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Hafez Al-Assad en 1976

Fuentes: Al-Ajbar (edición en inglés)

Traducción para Rebelión de Loles Oliván.

El régimen sirio intervino para aplastar un movimiento revolucionario prometedor que hubiera transformado el mapa del Oriente árabe.

La gente de mi generación no puede (ni debe) perdonar ni olvidar. Lo que ocurrió en 1976 cambió el curso de la historia contemporánea libanesa y prolongó los años agónicos de la guerra civil. En 1976, la coalición formada por la OLP y el Movimiento Nacional Libanés (MNL) iba camino de derrotar a las milicias falangistas pro-israelíes en Líbano después de que éstas hubieran iniciado la guerra civil en nombre de Israel y de Estados Unidos.

Según la revista Newsweek de aquel momento, las fuerzas conjuntas de la OLP y el MNL controlaban más del 80% del territorio libanés. Llegaron hasta el final a Oyun el-Siman, en el Monte Sannine y Kamal Yumblatt hizo su célebre declaración a Abdul Halim Jaddam de que la siguiente reunión la celebrarían en Bikfaya (el baluarte de las Falanges y el lugar de nacimiento de los Gemayel).

Arafat se vio obligado a unirse a la ofensiva después de que sus lugartenientes le dejaran claro que no estaban de acuerdo con su política de neutralidad en una guerra en la que el objetivo era derrotar a la OLP en Líbano. Algunos dirigentes de Fatah, como Abu Saleh, se aprovecharían de las ausencias de Arafat de Líbano para proporcionar armas a las facciones libanesas. Arafat era muy comedido en su política y Yumblatt se quejaba frecuentemente de la calidad de las armas que les proporcionaba Arafat.

En 1976, el régimen sirio intervino militarmente en Líbano al lado de las Falanges y de Israel. Hay documentos disponibles (desde las memorias de Henry Kissinger a las de los dirigentes de Israel): Siria e Israel llegaron a un acuerdo en Líbano.

El acuerdo consistió en que las tropas sirias entrarían en Líbano para derrotar a los enemigos de Israel siempre y cuando las tropas sirias permanecieran al norte del río Litani.

Las tropas sirias respetaron estrictamente el acuerdo hasta su humillante retirada de Líbano en 2005. Las tropas sirias no se atrevieron a cruzar al sur del río Litani ni una sola vez no importa cuán brutales y salvajes fueran los ataques israelíes contra el sur de Líbano. El régimen sirio intervino para aplastar un movimiento revolucionario prometedor que hubiera transformado el mapa del Oriente árabe.

Sin duda, existían problemas en la OLP-MNL que obligarían a uno a dominar su entusiasmo y sus fantasías revolucionarias. Arafat no habría permitido una base revolucionaria en Líbano (como George Habash había trabajado para establecer un Hanoi árabe al norte de Palestina) y Kamal Yumblatt era un dirigente sectario y feudal sin credenciales ni cálculos revolucionarios. Sin embargo, las masas del MNL estaban preparadas para una lucha revolucionaria y por única vez en el siglo XX, los simpatizantes populares del MNL no eran sectarios y tenían presencia en todos los rincones de Líbano.

Hubo una oportunidad para derrotar de una vez por todas a las milicias pro-israelíes de las Falanges y castigarlas por haber iniciado la guerra civil. Más importante aún, hubo una oportunidad para poner fin a la guerra civil en 1976, un año después de que hubiera comenzado. Con ello se hubieran salvado decenas de miles de muertos y heridos.

El régimen sirio no quiso saber nada de eso. No quería que Líbano se deslizara fuera de su control y además no quería que los movimientos armados revolucionarios palestinos y libaneses arrastraran al régimen sirio a una confrontación no deseada con Israel.

La gente de mi generación todavía recuerda aquel famoso discurso de Hafez al-Assad en la Universidad de Damasco. Todos los dirigentes de las Falanges y después las Fuerzas libanesas lo citarían de memoria. Fue un ataque al por mayor contra el movimiento de resistencia palestino y libanés, y afirmó que el objetivo del movimiento era exterminar a los cristianos.

Assad era un hombre odiado en aquel momento. Cada pocos días oíamos los disparos al aire y esperábamos que se tratara de una celebración por el asesinato de Hafez.

Las tropas sirias entraron en Líbano con la bendición de Occidente. Abu Yihad y Arafat no querían un verdadero combate y sólo opusieron una resistencia simbólica. Sólo las organizaciones radicales libanesas y palestinas presentaron un gran combate. Las tropas naseristas en Sidón atacaron célebremente los tanques sirios. Incluso Ahmad Yibril, del FPLP-CG y el Partido Social Nacional Sirio (dos herramientas del régimen sirio en la actualidad) se pusieron en contra del régimen sirio.

El movimiento Amal fue una de las pocas excepciones al posicionarse al lado del régimen sirio aunque sus oficinas en todo Líbano fueron tomadas en dos días. Era tan débil en aquel momento en que la izquierda libanesa prevalecía en las zonas chiíes del país.

El régimen no sólo se hizo con el Líbano al norte del río Litani; también alcanzó una alianza faustiana con la Falange y facilitó la caída del campamento [de refugiados] de Tal Az-Zatar: el régimen sirio e Israel estaban en el mismo lado. Una pequeña facción izquierdista, el Partido de Acción Socialista Árabe de Líbano tomó la iniciativa y declaró la guerra de guerrillas contra las tropas sirias.

El régimen sirio fue salvaje. Los sospechosos de ayudar al movimiento de resistencia fueron torturados y asesinados; los afortunados fueron encarcelados en la prisión de al-Mazzeh donde languidecerían durante años.

No tenemos buenos recuerdos del régimen sirio en Líbano, no importa de qué lado se esté. El movimiento Amal puede que sea el único partido que está con el régimen sirio de manera consistente y sus medios de comunicación son más crudos apoyando al régimen que los propios medios de comunicación del régimen sirio. Pero lo que ocurrió en 1976 debe servir de lección a aquellos que todavía albergan ilusiones sobre las intenciones y los objetivos del régimen sirio.

Fuente original: http://english.al-akhbar.com/blogs/angry-corner/hafez-al-assad-1976