Pronto, muy pronto, hará veintinueve años desde que llegué a España por primera vez, siguiendo mi interminable viaje de un exilio forzoso, un exilio heredado, puesto que mis padres palestinos, fueron forzados a salir de Yafa (Yafo) en 1948, unos años antes de nacer yo. Volvieron a su ciudad de origen, volvieron a Nablus (Cisjordania) […]
Pronto, muy pronto, hará veintinueve años desde que llegué a España por primera vez, siguiendo mi interminable viaje de un exilio forzoso, un exilio heredado, puesto que mis padres palestinos, fueron forzados a salir de Yafa (Yafo) en 1948, unos años antes de nacer yo. Volvieron a su ciudad de origen, volvieron a Nablus (Cisjordania) desde donde tuvieron, más adelante, que emigrar para buscar mejores perspectivas de futuro en 1953. Así que, otra vez a rehacer el equipaje y a llevar toda la prole a cuestas atravesando Jordania e Iraq hacia el recién creado emirato de Kuwait (entonces colonia británica). Ahí, nacimos los últimos tres hermanos de una larga lista de hijos; después, ya se sabe, vino otra guerra más en 1991 cuando mi padre ya llevaba dos años fallecido y, y claro ¿cómo no?, los palestinos tuvieron que pagar otra vez los platos rotos de las guerras capitalistas del Oriente Árabe, forzando a casi unos 500.000 palestinos que llevaban toda una vida de generaciones ahí, a rehacer la maleta y a partir.
Mi madre tenía 71 años, y ese era su tercer éxodo forzoso, llevaba en Kuwait 37 años, 37 siete años que se esfumaron en un solo día, en una sola noche. Pero ésta, no es más que la historia de un drama menor de una larga historia de tragedias que vivieron decenas de miles de familias palestinas, que dentro de un programa de limpieza étnica minuciosamente estudiado y sistemáticamente ejecutado por las bandas fascistas del sionismo (aliadas con las dos potencias coloniales del momento Francia y Reino Unido), han sufrido y sufren sus descendientes dispersados a lo largo y ancho del mundo (se calculan unos cinco millones entre refugiados, exiliados, desterrados y desplazados).
He querido empezar éste relato por ahí, para darle al tema que pretendo exponer su optima dimensión humana, sin tapujos y con alta dosis de realismo, no para jugar con las emociones que sé que son efímeras, sino, para darle al tema un enfoque humano que según crece su narración, crece también su drama. Es el drama del pueblo palestino y su inacabable tragedia que emergió con el nacimiento del Movimiento Sionista en 1897, mucho antes de la creación del fascismo en Italia o el social-nacionalismo nazi en Alemania. Es el drama del pueblo árabe, todos los pueblos árabes con todas sus confesiones y es el drama de muchos pueblos que confiesan el Islam como religión, y que siguen todos, librando sus autenticas guerras de liberación nacional, bien de un colonialismo occidental salvaje y atroz como son los casos de Iraq, Palestina, Afganistán y Chechenia, o bien de los regímenes árabes dictatoriales impuestos y/o sostenidos por los países occidentales, para garantizar el flujo del petróleo, expoliar las demás materias primas para controlar el mercado mundial (cada vez más globalizado en lo económico) y dominar un área geoestratégica de vital importancia para los intereses económicos y militares de occidente.
Recupero mi argumento principal para volver a España. Tengo un extraño sinsabor cada vez que siento el deber de criticar la actitud de las diferentes instituciones del Estado español, y más ahora, que parece que hay quien pretende acallar las voces árabes críticas hacia los aliados estratégicos de EEUU, esgrimiendo la lucha contra el terrorismo, como bandera. He aquí, querría marcar distancia entre la actitud del pueblo español que en su mayoría es solidario con nuestras causas y, la actitud de algunas instituciones y medios de comunicación, que ya antes del 11S y del 11M, no hacían más que hurgar en los sentimientos racistas y profundizar en los tópicos arabofóbicos en una estrategia premeditada, orquestada y planificada desde los viejos-nuevos especialistas psicópatas que utilizan el miedo para su auto beneficio político, económico y social. Estoy cansado ya de ver y de oír en distintos medios de comunicación sandeces, estupideces y falacias que solo pueden corresponder a barriobajeros auto proclamados periodistas-tertulianos, intelectualoides de pacotilla y politiqueros-bananeros. Estoy harto de ver como se maltrata la imagen del árabe y del musulmán en muchos medios de comunicación auditivos, visuales y escritos en España. En los 29 años que llevo aquí, jamás había vivido ésta circunstancia y de forma tan prolongada en el tiempo, tan miserable e ignorante en el contenido y tan obscena en muchas ocasiones, a la hora de exponer los argumentos. Estoy cansado y hastiado de ver tanto ignorante asumiendo tareas de responsabilidad pública y, partiendo desde esa misma responsabilidad, reparte justicia, califica y da diferentes nombres a las cosas, a las personas y hasta a la decencia, si no, ¿cómo un Ministro del Gobierno puede decir que si las tropas españolas se retiran de Afganistán, aquello podría convertirse en una merienda de negros? Ó ¿Cómo se entiende que en el siglo XXI sigue siendo legal inscribirse en el registro civil con apellidos como el de Matamoros? Y ¿Por qué se sigue prestando el territorio español, para las bases norteamericanas que luego declaran guerras terroristas en contra de la legalidad y las leyes internacionales, como en Iraq y dan apoyo logístico al Estado del terror, que es Israel?
