Turquía y Siria se hallan enzarzadas en una violenta disputa que ha ido subiendo de tono tras el derribo de un Phantom F-4 turco por parte siria. Ambos vecinos, fuertemente armados, avanzan de forma gradual hacia un enfrentamiento militar, que difícilmente puede quedar aislado en un punto determinado de la región y puede propagarse a […]
Turquía y Siria se hallan enzarzadas en una violenta disputa que ha ido subiendo de tono tras el derribo de un Phantom F-4 turco por parte siria. Ambos vecinos, fuertemente armados, avanzan de forma gradual hacia un enfrentamiento militar, que difícilmente puede quedar aislado en un punto determinado de la región y puede propagarse a todo el área. En consecuencia, podría ser suficiente una chispa -un incidente como el que acabo de mencionar- para encender una hoguera entre Ankara y Damasco, cuyas llamas podría inflamar la región.
En esta singular coyuntura, Turquía se abstiene de adoptar ninguna medida militar contra Siria. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, subrayó en un discurso en el Parlamento que su país mantiene una postura basada en el «sentido común» que no debería interpretarse en ningún caso como «una muestra de debilidad». El nuevo enfoque turco confía en la diplomacia activa, en las notables sanciones económicas, en la guerra psicológica y en la movilización de la OTAN y las potencias occidentales para procurar aislar en mayor medida al régimen de El Asad.
Conviene observar que los miembros de la OTAN y los ministros de Asuntos Exteriores de la UE han pedido a Turquía que adopte una actitud de moderación y evite iniciativas conducentes a un enfrentamiento militar. «Una intervención militar en Siria no es objeto de consideración», ha señalado el ministro de Asuntos Exteriores holandés, Uris Rosenthal. Sin embargo, Erdogan subrayó que «las normas de acción y combate de las fuerzas armadas turcas han variado» y añadió que cualquier movimiento de avance de fuerzas sirias en dirección a la frontera turca sería interpretado como una amenaza y «considerado como un objetivo militar».
Esto significa, en realidad, que Turquía está creando una zona segura de facto que obstaculice la capacidad siria de desplazar tropas cerca de la frontera. Dado el caso, tal iniciativa permitiría a los rebeldes sirios cobrar fuerza en esta zona fronteriza y avanzar hacia el interior del país.
Evidentemente, el primer ministro turco Erdogan habló de forma circunspecta y reiteró que su país se pronuncia con moderación, pero advirtió que «la ira turca es más intensa cuando el caso lo requiere». Aquí hay inequívocamente, una amenaza implícita: que la cuestión de la zona segura de facto significa que Turquía no permitiría que las fuerzas sirias se acerquen a la frontera, permitiendo de este modo que los rebeldes se desplacen por la zona.
Por tanto, y aunque Turquía no amenaza con lanzar un ataque preventivo contra el régimen de El Asad, da indudablemente pasos indirectos para apoyar a los rebeldes sirios. Informes recientes afirman que Turquía, junto con Arabia Saudí y Qatar, canaliza armas a los rebeldes sirios con el consentimiento implícito de Estados Unidos, aunque Ankara lo niega.
Volviendo al presente ataque contra el avión turco, quedan numerosos puntos sin aclarar. No sabemos durante cuánto tiempo estuvo sobre territorio sirio. ¿Fue un error involuntario de los pilotos o el aparato realizaba una misión de vigilancia para seguir la evolución de los acontecimientos dentro de Siria? Las autoridades turcas rechazan tales afirmaciones e indican que el avión verificaba el alcance de los radares turcos.
Siria reconoce haber derribado el aparato, pero afirma que el derribo del «objeto no identificado» no constituyó un ataque. El Gobierno sirio intenta distender la crisis diciendo que no sabía que era turco y que se limitaba a defender su territorio sin actuar de modo agresivo. «Teníamos que reaccionar de forma inmediata, e incluso aunque el avión hubiera sido sirio lo habríamos abatido», manifestó el portavoz de Exteriores sirio, Yihad Makdisi, en una conferencia de prensa en Damasco. «La respuesta siria fue un acto de defensa de nuestra soberanía realizado por un cañón antiaéreo de un alcance máximo de 2,5 kilómetros».
Pero, en su carta al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Turquía dice que la comunicación por radio interceptada muestra que las unidades sirias tenían pleno conocimiento de las circunstancias del vuelo y que Siria sabía perfectamente de quién era el aparato.
Al derribar el avión de reconocimiento, Siria intenta enviar un mensaje a Turquía, y a los países que apoyan a los rebeldes: «Cuidado, esto no es Libia, y poseemos la capacidad militar y la voluntad de oponer resistencia frente a cualquier intervención extranjera».
La declaración de Erdogan indica un cambio sutil e importante en la respuesta de Ankara a la crisis siria, en términos no sólo de presión política, económica y psicológica sobre el presidente Bashar El Asad, sino también en la creación de la citada zona segura de facto susceptible en teoría de ser ampliada para proporcionar profundidad estratégica a los rebeldes y facilitar que entren más desertores.
Siria saca músculo y, aunque Turquía no ejerce represalias en el plano militar, sus iniciativas podrían acarrear un cambio radical en el seno de Siria y entre ambos países, estrechos aliados en su día.
Fuente original: http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20120704/54320947840/hacia-un-choque-turquia-siria-fawaz-a-gerges.html