Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro fundador de Espai Marx, uno de los grandes conocedores del pensamiento de Hegel, Marx, Lukács, Gramsci y Sacristán en nuestro país, y autor, entre otras obras, de Repensar la política y Praxis política y Estado […]
Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro fundador de Espai Marx, uno de los grandes conocedores del pensamiento de Hegel, Marx, Lukács, Gramsci y Sacristán en nuestro país, y autor, entre otras obras, de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano.
Iniciemos una nueva conversación mensual (o de período afín) querido Joaquín. ¿Seguís con el seminario que estabais haciendo en Espai Marx sobre un libro de Michael Heinrich?
Sí, este año, en uno de los dos seminarios en que participo, leemos la obra de Heinrich, Crítica de la economía política, que tú estás comentando muy agudamente en Rebelión.
Es una obra de 2004, y, según explican amigos, posteriormente, Heinrich ha matizado opiniones. La obra es valiosa e interesante. Sin embargo, para mi gusto, es en exceso un intento de presentarnos una nueva canónica unitaria de lectura de la obra de Marx, de El Capital , y de presentarla como la que, descuidillos aparte, sí elaboró Marx: la suya sí responde a su intención.
Y ese no sería un buen enfoque en tu opinión
No. En primer lugar, Heinrich da por sentada la unidad y la autoría de la obra en tres volúmenes denominada El Capital, y así, en notas, por ejemplo, para explicar asuntos que a su juicio quedan abiertos, sin respuesta clara en el libro primero (el único libro de El Capital escrito por Marx), remite al libro III. Y no hay en la obra referencia alguna al hecho de que tras escribir cuatro enormes borradores, antes de 1867 y tras estudiar frenéticamente, después de la segunda edición del libro primero -y de ensayar, al menos, en 1878, un nuevo intento de escritura del libro segundo, del que, creo, salen los dos primeros capítulos-, la obra queda inconclusa: El capital se limita al libro primero, que es lo único publicado por Marx, en diferentes ediciones y con redactados alternativos, eso sí.
En segundo lugar, en los escritos de madurez de Marx, los manuscritos con los que intenta elaborar El Capital, los estudiosos que se atienen a la textualidad, señalan que hay muchas dudas, mucho caminar en sentidos diversos sobre los mismos temas, y no solo diversos niveles de abstracción a la hora de elaborar modelos explicativos.
En fin, tú conoces mejor que yo la obra de Manuel Sacristán, el volumen por ti editado con el título Escritos sobre El Capital (y textos afines), en la editorial de El Viejo Topo.
Con prólogo de Alfons Barceló y epílogo de Óscar Carpintero. Y no es tan evidente que yo conozca mejor que tú la obra de Sacristán.
Exacto. Sacristán, que con excelente criterio, define el marxismo como una cultura y como una tradición revolucionaria, emancipatoria, a la que él pertenece, a la que pertenecemos, escribe, al menos en tres ocasiones, que la obra de madurez de Marx está fracasada (en una ocasión escribe «fracaso definitivo»).
Creo que la obra de Marx es de enorme importancia, que partir de ella es fundamental…
¿Y por qué es fundamental?
Porque es de los pocos estudiosos del capital que considera que las crisis del capitalismo son inmanentes al mismo. Junto con Polanyi y quizá Keynes, que creo adopta la perspectiva de Marx en esto. Hasta aquí, no creo que quepa duda de que esa es también la valoración de Manuel Sacristán.
Creo que su forma de trabajo es fundamental además, porque Marx no elabora una economía crítica o roja, alternativa a la economía burguesa, sino una crítica de la economía cuyo fin es mostrar que eso que parece cosa no es otra realidad que nosotros mismos. Pero todo eso no quita lo anterior.
Y creo que, al menos en la obra de Heinrich que estoy leyendo, se procede un poco a crear un nuevo Marx. Se culpa de los desvíos al materialismo histórico ortodoxo tradicional y se exonera la obra de Marx de problemas.
Creo que sí, que esto último que apuntas es una de las afirmaciones de Heinrich, cuanto menos en el libro que comentas.
Sacristán señalaba que la de Marx es una obra científica, de matriz filosófico, una obra en la que hay mucha filosofía, pero en la que la investigación científica es su distintivo, y que el pensamiento científico es el más perecedero.
Dado que he mencionado a nuestro maestro, quiero añadir algún elemento más sobre su análisis de El Capital.
Adelante con ello por supuesto.