Corresponde ahora analizar la sentencia que condena a siete años de cárcel contra el periodista árabe-español Taysir Alony: ¿Cómo se puede ser tan hipócrita? Una sentencia basada en leyes excepcionales, juicio excepcional, sin pruebas ni evidencias tangibles, con escuchas telefónicas ilegales que en algunos casos duraron siete años y luego decir, que el Tribunal se basa en el sentido común. Pero, ¿esto que es? ¿En que país vivimos, cuando uno de sus ciudadanos (Taysir tiene la nacionalidad española) es condenado en base a conjeturas, conclusiones y mucha dosis de desleal campaña mediática en su contra? Recuerdo que en el día de la sentencia, el presidente del Tribunal el Sr. Bermúdez, hizo una afirmación que, al día de hoy, resulta como mínimo cínica: «(refiriéndose a las escuchas telefónicas prolongadas y otros procedimientos de la investigación) que eran el paradigma de lo que no se debe hacer». Ahora bien, entonces, ¿Por qué se han tomado en cuenta estas escuchas a la hora de dictar sentencia? Y ¿Cuál es el delito cometido que podrían probar? Porque siendo así, yo sinceramente no sé cuantos podríamos ser los árabes espiados en éste país, ¿y en base a qué se decide espiar? Pero volviendo al caso de Taysir, se le condenó por el delito de colaborar con una organización terrorista, al sostener y entender el Tribunal, que cuando Taysir Alony establece relación con algunos conciudadanos suyos en el exilio, que a su vez, algunos de ellos (dos) tiene contactos con dirigentes de Al Qaeda (el Tribunal afirma que son miembros, pero sin presentar pruebas), al poner Taysir su número de teléfono y dirección en la instancia de renovación del permiso de residencia de uno de ellos y al llevarle a Afganistán, la cantidad de 4000$ (cantidad que se demostró con documentación que es propiedad de la esposa del acusado sospechoso de pertenecer a Al Qaeda), con eso, queda demostrado que Taysir había colaborado con una organización terrorista. Mi pregunta es ¿A cuantos periodistas españoles se habría que encarcelar, utilizando ésta misma argumentación, por haber dado pasos, dineros y contactos para hacer entrevistas a lideres de grupos armados de distinta índole? ¿A cuantos periodistas internacionales habría de acusar entonces de colaboradores, por pagar dinero de su empresa a miembros declarados y activos en organizaciones perseguidas por la ley, para conseguir entrevistarse con su jefe? ¿La condición de Taysir Alony como árabe y musulmán, no fue la verdadera causa para tejer todo éste entramado? Son dudas y preguntas que muchos árabes establecen, son preguntas que no hacen más que profundizar en mi sentimiento de dolor y son preguntas cuyas respuestas, solo podrían provocarme más dolor y pesar. Quisiera acabar éste artículo de protesta y denuncia, recitando un mensaje que está lanzando la televisión donde trabaja Taysir Alony desde que éste, fuera injustamente condenado y encarcelado, y que dice lo siguiente:
«Querido Taysir, Me he enterado que estás detrás de los barrotes, no te preocupes, puesto que tú y nosotros estamos detrás de los barrotes, todo lo que hay, es que tu celda es reducida y obscura, mientras que nuestras celdas, son Patrias. Quédate en paz.»
