Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El 29 de abril la Casa Blanca emitió una orden ejecutiva para imponer nuevas y más severas sanciones contra Siria y llamó a los aliados europeos de la OTAN a que hicieran lo mismo.
En una carta al presidente de la Cámara de Representantes, el presidente Barack Obama escribió: «He determinado que los abusos de derechos humanos del gobierno de Siria… constituyen una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional, la política exterior y la economía de EE.UU., y justifican la imposición de sanciones adicionales.»
Su orden apuntaba entre otros a al Mahir, hermano del presidente sirio Bashar Asad y a su primo Atif Najib y también incluía -en una indicación que también se tienen otros objetivos más amplios por débil, incluso descabellada, que sea la relación- al Cuerpo Islámico de Guardias Revolucionarios iraní, y la iniciativa presidencial asevera: «A pesar de la retórica pública del gobierno de Irán afirmando su solidaridad revolucionaria con la gente en toda la región, las acciones de Irán en apoyo al régimen sirio lo colocan en extrema oposición a la voluntad del pueblo sirio».
Inmediatamente después, un responsable de la Casa Blanca amenazó con que el propio presidente Assad podría ser el próximo sancionado.
El 25 de febrero, Obama emitió una orden comparable -de hecho casi idéntica- contra Libia, solo diez días después de que comenzaran las manifestaciones contra el gobierno en la nación y tres semanas antes de que los misiles crucero y las bombas estadounidenses cayeran en su suelo.
Empleando un patrón estándar en el cual solo hay que cambiar nombres personales y de lugares, la versión anterior decía:
«YO, BARACK OBAMA, Presidente de los Estados Unidos de América, establezco que el coronel Muamad Gadafi, su gobierno, y cercanos asociados han tomado medidas extremas contra el pueblo de Libia… Las circunstancias mencionadas…plantean un serio riesgo para su estabilidad, constituyendo por ello una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de EE.UU., y por ello declaro una emergencia nacional para encarar esa amenaza.» [1]
No se puede dejar de recordar la copla de Percy Bysshe Shelley:
«Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes:
¡Contemplad mis obras, oh poderosos, y desesperad!»
32.000 millones de activos libios en EE.UU. fueron blanco de sanciones de Washington, con especial énfasis en los que pertenecieran a «toda persona determinada por el secretario del Tesoro, en consulta con la secretaria de Estado… por ser alto funcionario del gobierno» o «ser hijo del coronel Muamar Gadafi».
Veintidós días después se lanzaron misiones de bombardeo y ataques con misiles contra Libia, inicialmente bajo la Operación Amanecer de la Odisea del Comando África de EE.UU. y desde el 31 de marzo mediante la Operación Protector Unificado de la OTAN, que continúa en su séptima semana.
Libia y Siria son las únicas dos naciones del Mediterráneo y los únicos Estados árabes restantes que no se han subordinado a los designios de EE.UU. y de la OTAN de control de la cuenca del Mar Mediterráneo y Medio Oriente.
Ninguno de los dos países ha participado en la Operación Esfuerzo Activo de patrullas navales y ejercicios en el Mar Mediterránea que tiene casi diez años, y tampoco es miembro de la asociación militar Diálogo Mediterráneo de la OTAN que incluye a la mayoría de los países de la región: Israel, Jordania, Egipto, Túnez, Argelia, Marruecos y Mauritania. El Líbano es sometido a un bloqueo naval e interior (es decir, en su frontera con Siria) mantenido sobre todo por naciones de la OTAN bajo la misión en el Líbano, expandida después de 2006, de la Fuerza Interina de las Naciones Unidas en el Líbano.
Jordania y Marruecos apoyan la guerra de la OTAN contra Libia y miembros de otro programa de cooperación de la OTAN -la Iniciativa de Cooperación de Estambul- Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, suministran cazabombarderos para misiones de combate sobre Libia. Otro socio de la Iniciativa de Cooperación de Estambul, Kuwait, anunció el 24 de abril que entregará 180 millones de dólares para pagar los salarios de empleados del Consejo Nacional de Transición rebelde en Libia.
Con renovados esfuerzos a principios de este año por reclutar a Chipre al programa transitorio de la OTAN Cooperación por la Paz [2] – el miembro Suecia, por ejemplo, ha suministrado ocho aviones de guerra Gripen para la campaña contra Libia – Libia y Siria eran posiblemente los últimos puestos avanzados de independencia y no alineamiento en toda la región del Mediterráneo.
