Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Parecía la escena de una ópera. Agrupados en la entrada y en los balcones del segundo piso de un extraño edificio en Atenas, frente a una magnífica vista del Partenón, los activistas españoles colgaron pancartas y enarbolaron signos por la paz y proclamaron que nunca abandonarían el edificio, la embajada de España, hasta que su gobierno les garantizara que su barco, «Gernika», pudiera finalmente zarpar hacia el sufriente y sitiado territorio de Gaza.
Como en el caso de los demás navíos de la «Flotilla de la Libertad 2», una flotilla internacional que se proponía romper el bloqueo naval de Gaza, las medidas burocráticas impuestas por el gobierno griego habían impedido la salida del barco de los españoles. Era algo inaceptable para los activistas. El 4 de julio de 2011, el embajador español en Grecia había aceptado reunirse con solo cuatro de los activistas españoles, pero en un momento acordado previamente, uno de los cuatro había bajado, abrió la puerta y dejó entrar a otros 17 para ayudarles a ocupar la embajada. Hoy, tres días después, han publicado una elocuente declaración explicando por qué se niegan a marcharse. Exigen que se termine el bloqueo ilegal de Gaza y que se libere de inmediato su barco para que puedan llegar pronto a la costa de Gaza.
Estoy aquí por que soy una pasajera activista del barco de la flotilla de EE.UU., el Audacity of Hope [Audacia de la esperanza], bloqueado también por la decisión del gobierno griego. Tratamos de escapar a aguas internacionales pero fuimos remolcados de vuelta al muelle por embarcaciones fuertemente armadas de los guardacostas griegos. No hemos intentado ocupar la embajada. «Es lo que vuestro grupo debería hacer», dijo uno de los principales organizadores de la flotilla internacional, refiriéndose a la acción española.
Tiene razón. Y a pesar de todo, existen diferencias cruciales y reveladoras entre la embajada de España en Atenas, donde conté exactamente a un guardia de seguridad que vigilaba despreocupadamente en la primera tarde de la manifestación de los activistas españoles, y la embajada de EE.UU. en esa ciudad. La embajada de EE.UU. ocupa hasta unas cuatro manzanas. Edificios blancos rectangulares están rodeados por cercas de un color gris militar cubiertas de púas. Los empleados de la embajada llegan a un punto de control y son sometidos a cateos rutinarios que incluyen el examen de la base de su vehículo mientras pasa sobre un foso. Docenas de guardias mantienen permanentemente la seguridad. ¿Qué requiere medidas de seguridad tan complicadas? ¿Es simplemente que las vidas estadounidenses son más valiosas que las de otros y por lo tanto deben protegerse intensivamente, o será que las políticas económicas y políticas amenazantes impuestas por EE.UU. han causado antagonismo y furia suficiente como para poner en peligro a representantes oficiales de ese país en casi cualquier parte del mundo?
Algunos de nosotros, que estábamos ayunando tranquilamente al otro lado de la calle de nuestra embajada, antes esta semana, llamamos a EE.UU. a ayudar a liberar Gaza, liberar nuestro barco de un puerto griego, y liberar, o por lo menos visitar, a nuestro capitán que estaba, entonces, detenido en una cárcel griega. Cuando nos negamos cortésmente a terminar con nuestra presencia en ayunas, nos cargaron en patrulleros de la policía griega y nos retuvieron durante varias horas. Al día siguiente, la policía griega volvió a detener a seis activistas estadounidenses, esta vez por estar sentados en un banco al otro lado de la casa del embajador de EE.UU. en Grecia.
Si los activistas estadounidenses hubieran tratado de ocupar la embajada de EE.UU. en Atenas, en una acción comparable a la de los españoles, seguramente no nos habrían filmado saludando desde balcones al aire libre. Es probable que las únicas cámaras del del complejo estadounidense que habrían cubierto un evento semejante hubieran sido las cámaras de vigilancia.
Y, por cierto, la situación apremiante que queremos presentar no es la nuestra sino la de los palestinos en Gaza, que pocas veces tienen la oportunidad de elevar o amplificar sus voces. Nuestra pregunta esencial, nuestro timón, mientras contemplamos los próximos pasos, quiere saber en qué medida podemos concentrar la atención del mundo en el sufrimiento de los palestinos en Gaza. Hoy leí un artículo del profesor Noam Chomsky en el que pidió a Chris Gunness, portavoz de la Agencia de Ayuda y Trabajo de la ONU en Gaza que describiera la crisis humanitaria que enfrentan los gazanos. «Si no hubiera una crisis humanitaria, si no hubiera una crisis en casi cada aspecto de la vida en Gaza no habría necesidad de una flotilla», dijo Gunness. «Un 95% del agua en Gaza no es potable, un 40% de todas las enfermedades se transmiten por el agua… un 45,2% de toda la fuerza laboral carece de trabajo, un 80% depende de la ayuda, la pobreza extrema se ha triplicado desde el comienzo del bloqueo. Terminemos con este bloqueo y no habrá necesidad de una flotilla.»
