Una gran victoria para la Resistencia palestina encabezada por HAMAS ha supuesto el anuncio, el miércoles 21 de noviembre 2012, del acuerdo sobre una tregua con Israel, alcanzado tras días de negociaciones intensas en El Cairo, a las que se incorporó Hilary Clinton en el último momento, quien se apresuró a interrumpir su gira asiática […]
Una gran victoria para la Resistencia palestina encabezada por HAMAS ha supuesto el anuncio, el miércoles 21 de noviembre 2012, del acuerdo sobre una tregua con Israel, alcanzado tras días de negociaciones intensas en El Cairo, a las que se incorporó Hilary Clinton en el último momento, quien se apresuró a interrumpir su gira asiática en la que acompañaba al presidente Obama y llegó casí sin aliento a El Cairo para pararle los pies al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, e impedirle, metido ya en un estado de pánico, aceptar todas las condiciones de los palestinos. A diferencia de lo que pasó en la agresión israelí de 22 días registrada entre diciembre y enero 2008-2009, cuando Israel se negaba a detener su arrasamiento del territorio de Gaza por aire, mar y tierra, utilizando entonces a 35.000 soldados en su invasión terrestre, esta vez fue Israel la que pedía con urgencia a Egipto y a sus aliados occidentales que presionen para que HAMAS aceptara una tregua y fue HAMAS y sus socios en la Resistencia quien ponían las condiciones para firmarla, condiciones que fueron finalmente suscritas por Israel casí al pie de la letra. Y no era para menos, la lluvia de cohetes y misiles palestinos sobre numerosas localidades israelíes, incluidas las antaño sacrosantas Tel Aviv y Jerusalén Oeste, empujaba acuciantemente a los aventureros criminales de Israel, Benjamin Netanyahu y Ehud Barak a «suplicar» una tregua. Ambos, que lanzaron su aviación a masacrar a la población civil palestina con el único propósito de ganar las próximas elecciones generales veían como los cohetes palestinos no sólo arrasaba su futuro electoral sino que se llevaban por delante también a la tan cacareada «seguridad de Israel» y para siempre. Podemos imaginar a que estado de cosas ha llegado la situación dentro de Israel a consecuencia de los cohetes palestinos tanto que Netanyahu y Barak aceptaron la principal condición palestina firmando así, en el documento de la tregua, la apertura de todos los pasos fronterizos con Gaza, no sólo el de Rafah en la frontera con Egitpo sino los que comunican la franja de Gaza con el propio Israel. Para que Israel y Estados Unidos hayan aceptado esta condición las cosas en el interior de Israel debían de ir muy mal, por mucho que la censura militar israelí lo haya ocultado a su propia población y al mundo.
Efectivamente, la nueva agresión israelí a Gaza y las nuevas masacres y crímenes de guerra perpetrados por su aviación y artillería en las filas de los civiles palestinos desarmados, incluido el asesinato de muchos niños, mujeres y viejos, así como la desmedida y salvaje destrucción llevada a cabo en tan sólo una semana, no son los únicos datos, por otra parte ya acostumbrados por inherentes que son a la condición de Estado terrorista que caracteriza a Israel, sino que existe un dato nuevo, inédito y muy significativo, que afecta a la propia Israel y a su propia existencia cara a un futuro no muy lejano. Este dato se refiere a que Israel, a pesar de su inmenso poderío militar, ha quedado en el más espantoso ridículo al ser sometida, en sus cuatro puntos cardinales, al fuego de los cohetes palestinos que en su mayoría son de fabricación casera, lo que convirtió a Israel en una ratonera para su población judía no más amplia que la jaula de Gaza, en la que 1.700.000 palestinos son sometidos al fuego israelí desde hace muchos años.
Todos los periodistas especialistas en Oriente Próximo somos conocedores de lo implacable que suele ser la censura militar israelí en el ejercicio de funciones, controlando todas las fuentes primarias de información (especialmente agencias de noticias internacionales y medios de comunicación locales) por lo que queda descartada cualquier credibilidad de las informaciones procedentes de Israel acerca de las bajas y daños registrados a causa de la explosión de cientos de cohetes y misiles palestinos que alcanzaron numerosas veces a la propia Tel Aviv lo que ha supuesto un auténtico vuelco en la balanza de fuerzas entre israelíes y palestinos cuyo primer resultado sería que a partir de ahora Israel contará 100 veces hasta 100 antes de lanzarse a aniquilar y a destruir a su antojo en la franja de Gaza o en cualquier otra región palestina.