Sacristán también trata la temática filosófica de Marx en El Capital. En lo fundamental, que resulta de su reencuentro con Hegel. Además investiga y reflexiona sobre la nueva reflexión que se abre en Marx tras el intercambio intelectual con los rusos, con Danielson, el traductor al ruso del primer libro de El Capital , con la revista populista Anales de la Patria [Otechestvennye Zapiski] y en el intercambio epistolar con Vera Zassulich. Todo esto le causa grandes problemas intelectuales, grandes interrogantes. Eso es así, pero a mi juicio es lluvia sobre mojado: tengo entendido que los dos primeros capítulos para el libro segundo, redactados en 1878, vuelven a ser muy, muy hegelianos, cosa que es registrada por Sacristán con cierta irritación -Sacristán interpreta el diálogo con los rusos en sentido de atenuación del hegelismo-. Y lo que creo hay en la obra de Marx, en su seno, es una confrontación entre axiologías metafísicas distintas.
Déjame remarcarlo: confrontación de dos axiologías metafísicas distintas, contrapuestas tal vez. Creo que has trabajado también un artículo de Emiliano Alessandroni (autor que desconozco): «Il sistema conteso. L’eredità hegeliana tra Antonio Gramsci e Giovanni Gentile». ¿Te ha resultado interesante? ¿Por algo en especial?
El asunto tratado por éste y otros textos análogos es importante. Se ha tratado de manipular el pensamiento de Gramsci. Uno de los intentos ha sido tratar de interpretarlo desde la filosofía de Gentile, que era un fichteano. Gramsci es un pensador hegeliano, hegelomarxista. Conoce la filosofía hegeliana, que en Italia arraiga de la mano de Spaventa desde mediados del siglo XlX; conoce el marxismo de Antonio Labriola, hegeliano marxista, y estudia y discute con Benedetto Croce, neoidealista italiano, neohegeliano.
Todo lector de los Quadernidel carcere se percata de lo bien que Gramsci conoce a Hegel, y cómo se recupera a Hegel, cómo se adensa su influencia y el número de menciones a la obra del alemán, a medida que los Quaderni avanzan, incluso referencias a Fenomenología del Espíritu, como «romanzo filosófico» (una obra de Hegel, por cierto, que no gustaba a Croce). Pero su marxismo hegeliano, su hegelianismo es, valga la redundancia, hegeliano: es la praxis intersubjetiva y el saber hacer que ésta crea en comunidad de acción -ethos, sittlichkeit, de sitte, costumbres, la Riforma de cultura- lo que tiene prioridad ontológica, como en Hegel (como en Aristóteles también). Es la praxis intersubjetiva la que crea ese saber hacer o eticidad nueva. Y la praxis, y el saber hacer, crean o producen tanto el Objeto, el ethos, las formas de vida y los objetos de uso para las mismas, como producen el Sujeto, la antropología, las necesidades subjetivas que son inmanente a cada mundo práxico, la subjetividad, el yo.
De modo que si en un momento dado, la cultura material se desordena y entra en contradicción hasta no poder satisfacer las necesidades antropológicas producidas -toda cultura, todo ethos, por el hecho de ser creación histórica, caducará-, las gentes, que recogen la experiencia de su hacer y sus consecuencias en la consciencia, pueden desdoblarse reflexivamente de su vivir, de ese vivir que los constituye como antropología, como subjetividad también histórica; pueden NEGAR la realidad –NEGATIVIDAD– y tratar de iniciar otro vivir, tratar de generar un nuevo hacer intersubjetivamente creado. Algo que no tiene porqué cuajar, no está garantizado desde luego, porque es historia y la historia no es evolucionismo garantizado.
De entrada son las necesidades irresueltas, el sufrimiento generado por un ethos antes hegemónico, que se desordena y entra en contradicción, las que inducen a las personas a rechazar el mundo en que viven y a generar una nueva actividad y a crear intersubjetivamente otro hacer: pero ese hacer en común y su nuevo saber hacer, no son previsibles a priori, no están causalmente determinados por el mundo anterior. Son históricos.
La antropología que generen, las nuevas necesidades inmanentes, la nueva subjetividad, el nuevo yo, consecuencia inherente, inmanente al nuevo hacer, lo son también, son inpronosticables y es inpronosticable el nuevo mundo posible, que surge de la nueva praxis, la nueva antropología y necesidades que son consecuencia inherente del nuevo hacer.
La subjetividad no va por delante, no preexiste a la praxis, no es anterior, no es ahistórica, no es una subjetividad trascendental. Esto es importante para nuestro asunto.
Y Gramsci, en tu opinión, seguiría este modelo.
Exacto. Se trata de ponernos a crear el nuevo ethos, el bloque social que genere la nueva Reforma moral e intelectual, que no se puede conocer cuál será y eso no porque Gramsci viva las consecuencias de la derrota fascista y proponga medidas lentas y moderadas debido a ello, sino porque la historia no la ficcionan las elites, las subjetividades a priori, es fruto de la praxis histórica que vaya surgiendo. La historia, la praxis, la cultura material de vida-civilización, la crean millones de personas, que son intelectuales, intelectuales que dominan la creación y la puesta en obra de un saber, pero que es el saber que es el que guía nuestras manos, que es saber-hacer, praxis.
