron historia. En una época en que el conservadurismo atravesaba todas las tendencias políticas, la dirigenta comunista y su carisma característico lograron ganarse el corazón del mundo de las diversidades sexuales, que hasta hoy la recuerdan con añoro y nostalgia.

Desde que su abuela le dijo a Víctor Hugo Robles la simple frase «me gusta esa mujer», el Che de los Gay decidió acercarse como fuese a la figura de Gladys Marín Millie. En las marchas le regalaba flores, que ella felizmente llevaba en su mano hasta llegar a su casa.

En medio de una concentración en el parque Quinta Normal por su candidatura presidencial -que estuvo marcada por importantes figuras de la lucha por la diversidad sexual, como su íntimo amigo Pedro Lemebel-, Robles decidió regalarle una banda de mandataria, algo que no fue bien visto por los dirigentes comunistas de la época.

El sociólogo y cientista político Tomás Moulián, en esa época generalísimo de la campaña de Marín, recuerda que algunos consideraron ese episodio como una especie de «Sodoma y Gomorra»: «Y cuando finalmente se le puso la banda, un grupo de viejos militantes se retiró indignado diciendo ‘¡En lo que hemos terminado!’. Fue un rechazo homofóbico brutal».

Para muchos, Gladys Marín representa un viraje de apertura de parte del mundo de la izquierda -tradicional y cerrado- hacia el mundo de la diversidad sexual. Así la recuerda Cristián Cuevas, quien ingresó a militar en el Partido Comunista después de coincidir con Gladys en la primera marcha del orgullo gay que se realiza en Chile, a fines del año 2000. «Ella logró generar una relación extraordinaria y apropiarse del discurso emancipatorio en relación a los derechos plenos de las mujeres, reproductivos, igualdad de mujeres, rol de la mujer en política y en la sociedad, lo que le generó una adhesión en sectores que no éramos militantes», dice Cuevas.

«Cuando Gladys marcha con nosotros junto a Pedro Lemebel, Tatiana Hernández, Juan Pablo Sutherland y otros, ella llega investida de todo lo que es la expresión de la diversidad sexual en nuestro país. Fue uno de los grandes gestos que hace Gladys al movimiento por la diversidad y que seguramente generaba tensiones al interior de la militancia más clásica del Partido Comunista», agrega.

Durante la marcha del Orgullo Gay, algunas personas homosexuales de derecha preguntaban a Juan Pablo Sutherland extrañados: -¿Y por qué está la Gladys Marín? ¿Por qué ustedes hegemonizan desde la izquierda la causa homosexual? -Nosotras llamamos a todas las militantes y políticos y la única que llegó acá fue la Gladys Marín ¿qué le vamos a hacer? Ella es la que quiere apoyar la causa homosexual- replicaba Sutherland.

El ex candidato presidencial Jorge Arrate ve a Marín como la principal heredera de Luis Emilio Recabarren, una de las pocas personas que ha sabido combinar la dimensión política, social y cultural de las luchas sociales. «Ella fue capaz de sumergirse en mundo de diferencias culturales, abrirse en un partido que todos decían cerrado y tradicional, ella no lo fue y tuvo apertura a sectores culturales, hacia los diferentes, hacia el otro, tenía una mirada muy rica sobre el otro», afirma.

El programa de la candidatura presidencial de Gladys Marín en 1999 incluía un ítem llamado «Valorizar las diferencias de género, étnicas y de opción sexual». Dentro del capítulo, se pueden encontrar los siguientes puntos: a) la legislación debe castigar cualquier discriminación por motivos étnicos, de género, de opción sexual o religiosa, b)la educación debe favorecer la tolerancia y presentar como contra-valores el racismo, el machismo, la homofobia o la intolerancia religiosa.

No es el único capítulo que escribiría Gladys sobre su visión acerca del tema. En su libro biográfico «La vida es hoy», el episodio XXIX lleva como título «Como sea tu rabioso cariño» (frase de Lemebel), en el que reconoce su cercanía y amor por el mundo gay y se desmarca de las críticas de su propio partido hacia las diversidades sexuales.

«Nadie tiene derecho a excluirlos. No hay hogueras ni cruzadas para nadie, cada ser humano hace su opción en todos los campos. No se puede ver ‘maldad’ o ‘degeneración’ en algo que sólo corresponde a la diversidad», dice Marín.

En el libro dedicaría también un extracto a Víctor Hugo Robles, en la que destaca sus actos como incómodos al poder establecido. «Tal vez muchos no comprendan aquellos actos irreverentes, junto a los cuales estoy. Seguramente muchos los rechazan y me cuestionan y deslizan la crítica en la pregunta: ¿Cómo la Secretaria General del Partido Comunista se permite marchar del brazo de un homosexual exhibicionista? Para mí es un compañero más que desde su sentir, con su lenguaje y rebeldía, se levanta en contra del sistema».

El día del entierro de Marín en el Cementerio general, el Che de los Gay iba con unos tacos de 7 centímetros y un santo de San Sebastián marchando junto a la gigante masa que llevaba el féretro de Gladys. estaba muy lejos de donde iba ella. Abriéndose camino entre los círculos de seguridad, sorprendentemente encontró poca resistencia. De un minuto a otro estaba al lado de ella. Se puso apuntando con el santo a modo de fusil, como si fuera su guardaespaldas.

«¿Cómo era posible que en medio de todo ese pueblo yo hubiese llegado a estar ahí rindiéndole ese homenaje? La única explicación que me di es que era ella la culpable, porque a ella le encantaban esas huevadas, esas locuras. Sentí que todavía estaba viva, que nos quería a nosotros», dice Robles.

Lemebel y su amiga la «Gladucha»

Desde que se conocieron en medio de una marcha por aniversario del Informe Rettig, Pedro Lemebel y Gladys Marín se hicieron inseparables. El escritor describiría ese momento como un «enamoramiento instantáneo», y son numerosos los relatos que le dedicaría a la «Gladucha». De hecho, al día de su muerte, Lemebel estaba preparando un libro de memorias titulado «Mi amiga Gladys». «Quiero que sea un libro hermoso como ella se lo merece», había dicho sobre la obra.

Uno de los recuerdos que alguna vez escribió sobre su amiga fue sobre un Once de septiembre posterior a su muerte:

«Me pregunto si este año iré a la marcha al cementerio. La vieja manifestación de todos los onces cuando sonaba el teléfono a las ocho de la mañana y era mi amiga Gladucha para decirme: levántate, niño, que te esperamos en la Alameda. Y allí íbamos, con ese sol amarillo que pa’ más recachas alegra esta fecha trágica. (…) Gladys me veía de lejos, y con un gesto me llamaba a encabezar la marcha. Me ahuecaba su ala con cariño para que a su lado, también yo formara parte del lienzo humano que lideraba el mitin. ‘¿Y por qué este maricón va adelante?’, escuchaba alguna voz que, con justicia, alegaba por mi protagonismo. ‘No te muevas de mi lado’, me decía Gladys tomándome del brazo».

Fuente: http://www.eldesconcierto.cl/pais-desconcertado/2016/03/06/gladys-marin-la-mujer-que-se-gano-el-corazon-de-los-movimientos-de-diversidad-sexual/