Sin embargo, quiero terminar, lanzando al cielo un grito de esperanza a favor del retorno de la justicia y de la cordura, poniendo en libertad a un profesional valiente de un medio que últimamente, entre unos y otros, se ha vuelto como el más peligroso y que es el periodismo. A un profesional como la copa de un pino, reconocido entre la gran mayoría de la audiencia de Al Jazeera TV (se estima un promedio de 50 millones de telespectadores en todo el mundo). En fin, hemos de apostar por el triunfo de la verdad y de la justicia, y por la recuperación del sentimiento de solidaridad de los periodistas que aun no lo han demostrado, pero si han tenido la paciencia y han podido leer éste relato, lleno de hastíos hasta su último punto, entonces, todo es posible mientras el sol siga amaneciendo por el este.
Mi madre tenía 71 años, y ese era su tercer éxodo forzoso, llevaba en Kuwait 37 años, 37 siete años que se esfumaron en un solo día, en una sola noche. Pero ésta, no es más que la historia de un drama menor de una larga historia de tragedias que vivieron decenas de miles de familias palestinas, que dentro de un programa de limpieza étnica minuciosamente estudiado y sistemáticamente ejecutado por las bandas fascistas del sionismo (aliadas con las dos potencias coloniales del momento Francia y Reino Unido), han sufrido y sufren sus descendientes dispersados a lo largo y ancho del mundo (se calculan unos cinco millones entre refugiados, exiliados, desterrados y desplazados).
He querido empezar éste relato por ahí, para darle al tema que pretendo exponer su optima dimensión humana, sin tapujos y con alta dosis de realismo, no para jugar con las emociones que sé que son efímeras, sino, para darle al tema un enfoque humano que según crece su narración, crece también su drama. Es el drama del pueblo palestino y su inacabable tragedia que emergió con el nacimiento del Movimiento Sionista en 1897, mucho antes de la creación del fascismo en Italia o el social-nacionalismo nazi en Alemania. Es el drama del pueblo árabe, todos los pueblos árabes con todas sus confesiones y es el drama de muchos pueblos que confiesan el Islam como religión, y que siguen todos, librando sus autenticas guerras de liberación nacional, bien de un colonialismo occidental salvaje y atroz como son los casos de Iraq, Palestina, Afganistán y Chechenia, o bien de los regímenes árabes dictatoriales impuestos y/o sostenidos por los países occidentales, para garantizar el flujo del petróleo, expoliar las demás materias primas para controlar el mercado mundial (cada vez más globalizado en lo económico) y dominar un área geoestratégica de vital importancia para los intereses económicos y militares de occidente.
Recupero mi argumento principal para volver a España. Tengo un extraño sinsabor cada vez que siento el deber de criticar la actitud de las diferentes instituciones del Estado español, y más ahora, que parece que hay quien pretende acallar las voces árabes críticas hacia los aliados estratégicos de EEUU, esgrimiendo la lucha contra el terrorismo, como bandera. He aquí, querría marcar distancia entre la actitud del pueblo español que en su mayoría es solidario con nuestras causas y, la actitud de algunas instituciones y medios de comunicación, que ya antes del 11S y del 11M, no hacían más que hurgar en los sentimientos racistas y profundizar en los tópicos arabofóbicos en una estrategia premeditada, orquestada y planificada desde los viejos-nuevos especialistas psicópatas que utilizan el miedo para su auto beneficio político, económico y social. Estoy cansado ya de ver y de oír en distintos medios de comunicación sandeces, estupideces y falacias que solo pueden corresponder a barriobajeros auto proclamados periodistas-tertulianos, intelectualoides de pacotilla y politiqueros-bananeros. Estoy harto de ver como se maltrata la imagen del árabe y del musulmán en muchos medios de comunicación auditivos, visuales y escritos en España. En los 29 años que llevo aquí, jamás había vivido ésta circunstancia y de forma tan prolongada en el tiempo, tan miserable e ignorante en el contenido y tan obscena en muchas ocasiones, a la hora de exponer los argumentos. Estoy cansado y hastiado de ver tanto ignorante asumiendo tareas de responsabilidad pública y, partiendo desde esa misma responsabilidad, reparte justicia, califica y da diferentes nombres a las cosas, a las personas y hasta a la decencia, si no, ¿cómo un Ministro del Gobierno puede decir que si las tropas españolas se retiran de Afganistán, aquello podría convertirse en una merienda de negros? Ó ¿Cómo se entiende que en el siglo XXI sigue siendo legal inscribirse en el registro civil con apellidos como el de Matamoros? Y ¿Por qué se sigue prestando el territorio español, para las bases norteamericanas que luego declaran guerras terroristas en contra de la legalidad y las leyes internacionales, como en Iraq y dan apoyo logístico al Estado del terror, que es Israel?