La subjetividad, como la objetividad, son ambas consecuencias de la praxis concreta, histórica generada intersubjetivamente. Y eso no se puede prever. NEGATIVIDAD, NEGACIÓN, insisto, y esfuerzo por salir de esa primera fase de rechazo -negarla- y entre todos ir generando un nuevo saber hacer, creador de nuevo mundo existente: intento de superar el estado de negación, elaborando entre todos un nuevo hacer, negación de la negación, si se quiere expresar técnicamente.
¿Se me va entendiendo?
Creo que sí, que tus reflexiones nos son cercanas.
Gentile y Fichte son los filósofos de la tesis -tesis, antítesis, síntesis-, no de la negación. Fundamentan su filosofía en un YO puro, que es el supuesto previo que se supone preexistente y que propone, dirige o crea toda actividad, que tiene capacidad de ponerse como proyecto de acción, como tesis, y que se manifiesta en toda actividad objetivadora.
Es el yo kantiano, preexistente, radicalizado, liberado de todo determinismo a priori, que está en la elección de su hacer. Es un ente ahistórico, que no es discernible ni separable de su puro hacer, de su actuar mismo puro: es actividad es hacer. Ese yo trascendental, solo conjeturable porque, se dice, algo ha de haber que sea el motor de elegir el hacer que nos constituye como yo empírico, es el comienzo de todo.
El yo es el acto de poner su acto, su puro acto de ponerse como proyecto de acción, y que al poner su acto, que es tesis, constituye todo lo que es no-yo, toda otra parte del mundo, mundo que es, todo él, consecuencia de acción también y es la antítesis con la que se encuentra el yo y su proyecto.
Esto da como consecuencia, una síntesis nunca plena, claro; el yo y su proyecto que es previo a la realidad y exterior a la historia, nunca acaba de poder coincidir con la realidad que por cierto nunca está a la altura de la tesis propuesta por la subjetividad inicial. Es un kantismo, ese olorcillo de la idea regulativa que nunca se acaba de realizar, pero un kantismo donde el sujeto es un Yo capaz de poner, de crear proyecto, y que no tiene naturaleza a priori.
En realidad, todos los vanguardismos, todos los energetismos románticos y las teorías aristocráticas de elite se deberían reconocer en este modelo gentiliano y fichteano. Pero nada que ver con Gramsci, ni con Hegel y la historicidad, donde la subjetividad es resultante inherente, histórica, inmanente, a la praxis intersubjetiva, donde es el desorden, el agotamiento de un mundo objetivado el que impele al desdoblamiento consciente, a la negación, pero sin proyecto previo constituido, sin tesis previa formulada.
Y ese, el proyecto, el ethos, puede ser creado desde la nueva acción intersubjetiva tentativa, que se va organizando, desde la generación de un nuevo bloque histórico que genere un nuevo vivir que no se puede conocer a priori. Y desde luego, la antropología nueva será consecuencia, no causa, no tesis. Gentile y su acto puro van por el otro lado, por este de la tesis.
Bien, bien, cambio un poco de tema. ¿Alguna lectura más que nos quieras comentar o recomendar?
Estoy traduciendo un libro viejo, de 1980, de un comunista francés, Henri Denis, publicado en su día por PUF, que posiblemente podamos ver publicado en España.
Has hablado elogiosamente de él en alguna ocasión. ¿Nos cuentas quien fue Henri Denis?
Denis era un comunista nacido, sin mal no recuerdo, en 1913. Estuvo en la Resistencia anti nazi, en la de verdad -les unités de «Les francs-tireurs»- durante la ocupación de Francia por el Tercer Reich. Y fue miembro del PCF durante muchos años. Era especialista en historia del pensamiento económico, asignatura que impartió siempre en sede universitaria. Fue un hegelo marxista. Para mi sorpresa, al interesarme por él y leer algún escrito elaborado por él y presentado como ponencia sobre El capital de Marx el año de su centenario, en 1967, he podido saber que había en Francia, al menos un grupo de estudiosos de Marx, marxistas que eran hegelianos; algo imposible de saber tras la oleada althusseriana.
Denis escribe el manual más famoso, rojo, de historia de pensamiento económico, usado en España en las facultades de económicas (Editorial Ariel, Barcelona, 1969, y múltiples reediciones). Es un marxólogo y un marxista que estudia El Capital.
¿Cómo se titula la obra que estás traduciendo?
La obra que traduzco se titula L'»Economie» de Marx, histoire d´un échec [La economía de Marx, historia de un fracaso]. Debo su conocimiento a mi amigo Joaquín Arriola.
Te pregunto a continuación por tesis y contenidos. Descansemos un momento.
De acuerdo.
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