Es realmente difícil aceptar que el Complejo Militar Industrial, el lobby sionista y todos los intereses que se ocultan detrás de la cara, más bien amargada y ya no tan sonriente de Obama, no creen una nueva provocación después que Rusia les haya paralizado la mano agresora y anotado una importante victoria política. Tanto el […]
Es realmente difícil aceptar que el Complejo Militar Industrial, el lobby sionista y todos los intereses que se ocultan detrás de la cara, más bien amargada y ya no tan sonriente de Obama, no creen una nueva provocación después que Rusia les haya paralizado la mano agresora y anotado una importante victoria política. Tanto el premier ruso Vladimir Putin como el cancilller S. Lavrov, han demostrado en estos últimos meses, tener una capacidad y altura que dejan muy atrás a sus homólogos Obama y Kerry. La carta que el primer ministro ruso publicó en el New York Times la semana pasada dirigida al pueblo estadounidense, además de dejar sin argumentos válidos a sus oponentes, lo colocó como un dirigente político de excepcional talla mundial y alta responsabilidad, al defender la vigencia de la legalidad internacional y las vías pacíficas y multilaterales de solución de los conflictos. Fue como decir: «Rusia, aun cuando concluyó la Guerra Fría, está aquí de nuevo y con ella hay que contar». Posiblemente los analistas de política internacional deban anotar este hecho como el punto que podría señalar la inflexión hacia un nuevo mundo multipolar.
Sin embargo, a pesar de esto, es la propia irresponsabilidad y ambición imperial, la que nos llama a reflexionar y preguntarnos: ¿Se quedarán conformes los del imperio con lo que una buena parte de la humanidad ha interpretado como una evidente derrota política sufrida por ellos?
El propósito de liquidar al gobierno del Partido Baas en Damasco y de la familia Al Assad de su dirección, continúa más vigente que nunca, solo que por el momento, parece que la operación de «bandera falsa», preparada para achacarles la responsabilidad por la utilización de gases venenosos, no les va saliendo bien y han debido negociar. El hecho fue demasiado burdo y rápidamente vino a la mente de muchos gobiernos y personas en todo el mundo, los embustes de las «armas de destrucción masiva» en manos de Saddan Hussein; los «ataques de los vietnamitas en el Golfo de Tonkin»; «la inexistente masacre cometida por Gadafi en Benghazi», y hasta «la voladura del acorazado Maine en 1898, en la bahía de La Habana», que facilitó declararle la guerra a España y ocupar militarmente las islas de Cuba, Filipinas y Puerto Rico. A pesar del poderío de los medios masivos del imperio y de sus aliados, ya van perdiendo credibilidad y no pueden tan fácilmente imponer sus matrices de opinión.
En la guerra contra Siria, que ya alcanza casi tres años, librada a partir de una minoritaria «oposición nacional», inflada rápidamente con la introducción en el país de mercenarios y terroristas de toda laya, ha participado una muy poderosa coalición dirigida desde Washington, con el apoyo de otros miembros destacados de la OTAN, como Francia y el Reino Unido, así como Turquía, base esta última considerada tal vez fundamental para lanzar y sostener el conflicto, aunque debido al poco apoyo interno y dificultades políticas, no se ha podido emplear a fondo como habrían deseado sus gobernantes y aliados extranjeros. Las multimillonarias petromonarquías del Golfo, no han escatimado recursos, principalmente Arabia Saúdita y Catar.
Por ello, el imperio y sus aliados, han visto con gran preocupación, que sobre todo a partir de los últimos meses, las fuerzas del ejército pasaran a la ofensiva y propinaran serios golpes a sus mercenarios. El gobierno sirio, las instituciones y las fuerzas armadas se mantenían firmes y unidas, y daban señales de ganar más apoyo popular.
La toma de la ciudad de Al Qusair, donde contaron con ayuda de combatientes de Hizbulá, muy cerca de la frontera libanesa, cerró el paso de los terroristas que penetraban hacia el centro del territorio para crear una «zona libre» en las ciudades de Hama y Homs, las cuales pretendían convertir en el Benghazi sirio, donde proclamar un «gobierno independiente». Además, tomada esta región, obstaculizaban las comunicaciones de la capital hacia las importantes poblaciones del norte (Alepo e Idlib) y hacia la costa (Tartus, Banias y Lataquia).