Corresponde ahora analizar la sentencia que condena a siete años de cárcel contra el periodista árabe-español Taysir Alony: ¿Cómo se puede ser tan hipócrita? Una sentencia basada en leyes excepcionales, juicio excepcional, sin pruebas ni evidencias tangibles, con escuchas telefónicas ilegales que en algunos casos duraron siete años y luego decir, que el Tribunal se basa en el sentido común. Pero, ¿esto que es? ¿En que país vivimos, cuando uno de sus ciudadanos (Taysir tiene la nacionalidad española) es condenado en base a conjeturas, conclusiones y mucha dosis de desleal campaña mediática en su contra? Recuerdo que en el día de la sentencia, el presidente del Tribunal el Sr. Bermúdez, hizo una afirmación que, al día de hoy, resulta como mínimo cínica: «(refiriéndose a las escuchas telefónicas prolongadas y otros procedimientos de la investigación) que eran el paradigma de lo que no se debe hacer». Ahora bien, entonces, ¿Por qué se han tomado en cuenta estas escuchas a la hora de dictar sentencia? Y ¿Cuál es el delito cometido que podrían probar? Porque siendo así, yo sinceramente no sé cuantos podríamos ser los árabes espiados en éste país, ¿y en base a qué se decide espiar? Pero volviendo al caso de Taysir, se le condenó por el delito de colaborar con una organización terrorista, al sostener y entender el Tribunal, que cuando Taysir Alony establece relación con algunos conciudadanos suyos en el exilio, que a su vez, algunos de ellos (dos) tiene contactos con dirigentes de Al Qaeda (el Tribunal afirma que son miembros, pero sin presentar pruebas), al poner Taysir su número de teléfono y dirección en la instancia de renovación del permiso de residencia de uno de ellos y al llevarle a Afganistán, la cantidad de 4000$ (cantidad que se demostró con documentación que es propiedad de la esposa del acusado sospechoso de pertenecer a Al Qaeda), con eso, queda demostrado que Taysir había colaborado con una organización terrorista. Mi pregunta es ¿A cuantos periodistas españoles se habría que encarcelar, utilizando ésta misma argumentación, por haber dado pasos, dineros y contactos para hacer entrevistas a lideres de grupos armados de distinta índole? ¿A cuantos periodistas internacionales habría de acusar entonces de colaboradores, por pagar dinero de su empresa a miembros declarados y activos en organizaciones perseguidas por la ley, para conseguir entrevistarse con su jefe? ¿La condición de Taysir Alony como árabe y musulmán, no fue la verdadera causa para tejer todo éste entramado? Son dudas y preguntas que muchos árabes establecen, son preguntas que no hacen más que profundizar en mi sentimiento de dolor y son preguntas cuyas respuestas, solo podrían provocarme más dolor y pesar. Quisiera acabar éste artículo de protesta y denuncia, recitando un mensaje que está lanzando la televisión donde trabaja Taysir Alony desde que éste, fuera injustamente condenado y encarcelado, y que dice lo siguiente:
«Querido Taysir, Me he enterado que estás detrás de los barrotes, no te preocupes, puesto que tú y nosotros estamos detrás de los barrotes, todo lo que hay, es que tu celda es reducida y obscura, mientras que nuestras celdas, son Patrias. Quédate en paz.»
Sin embargo, quiero terminar, lanzando al cielo un grito de esperanza a favor del retorno de la justicia y de la cordura, poniendo en libertad a un profesional valiente de un medio que últimamente, entre unos y otros, se ha vuelto como el más peligroso y que es el periodismo. A un profesional como la copa de un pino, reconocido entre la gran mayoría de la audiencia de Al Jazeera TV (se estima un promedio de 50 millones de telespectadores en todo el mundo). En fin, hemos de apostar por el triunfo de la verdad y de la justicia, y por la recuperación del sentimiento de solidaridad de los periodistas que aun no lo han demostrado, pero si han tenido la paciencia y han podido leer éste relato, lleno de hastíos hasta su último punto, entonces, todo es posible mientras el sol siga amaneciendo por el este.
Jamal Halawa es traductor y escritor árabe residente en España.