La sorpresa que se llevó Israel ha sido inmensa. Tras el ataque realizado por su aviación el día 14 de noviembre en el que fue asesinado el comandante de las milicias de Hamas, Ahmad Al Jabary y su ayudante, la respuesta palestina no se hizo esperar, siendo esta, y por primera vez en la historia de la lucha palestina por la libertad y liberación nacional, una respuesta a medida del monstruo israelí que no comprende otra cosa que el derramamiento de sangre y la destrucción masiva. En realidad, lo peligroso de los cohetes y misiles palestinos caídos sobre ciudades, colonias e instalaciones militares y estratégicas israelíes (como es el aeropuerto internacional de Ben Gurion) no sólo radica en lo que han causado de bajas, destrucción, parálisis de la vida cotidiana de millones de israelíes y el extraordinario estado de pánico de la población afectada y no afectada por estas explosiones, a lo largo y ancho del país, sino que radica en las otras dimensiones que encierra este radical vuelco el conflicto israelo-palestino, sin olvidar las demoledoras consecuencias para el turismo y otras actividades económicas del país.
Estas dimensiones son las siguientes:
1- Los palestinos ya no tienen el más mínimo atisbo de respeto al poderío militar de Israel en lo que supone una nueva faceta de la llamada Primavera Árabe aplicada al caso palestino frente a su opresor y verdugo que es Israel. HAMAS y las demás organizaciones de la Resistencia han puesto al descubierto definitivamente la enorme fragilidad interna de Israel, lo que Hizbulá ya había demostrado en la guerra de los 33 días de julio del 2006 cuando lanzó cientos de cohetes sobre poblaciones del norte de Israel, sin llegar a incluir a Tel Aviv ni a Jerusalén Oeste entre sus objetivos. Los siete días iniciados el 15 de noviembre 2012, suponen un antes y un después, definitivamente, en lo que muchos analistas, especialmente árabes, han señalado como el principio del fin de Israel.
2- El fracaso del escudo antimisiles israelí, Cúpula de Hierro, y del propio concepto de escudo protector de las ciudades e instalaciones israelíes, cara al futuro, pues los cohetes de esta semana procedían tan sólo de la franja de Gaza dándose por descontado que en el futuro los cohetes pueden caer por miles, no sólo desde Gaza sino también desde lel territorio palestino de Cisjordania, Líbano, Siria e incluso desde Jordania. Nada ya es garantizado para Israel en cuanto al desarrollo de los acontecimientos en los países árabes circundantes. Ningún escudo electrónico podría protegerla de semejantes ataques, máxime si tomamos en cuenta que la eficacia de los radares de tales escudos podrá ser anulada en el futuro por sistemas incorporados a los propios cohetes y por instalaciones terrestres dedicados a tales fines. Israel ha gastado 560 millones en la construcción de su sistema antimisiles, la mitad pagados por Estados Unidos. El gobierno israelí tenía previsto invertir otros 190 millones para instalar otros escudos protectores. ¿Cuantos miles de millones de dólares tendrá que desembolsar el contribuyente estadounidense en la construcción de escudos antimisiles capaces de proteger a Israel de los misiles que le pueden caer desde todas partes, incluidos Egipto, Irak e Irán? Actualmente, la falaz propaganda sionista está intentando magnificar la eficacia que tuvo el escudo antimisiles asegurando que el 80 por ciento de los cohetes y misiles palestinos fueron interceptados en el aire. Si fuera esto verdad, ¿a que viene entonces tanto pánico por parte del propio Gobierno de Israel que fue quien pidió el alto el fuego y aceptó las condiciones de HAMAS y por qué los ministros de Exteriores de los países occidentales aliados de Israel se precipitaban a El Cairo y Tel Aviv urgiendo un alto el fuego cuando estos mismos países no movieron un dedo durante las masacres perpetradas por Israel en Gaza en diciembre-enero 2008-2009 a lo largo de tres semanas?