El 24 de abril, el domingo de Semana Santa, tres miembros dirigentes de la rama patricia del régimen de EE.UU. (y efectivos procónsules de nuestros días) -los senadores John McCain, quien acababa de volver de una reunión con los insurgentes libios en Bengasi, y
Joseph Lieberman y Lindsey Graham- aparecieron en el programa «State of the Union» de CNN, los dos primeros en vivo y el otro en una secuencia grabada dos días antes.
En lo que estadounidenses han llegado a aceptar como especímenes de la experticia en política exterior, diplomacia internacional y habilidad política madura de EE.UU., Lieberman declaró que la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas «justifica si la OTAN decide que quiere, dar caza directamente a Gadafi», y Graham agregó que «mi recomendación a la OTAN y al gobierno es que le corten la cabeza a la serpiente, que vayan a Trípoli, comiencen a bombardear el círculo íntimo de Gadafi, sus complejos, sus cuarteles militares.»
McCain y Graham son republicanos y Lieberman es un autoproclamado independiente quien se reúne con colegas del Partido Demócrata en el Senado y fue el candidato demócrata a vicepresidente en 2000. El que casi hubiera llegado a ser el número dos en el comando de la única superpotencia militar del mundo, para usar la frase de Obama, agregó: «No se puede entrar a una pelea con un solo pié». La transición de república a imperio costó a Roma la elocuencia de Cícero. EE.UU. no tiene nada que perder desde ese punto de vista.
Graham, llegando a un frenesí de ilimitada belicosidad y para no ser superado por su colega ni en furia, ni en chabacana fanfarria, afirmó que «el objetivo es librarse de Gadafi» y agregó «Liquidemos al sujeto».
Entró en detalles específicos:
«La gente alrededor de Gadafi tiene que despertar cada día preguntándose: «¿será mi último día? Hay bombardear a los comandantes militares en Trípoli que apoyan a Gadafi». Como dice la expresión, golpear -o para ser más exacto, matar- al sirviente para castigar al amo. El modelo de relaciones interestatales que la metrópolis imperial está imponiendo en todo el mundo con los recursos de la maquinaria militar más poderosa en la historia.
Para demostrar a Rusia y China, potencias nucleares y miembros permanentes con derecho a voto en el Consejo de Seguridad, por mucho que su obsequiosa sumisión al permitir que EE.UU. y sus aliados de la OTAN lanzaran la guerra contra Libia al abstenerse en la votación del 17 de marzo en el Consejo de Seguridad les ha ganado respeto y gratitud como socios «responsables» en la escena global, Graham también añadió:
«No se puede permitir que rusos y chinos veten la agenda de la libertad. De modo que cada vez que se va al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se encuentra a los rusos y los chinos. Son casi-dictaduras, de modo que yo no dejaría que el mandato de la ONU restringiera mi movimiento.»
Lieberman, descontento con una campaña libia que pronto entrará en su tercer mes en el calendario sin indicación de declinar, propugnó la réplica de su prevención respecto a Siria, llamando a la incautación de los activos de funcionarios del gobierno y a un embargo de armas contra la nación que hizo lo posible por vincular con Irán.
En sus palabras: «Es un momento de extraordinaria oportunidad para la causa de la libertad en Siria, y tiene una tremenda importancia estratégica para la región».
El 28 de abril, Lieberman, McCain y Graham publicaron una declaración conjunta atacando en serio a Siria, que comienza con este párrafo:
«La escalada de la represión del régimen de Bashar al Asad contra el pueblo sirio ha llegado a un punto decisivo. Al seguir el camino de Muamar Gadafi y desplegar fuerzas militares para aplastar manifestaciones pacíficas, Asad y los que le son leales han perdido legitimidad para permanecer en el poder en Siria. Instamos al presidente Obama a declarar inequívocamente -como lo hizo en el caso de Gadafi y Mubarak- que es hora de que Asad se vaya. El presidente debiera adoptar medidas diplomáticas y económicas tangibles para aislar y presionar al régimen de Asad, incluyendo sanciones específicas contra el propio Asad y otros funcionarios del régimen que son responsables por brutales abusos contra los derechos humanos.» [3]
De «Liquidemos al sujeto [Gadafi]» a «es hora de que Asad se vaya» en cuatro días.
