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España

Hacia una red de concejales ecologistas en Euskadi

Fuentes:

Hoy en día, muchos municipios vascos, con sus características e historia propias, comparten problemáticas comunes. Padecen actuaciones insostenibles e injustas socialmente similares. ¿A qué pueblo no le toca su gran proyecto de infraestructura o sus daños colaterales, que se llame puerto deportivo o exterior, Tren de Alta Velocidad o autopista Transpirenáica? ¿Qué pueblo no sufre […]

Hoy en día, muchos municipios vascos, con sus características e historia propias, comparten problemáticas comunes. Padecen actuaciones insostenibles e injustas socialmente similares. ¿A qué pueblo no le toca su gran proyecto de infraestructura o sus daños colaterales, que se llame puerto deportivo o exterior, Tren de Alta Velocidad o autopista Transpirenáica? ¿Qué pueblo no sufre un grave problema de vivienda y una feroz especulación urbanística y se ve obligado a pagar hipotecas de 50 años? ¿Qué pueblo no tiene que aguantar el despliegue caótico e insaludable de las antenas de telefonía móvil en contra del bienestar individual y común? En resumen, ¿quién no se enfrenta en su pueblo a un terrible pero auténtico consenso de la insostenibilidad apoyado ?la mayoría del tiempo- por el conjunto de las fuerzas políticas, nacionalista o no, ?progresistas? o no? Veamos unos ejemplos.

El Nuevo Puerto Exterior de Mutriku, triste precursor del consenso del hormigón. Proyecto Iniciado por un alcalde de la izquierda abertzale y prolongado por el alcade del Partido Nacionalista Vasco, con un destacable y significativo silencio de los partidos estatales. Un tripartito entusiasta se ha apoyado en un decreto abocado por el Consejero de Izquierda Unida para ofrecer este ?regalo? al pueblo. El Tren de Alta Velocidad, aunque apoyado por un número menos escandaloso de fuerzas políticas, no parece mejor parado. Cuando unos juraban que no entrarían en el Gobierno vasco si se realizaban las obras, algunos lo creímos. Pero con la aprobación de los presupuestos vascos, pueden estar seguros de una cosa: no cometeremos el mismo error dos veces.

El panorama de la especulación urbanística y de la vivienda no llama tampoco al optimismo. En Bakio, con la construcción más de 450 viviendas y un campo de golf, el consistorio municipal lucha por transformar la costa vizcaína en Levante vasco. En Getxo todos los partidos del ayuntamiento aprueban y fomentan un plan de urbanismo poco respetuoso de los vecinos, de la ciudad y del entorno. Y más allá, mientras que otros países proponen o aplican el derecho exigible a una vivienda, en Euskadi tenemos que seguir recordando en la calle que ¡los derechos no se sortean!

Y ¿qué decir del despliegue caótico de antenas de telefonía móvil en Algorta, las Arenas, Santutxu, Galdakano, Basauri, etc? El ciudadano se encuentra hoy en un estado de indefensión absoluta frente a las emisiones de estas antenas y a la dictadura de las operadoras. Pero también frente a la propia administración, que actualmente niega la existencia de cualquier problema en este sentido, al no regular, por un lado, el control exhaustivo de la instalación de antenas y, por otro lado, al permitir la aparición de numerosas instalaciones que no cumplen la más básica legalidad.

Por desgracia, los numerosos ejemplos de este consenso del hormigón y de la insosteniblidad, aparte de los presentados aquí, no son como las anchoas del mar cantábrico. Proliferan durante cualquier temporada de pesca política y nadie piensa seriamente en proponer una veda limitando la insostenibilidad de nuestras y nuestros gobernantes. El planeta está al borde del abismo y miramos hacia otro lado. No nos queda tanto tiempo para actuar si no queremos que nuestras hijas e hijos vivan catástrofes ecológicas bien reales y palpables, como el calentamiento global y sus consecuencias ecológicas y sociales.

Con una perspectiva global de los problemas ecológicos y sociales que nos afectan a todos nosotros, es urgente que los ecologistas y afines alcemos nuestra voz en las próximas elecciones municipales de mayo de 2007. Que la alcemos sin pudor y bien alto, recordando que hay que ?pensar globalmente y actuar localmente?. Porque sabemos que lo que está en juego a nivel global sólo se solucionará a través de políticas valientes más justas y sostenibles a nivel local. Para ello, lo tenemos clarísimo: hace falta presentarse y conseguir concejales ecologistas para llegar a los centros de decisiones y no dejar en manos de otros nuestro futuro y el de las generaciones futuras. Tras haberse demostrado sobradamente su incapacidad crónica a actuar de manera sostenible, no podemos esperar de cualquier partido clásico un cambio sustancial en sus ideas y prácticas.

Por lo tanto, en todos los municipios vascos hace falta que todos los descontentos ante este mal-desarrollo generalizado sigamos agrupándonos y unamos fuerzas tanto dentro del mismísimo muncipio como a nivel más global. Sólo de esta manera podremos poner en marcha alternativas hacia un urbanismo verde y sostenible, viviendas dignas, accesibles y ecológicas, una regulación de las antenas de telefonía móvil, una gestión sostenible de los recursos naturales y de los residuos, así como moratorias sobre los grandes proyectos en cada pueblo afectado para volver a plantear la Euskadi sostenible que soñamos.

La ecología política representa sin temor y con esperanza un espacio alternativo y transformador. Pero más allá, queremos que sea un espacio abierto a todas y todos los ciudadanos, asociaciones y plataformas que -de forma individual o colectiva- están interesados en el planteamiento y proyecto de futuro verde. Las y los que piensan que las crisis ecológicas y sociales son las prioridades máximas y que se tienen que anteponer a cualquier otra cuestión. Las y los que quieren que Euskadi disponga por fin de una verdadera red de concejales ecologistas y que luche por una Tierra habitable por todas y todos, aquí y más allá de donde alcanza nuestra mirada.