3- Ante este enorme éxito de los cohetes palestinos de parar los pies al monstruo israelí no hará falta en el futuro que ningún ejército árabe se enfrente al ejército israelí en una guerra regular. Por lo tanto, de nada le serviría a Israel la supremacía militar que Estados Unidos le viene garantizando ciegamente. Israel podrá en el futuro utilizar su aviación como lo ha venido haciendo a lo largo de los últimos decenios, sembrando de muerte, destrucción y terror a los países árabes circundantes. Sin embargo eso no le va a servir de nada en el futuro, cuando sus cazabombarderos no tengan donde aterrizar a su regreso de sus misiones de bombardeo, al encontrar destruidas sus pistas de aterrizaje por los cohetes lanzados sea por milicias o por ejércitos árabes. Si en el diminuto territorio de Gaza, de 360 Km cuadrados de superficie carentes de defensas antiaéreas, la aviación israelí fracasó rotundamente en impedir el lanzamiento de cohetes por milicias palestinas muy pobremente armadas, ¿cómo sería el panorama para Israel si los cohetes son lanzados desde distintas regiones muy distantes entre sí y lanzados por milicias o tropas mucho mejor armadas y en posesión de eficaces defensas antiaéreas? Sólo pensar en ello le hace templar las piernas a Benjamin Netanyahu y de su ministro de Defensa Ehud Barak que saben a ciencia cierta que este estado de cosas se va convirtiendo en realidad paulatinamente. Cuando eso ocurra – y ocurrirá – ni todo el armamento de Occidente ni todo su apoyo incondicional serían capaces de salvar a Israel, este Estado paria aparecido en un descuido de la Historia gracias a la ceguera racista e irracional de Occidente.
4- Pero los peligros que acecharán a Israel a partir de ahora no provienen tan sólo de palestinos y árabes, sino también desde el interior, concretamente un peligro llamado «huida de la población judía». Numerosos informes sobre las consecuencias de la mencionada guerra de los 33 días, en la que Hizbulá paralizó por completo la vida en todo el norte de Israel a consecuencia del lanzamiento de cientos de cohetes, señalan que unos 250.000 judíos han abandonado Israel desde entonces regresando a sus países de origen, especialmente a Rusia.
No se puede olvidar que la población israelí es en su mayoría de origen inmigrante, venidos de numerosos países de Europa, Oriente Próximo, Estados Unidos y Argentina. La mayor parte de estos israelíes siguen siendo portadores de sus nacionalidades y pasaportes de origen y mantienen estrechos lazos con sus familiares en sus correspondientes patrias. El pánico al que fue sometida la población israelí durante esta semana de conflicto es muchísimo mayor y amplio geográficamente que el registrado en julio del 2006 por lo tanto sus consecuencias pueden ser nefastas para el futuro de la demografía israelí considerada como la columna vertebral del proyecto sionista de un Estado judío en Palestina. Si a todo esto añadimos que el haber puesto a Israel en evidencia como país harto frágil y sumamente débil, carente de cualquier fondo estratégico en lo geográfico y demográfico se refiere, podemos imaginar los demoledores efectos que Israel sufrirá en lo que se refiere a sus enormes esfuerzos de atraer a nuevos emigrantes judíos de Rusia y de Occidente.
5- El enorme deterioro de la imagen de Israel en el exterior, especialmente en Occidente, tanto a niveles gubernamentales como a nivel de la calle, pues todos hemos podido ver las multitudinarias manifestaciones que han recorrido las calles de numerosos países desde Japón hasta Canadá, especialmente en Europa. Hay que tener en cuenta que la imagen de Israel en Occidente es una de las joyas de la corona sionista, en la que tanto Israel como el Sionismo han invertido billones de euros a lo largo de muchas décadas en su afán de labrar una falsa imagen de este Estado terrorista en aras de garantizar el tan celebre «apoyo incondicional» de las potencias de Occidente a Israel. Esta imagen ha quedado, nuevamente, mermada ante las salvajadas de la aviación israelí en sus ataques sobre Gaza a lo largo de los últimos días en los que fueron perpetrados numerosos crímenes de Guerra, al atacar a viviendas en las que han sido masacradas familias enteras, al atacar sedes de la prensa local e internacional matando a varios periodistas y al atacar sedes sociales y civiles, provocando numerosas victimas civiles. De hecho, excepto el cobarde asesinato de Jabary y de algún otro miembro de Hamas y de la Jihad Islámica, las fuerzas de la Resistencia Palestina han quedado intactas, concentrándose la mayor parte de las 160 victimas mortales y del millar de heridos en la población civil, especialmente mujeres y niños.
