El tono que domina en Siria ha entrado en la etapa de la guerra civil. ¿Ha entrado Siria en esa etapa de guerra civil? Eso es lo que ha indicado el delegado internacional (Kofi Annan), y también lo que ha dicho Ban Ki Moon, el Secretario General de Naciones Unidas. Del mismo modo se ha […]
El tono que domina en Siria ha entrado en la etapa de la guerra civil. ¿Ha entrado Siria en esa etapa de guerra civil?
Eso es lo que ha indicado el delegado internacional (Kofi Annan), y también lo que ha dicho Ban Ki Moon, el Secretario General de Naciones Unidas. Del mismo modo se ha convertido en el titular principal de los grandes periódicos internacionales, que se repite en los periódicos árabes.
Lo primero es necesario que sepamos cuál es el significado de una guerra civil, porque como suele pasar, se utilizan los vocablos sin determinar el significado que se quiere dar a entender o simplemente circulan con distintos significados. La guerra civil normalmente está ligada a una lucha que no es entre el pueblo y el poder gobernante, sino entre sectores del pueblo mismo. La guerra civil libanesa fue entre dos partes que se dijo que representaban a sendas sectas (cristianos y musulmanes) y la guerra civil española fue entre los que estaban a favor de la república y los que apoyaban la monarquía, pero ambos bandos eran del pueblo. En este sentido, la guerra aquí se está convirtiendo en una guerra entre sectores del pueblo y el poder gobernante en una guerra entre sectores del propio pueblo, o que comenzó en un principio como una lucha entre sectores del pueblo.
En Siria, todo lo que se indica es que hay una lucha que ha pasado de ser una lucha entre el pueblo y el poder gobernante a ser una lucha entre sectores del pueblo en sí mismo. Lo que se quiere decir aquí es que la lucha se convierte en una lucha sectaria (suní-alauí) concretamente. La justificación que suele aducirse son las masacres que cometen «fuerzas» del poder (los shabbiha), y las reacciones a ellas. La última ha sido la masacre de Al-Hula (y otras masacres posteriores). También se suele señalar que se están expandiendo las actividades del Ejército Libre para decir que la lucha se está convirtiendo en una guerra civil.
Sobre el terreno, la lucha entre el pueblo y el régimen se mantiene, ya que los sectores participantes en la revolución se han expandido y el poder se ha quedado sin base popular, o incluso social, tras pasar los comerciantes de ser un apoyo del régimen y financiadores de los shabbiha a estar convencidos de la necesidad de la marcha del poder, pues parece incapaz de poner fin a la lucha y lograr la estabilidad necesaria para la actividad económica. Algunos de ellos han dado un paso más anunciando la huelga.
A pesar de todos los intentos del poder de provocar la lucha sectaria durante meses, especialmente en Homs, las reacciones populares se han centrado en la lucha con el poder y no con una secta a la que el régimen quiere empujar a una guerra sectaria (me refiero aquí a los alauíes) para garantizar su aferramiento a este régimen por el hecho de que miembros de esta secta conforman su «estructura más sólida». Las reacciones que hayan ido más allá de esto han sido momentáneas. Así, la lucha sigue estando centrada en las formas con las que la revolución comenzó y las que ha mantenido, sin caer en una guerra sectaria como desea el poder.
Por el contrario, no podemos decir que los alauíes hayan entrado en una lucha sectaria. Hay shabbiha que matan y son entrenados en el marco de la red de la mafia que se fundó con Yamil al-Asad (hermano de Hafez) y que han heredado Rami Makhlouf y Maher al-Asad. Es decir, son un sector mafioso militar ligado a los intereses de quienes dominan el poder. En lo que respecta a los alauíes, a pesar de que parezca que están aferrados al poder, en muchos pueblos y ciudades lo que sucede es que tienden a retrotraerse por miedo a las reacciones que pueden darse como resultado de las masacres del poder y las prácticas de los shabbiha.
En consecuencia, no percibimos que la situación haya llegado a la etapa de guerra civil, ni parece que vaya a llegar ya que la lucha se ha centrado en torno a las demandas del pueblo y al enfrentamiento al poder, que le ha llevado a la situación en la que ahora se encuentra. Por ello, continúan las manifestaciones y se expanden las actividades del Ejército Libre contra el poder, mientras el objetivo central sigue estando presente: derrocar al régimen y no caer en una lucha sectaria. Los jóvenes que juegan el papel clave en la revolución son conscientes de que su lucha es con el poder, y con ello la defienden activamente, pues su objetivo es derrocar al régimen. A pesar de que se hayan cometido excesos, la lucha ha seguido siendo una lucha del pueblo contra el régimen, y así seguirá siendo gracias a la lucidez de aquellos.
A tenor de lo dicho, puede decirse que hablar de una guerra civil es, bien resultado de un entendimiento erróneo (a veces debido a una tergiversación de los conceptos o a la precipitación en la emisión de juicios), bien resultado de un intento de convertir la lucha en una guerra civil. Esto último parece claro en la política de algunos países que dicen que apoyan a la revolución, y empujan a que se arme para convertir la revolución popular en una guerra armada con fuerzas disfuncionales desde el principio, nutrida de fundamentalistas que tal vez intenten que la situación derive en una guerra sectaria, con la esperanza de que se produzca una intervención imperialista. Por tanto, mucho de lo que se publica en los medios occidentales y árabes no es inocente, ni es el producto de una mirada realista o un error «de conocimiento». Lo que parece claro es que hay quien no quiere que la revolución siria salga victoriosa, y piensa que lo mejor para abortarla es convertirla en una guerra armada que adopte un cariz sectario. Esto es lo que ha querido el poder desde el principio.
En Siria no hay una guerra civil, ni creo que la vaya a haber, porque el pueblo tiene la determinación de derrocar al régimen.
Publicado por Traducción por Siria