El día siguiente el gobierno de Obama los complació en gran medida.
EE.UU. y sus aliados de la OTAN tienen, aparte de la Sexta Flota de EE.UU. y los recursos militares de Esfuerzo Activo de la OTAN desplegados permanentemente en el Mediterráneo, aviones y barcos de guerra y submarinos involucrados en el ataque contra Libia que pueden ser utilizados contra Siria en un instante.
El 27 de abril, Rusia y China impidieron evidentemente que EE.UU. y sus aliados de la OTAN impusieran un equivalente de la Resolución 1973 contra Siria en el Consejo de Seguridad, y el embajador adjunto ruso ante la ONU, Alexander Pankin, declaró que la actual situación en Siria «no plantea una amenaza para la paz y la seguridad internacionales». Siria es el último verdadero socio de Rusia en el Mediterráneo y el mundo árabe y alberga una de las únicas dos bases navales rusas en el exterior, en Tartus. (La otra se encuentra en Crimea ucraniana.)
En mayo pasado el presidente ruso Dmitry Medvedev se convirtió en el primer jefe de Estado soviético o ruso en visitar Siria donde prometió ayuda en el desarrollo de la infraestructura de petróleo y gas de la nación y discutió la construcción de una planta de energía nuclear.
Sin embargo, bloqueado esta vez en el Consejo de Seguridad, Occidente ha recurrido a expedientes unilaterales, a los que se refiere como «coalicionales», el primero de los cuales es la orden ejecutiva de Obama.
Gran Bretaña, Francia, Alemania y Portugal hicieron circular antes esta semana un borrador para una iniciativa de Resolución de tipo 1973 contra Siria, a falta de la cual Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y España solicitaron el 27 a los embajadores sirios en sus países que condenaran las acciones de su gobierno en su país.
En sincronización con la acción de EE.UU. del 29, la Unión Europea anunció que planifica imponer una amplia gama de sanciones contra Siria, incluido el ya típico portafolio de prohibiciones de viajes, congelación de activos y embargo de armas.
Lo que tiene lugar actualmente es la realización del proyecto del ex presidente George W. Bush de «cambio de régimen» en Siria de hace seis años, después del asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri en el Líbano y la subsiguiente Revolución del Cedro -un término acuñado por la entonces subsecretaria de Estado para Asuntos Globales de EE.UU., Paula Drobriansky- la retirada de las tropas sirias del país y la retirada del embajador estadounidense de Damasco.
En 2005, las principales potencias occidentales -EE.UU., Gran Bretaña, Francia y Alemania- actuaron contra Siria en las Naciones Unidas. Entonces, Rusia y China bloquearon en octubre de ese año la adopción de medidas más punitivas según la Resolución 1636 del Consejo de Seguridad.
En ese mismo mes, el ministro de defensa israelí Shaul Mofaz reconoció que Siria podría ser objeto de una acción militar estadounidense, y dijo «no me sorprendería si Siria obtuviera una tarjeta roja», según el Daily Telegraph británico.
Poco antes, el Consejero Nacional de Seguridad Stephen Hadley y Karen Hughes del Departamento de Estado visitaron Turquía donde, según Turkish Daily News: «Ambos funcionarios estadounidenses dijeron que el gobierno de Washington busca maneras de facilitar un cambio de régimen en Siria».
Hace seis años, planes estadounidenses y aliados de derrocar el gobierno de Siria mediante subversión, agresión militar o una combinación de ambas cosas, eran justificados con acusaciones del supuesto papel de Siria en el asesinato de Hariri, la subversión del régimen cliente de EE.UU. en Iraq y el apoyo a Hizbulá en el Líbano.
Hoy en día, la justificación es la que utilizan para la guerra contra Libia: la represión violenta de protestas.
Las justificaciones cambian. No así los objetivos políticos, particularmente geopolíticos.
Notas
1) http://www.whitehouse.gov/
2) Cyprus: U.S. To Dominate All Europe, Mediterranean Through NATO
Stop NATO, March 3, 2011
Stop NATO, 25 de marzo de 2011
http://rickrozoff.wordpress.
Stop NATO
Rick Rozoff vive en Chicago, Illinois. Lleva más de cuarenta años comprometido en diversas tareas y actividades contra la guerra y la intervención militar. Es el director de Stop NATO International.
Fuente: http://www.globalresearch.ca/