Este curso de los acontecimientos en el teatro de operaciones militares, fue posiblemente el que impulsó la provocación montada para acusar al gobierno de la utilización de gas sarín, que implicaba el traspaso de la «línea roja» marcada por el jefe del imperio. Solo la utilización de la aviación y la cohetería imperial, podía evitar el desastre que se produciría si la mercenaria tropa terrorista y jihadista, ya enfrascada en profundas divisiones internas, comenzaba a retirarse en desbandada hacia los países vecinos.
Los Estados Unidos había tomado medidas para tratar de evitar que los mercenarios más extremistas, vinculados a Al Qaeda, al Frente Al Nuzra y al Califato Islámico para Siria e Iraq, quienes al parecer integran los grupos más agresivos, recibieran lo fundamental de las armas y recursos que estaban suministrando. Solicitaron ayuda para esto a Turquía y trataron de crear «filtros» en otras fronteras, pero con muy poco éxito. En una base de entrenamiento y filtraje creada en los límites de Jordania con Siria, la CIA y personal de tropas especiales estadounidenses y británicas, prepararon un primer grupo, que infiltrado semanas atrás con el propósito de llegar a Damasco y comenzar las acciones para la toma de la capital, fue dispersado y puesto en fuga por tropas del ejército sirio.
La experiencia de la guerra contra Libia y de otros conflictos anteriores, indican que solo una fuerte superioridad aérea, podría hacer cambiar la situación militar a favor del imperio y sus mercenarios. Sin embargo, esta afirmación tampoco puede ser absoluta. Si en Libia la aviación de la OTAN, que fue la que decidió la guerra a partir de la tramposa interpretación de una resolución del Consejo de Seguridad, pudo atacar impunemente sin encontrar ninguna resistencia, en Siria la situación podría ser muy diferente. Sus fuerzas armadas han venido preparándose durante muchos años para defenderse de las agresiones de Israel, poseen armamento antiaéreo moderno y experiencia. Al principio del conflicto un caza turco trató de comprobar su capacidad de defensa antiaérea y fue derribado en la costa frente a Lataquia. Rusia, que en el conflicto de Libia permaneció pasiva, ahora ha afirmado claramente estar comprometida con la defensa de Siria. Irán ha dicho otro tanto.
Hizbulá, conociendo que si cae el gobierno de Damasco ellos serán el próximo objetivo, ha desarrollado un potencial militar, tan poderoso como novedoso y original. Ya se anotaron una victoria sobre el ejército sionista en el 2006. No debe subestimarse su capacidad para realizar operaciones sorprendentes y golpear objetivos de los agresores a cientos de kilómetros de distancia.
Estos parecen ser elementos de disuasión importantes, al igual que la falta de apoyo interno que provocó la «bravuconería» de Obama. Una reciente encuesta realizada por la CBS News junto al NY Times, mostró que el 68 por ciento de los estadounidenses se oponen a una guerra en Siria. Ya el premier británico había fracasado en su intento de contar con el apoyo del parlamento.
Entonces la situación actual podría plantearse en los siguientes términos: ¿Aceptará Obama y quienes lo han estado impulsando a una aventurera agresión a limitarse a continuar con la guerra sucia, cada vez más impopular por tener que apoyarse en bandas de fanáticos terroristas, que ya anteriormente han atacado a los propios EEUU y sus aliados, y que a mediano o largo plazo será derrotada por el pueblo sirio, o montarán una nueva provocación para emplear a fondo su potencial aéreo y coheteril contra Siria?.
Tanto Kerry como Obama, han afirmado en días recientes que a pesar de los acuerdos con Rusia para la eliminación del arsenal de armas químicas, no han descartado el posible uso de la fuerza, lo cual debe interpretarse como la utilización de la aviación y la cohetería, pues la fuerza la han estado utilizando desde el comienzo del conflicto.
Sospechosamente algunos medios han comenzado a afirmar que el gobierno sirio podría incumplir los acuerdos, traspasando secretamente parte de su arsenal químico a Hizbulá en Líbano o simplemente, los Estados Unidos podrían descartar la credibilidad de los inspectores de la ONU, tal como hicieron en Iraq.
¿Habrá una nueva provocación?
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