Así es la vida. Nuestra formación como activistas por la paz y contra la guerra debería guiarse mediante la concentración en la gente más empobrecida que soporta el peso de nuestra guerra económica y militar. Nosotros, activistas de EE.UU, debemos seguir aprendiendo de las acciones durables y de los planes de los españoles y de otros muchos activistas nternacionales reunidos aquí en Atenas, muchos de los cuales enfrentan nuevas políticas económicas draconianas en sus países mientras las instituciones financieras prevalecen sobre los gobiernos y exigen nuevas medidas de austeridad.
Los activistas griegos que se reúnen cada noche en la Plaza Syntagma de Atenas han creado un medio inspirador, efectivo, para desarrollar la libre expresión y una acción determinada, arriesgada, en un entorno que se ha desarrollado para subrayar la simplicidad, compartir los recursos y una clara preferencia por el servicio en lugar de la dominación.
Dejo Grecia esta noche con un dolor sincero por no haber pasado más tiempo aprendiendo de estos resueltos activistas.
Otra participante de la campaña del Barco a Gaza de EE.UU., Missy Lane, y yo, nos dirigiremos a Tel Aviv, donde queremos formar parte de una «flytilla» [una flotilla volante], una nueva campaña que reunirá a cientos de activistas en el aeropuerto Ben Gurion de Israel, todos con el propósito de llegar a los campos de refugiados palestinos y/o visitar a familias en Gaza.
Antes, esta noche, un grupo de activistas estadounidenses que han podido quedarse más tiempo, aquí en Atenas, se manifestaron en cada una de las calles fuertemente vigiladas, que llevan a la residencia del embajador de EE.UU. en Grecia. El embajador auspicia un inmenso festival esta noche, en celebración del 4 de julio estadounidense que conmemora la independencia.
Varios griegos que pasaron junto a nosotros leyeron nuestros letreros pidiendo libertad para Gaza y nos pidieron que comprendamos que hace solo un año, el gobierno de Grecia no mostró ninguna señal de someterse a la presión israelí o estadounidense y permitió que barcos de la flotilla internacional zarparan. Pero, ahora depende de los caprichos de las elites financieras del mundo. El FMI está imponiendo medidas draconianas que arruinarán su economía y los convertirán en siervos de los los dictados de las multinacionales extranjeras. ¿Qué pasaría si el gobierno desafiara a los amos?
Al gobierno griego le han dicho que se arrodille y bese el polvo, y si no lo hace se le dirá que se coma el polvo.
Hasta ahora, el gobierno ha cumplido, y un ejemplo de su exasperante obediencia es su cooperación con la insistencia de los gobiernos de Israel y EE.UU. de que no se debe permitir que ningún barco salga rumbo a Gaza desde los puertos griegos.
Puede que la flotilla no parta de los puertos griegos este mes, pero la idea y la práctica del disenso lo harán con toda seguridad. La primavera árabe ha plantado semillas en todo el Mediterráneo oriental, desde su cuna en Túnez, pasando por el derrocamiento de Mubarak hasta aquí en Grecia, y por cierto, por todo el mundo, mientras se extiende al esperado verano europeo. Con la democracia en Gaza, aquí en Grecia, y en todo el mundo, que depende tanto de lo que nuestro propio gobierno haga en EE.UU., los ciudadanos de nuestro país deberían pensar, pensar constantemente, en acciones diarias, atrevidas e inspiradoras, que podamos emprender en EE.UU., donde enfrentamos tan poco riesgo en comparación con tantos que viven en extrema precariedad, tantos que nos llaman a todos a llevar su dura lucha más allá de una Primavera Árabe hacia un perenne esfuerzo humano por la libertad; hacia la esperanza, tal vez una esperanza extravagante, incluso para un otoño estadounidense.
Aquí en Grecia, en Egipto, en Gaza, y en todo el mundo, se desarrolla un grandioso drama, que podrá terminar en aflicción o en júbilo, lo que depende en gran parte de si la gente en EE.UU. está observando y de si está dispuesta a entrar en escena.
La autora coordina la organización Voices for Creative Nonviolence ( www.vcnv.org ) y ha trabajado de cerca con los Voluntarios Juveniles Afganos por la Paz. Es autora de Other Lives, Other Dreams publicado CounterPunch / AK Press. Para contactos: [email protected]
Fuente: http://www.counterpunch.org/
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