6- Otra consecuencia de la guerra de los ocho días que acaba de finalizar sería una muy propable y tremenda derrota electoral del tándem Netanyahu- Ehud Barak, tal como le ocurrió al criminal de guerra laureado por Occidente con el Nobel de la Paz, Simón Peres, quien en 1996, y con fines electorales, lanzó una gran operación militar, incluida la matanza de Qana, en Líbano, en la que murieron un centenar de civiles libaneses. Peres perdió entonces en lo militar y en lo electoral. Ehud Barak a su vez lanzó una gran operación militar contra la segunda Intifada palestina, cosechando entonces un tremendo fracaso en lo militar y perdiendo las elecciones. Lo mismo ocurrió al dúo Ehud Olmert y Tsivi Livni, cuando declararon la guerra a Gaza en diciembre 2008, también con fines electorales, fracasando rotundamente en lograr sus objetivos contra HAMAS y perdiendo a continuación las elecciones.
7- El regreso de Egipto a las filas árabes y al apoyo inequívoco al pueblo palestino, especialmente a Gaza, que hasta 1967 era administrada por El Cairo. Egipto se puso sólidamente del lado de los palestinos, expulsando de inmediato al embajador israelí y retirando su embajador en Tel Aviv, además de haber advertido tanto a Israel como a Estados Unidos de que no puede permanecer con los brazos cruzados mientras la población de Gaza está siendo aniquilada por la aviación israelí. Esta postura ha supuesto una abismal diferencia de la tomada en 2008-2009 por el régimen de Mubarak, cuando la entonces ministra de Exteriores de Israel, Livni, anunció precisamente en El Cairo, acompañada ante los micrófonos por un sonriente y complaciente ministro de Exteriores egipcio, Ahmad Abul Gheit, su guerra contra Gaza.
El apoyo de un nuevo mundo árabe a Gaza, inspirado por el espíritu de la Primavera Árabe, quedó plasmado por la visita del primer ministro egipcio, Hisham Qandil a Gaza y la siguiente visita de un grupo de ministros de Exteriores árabes y de Turquía y del secretario General de la Liga Árabe a Gaza, visita colectiva que Israel se negó a respetar, continuando con sus bombardeos aéreos y terrestres y matando a 11 civiles palestinos durante las horas que duró la visita.
En definitiva, Israel sigue sin cosechar una sola victoria contra los árabes desde que en el año 2000 fue expulsada por Hizbulá de Líbano, lo que fue seguido por su expulsión de Gaza por HAMAS en 2005. En 2006 Hizbulá salió airoso repeliendo la agresión israelí e inaugurando los ataques con cohetes contra localidades israelíes. HAMAS hizo fracasar al ejército israelí en alcanzar sus objetivos de aniquilamiento del Movimiento de la Resistencia Islámica cuando lanzó un gran ataque terrestre contra Gaza, tras arrasarla por el aire, en enero del 2009. En todas estas derrotas, Israel se cebó en la población civil palestina y libanesa y en la infraestructura de las ciudades libanesas y palestinas, dejando, muy a su pesar, intactas las estructuras militares de Hizbulá y HAMAS.
En esta nueva guerra de los 8 días la victoria de los palestinos sobre Israel ha sido la más sonada, poniendo a Israel literalmente de rodillas y obligándola a no llevar a cabo su ataque terrestre para el que 75.000 soldados se habían concentrado en la frontera con Gaza con cientos de tanques. Israel, tan enloquecida y feroz en otras ocasiones, haciendo caso omiso a la legalidad internacional y al mundo entero, incluido Estados Unidos, no tuvo más remedio que controlarse esta vez, porque sus lideres veían claramente desmoronarse el propio Estado de Israel, que en realidad carece de fondo y de aguante basando todas sus acciones militares en el pasado en dos factores, cebarse en la población civil en una clara estrategia del terror y mantener guerras relámpago que no duren más allá de unos días, basados siempre en el factor sorpresa, como fue el caso en 1967. Sin embargo, en la guerra contra Egipto en 1973 Israel estuvo al borde de la desaparición de la faz de la tierra si no fuera por la decidida intervención de Estados Unidos que estableció un puente aéreo hacía Israel transportando hasta allí a más de 1000 tanques, lo que pudo salvar a Israel del aplastamiento a manos del ejército egipcio. Aquella guerra duró sólo 17 días y Egipto fue obligada a detenerse y declarar el alto el fuego. Israel, con todo su poderío militar, es extremadamente débil y los palestinos, tan pobremente armados, acaban de demostrarlo.
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