Traducido para Rebelión por Carlos Sanchis
Uno de los periódicos israelíes, Haaretz, ha publicado en portada los dos hechos: el centenario de la muerte de Teodoro Herzl, el fundador del movimiento sionista moderno, y el juicio de la Corte Internacional de Justicia, que ha declarado ilegal el Muro de Separación Israelí.
Esta coincidencia puede parecer fortuita. ¿Qué conexión podría ser posible establecer entre un aniversario histórico y el más reciente y actual hecho?.
Pero hay un vínculo. Está expresado en una frase escrita por Herzl en Der Judenstaat (El Estado Judío), el libro que constituye la piedra angular del sionismo.
Esto es lo que dice: «Allí (en Palestina) seremos un sector del muro de Europa contra Asia, serviremos de puesto avanzado de la civilización contra la barbarie.»
Esta frase podría haber sido escrita fácilmente hoy. Los pensadores americanos proponen » el choque de civilizaciones», con la cultura occidental » judeocristiana» combatiendo la «barbarie islámica». Los líderes norteamericanos declaran que Israel es el puesto avanzado de la civilización occidental en la lucha contra el «terrorismo internacional» árabe-musulmán. El gobierno de Sharon está construyendo un Muro con el propósito, o eso es lo que dice, de proteger Israel del terrorismo árabe-palestino. Declara en cada oportunidad que es la lucha contra el «terrorismo palestino». Los estados Unidos apoyan el muro con todo su corazón y con su cartera.
Incluso el semi-oficial nombre de la barrera – la «Valla de Separación» – enfatiza esta tendencia. Intenta la «separación» entre naciones, entre civilizaciones, y ciertamente separar la cultura (nosotros) de la barbarie(ellos).
Hay profundas razones ideológicas, mayormente subconscientes, para la construcción del Muro. Superficialmente, parece ser una práctica respuesta a un peligro real y presente. Un israelí medio dirá: «¿Estás chiflado?. ¿De que estás hablando?. ¿Qué tiene esto que ver con Herzl?, ¡murió hace cien años!. Pero hay una conexión directa.
Eso es también verdad para otro aspecto del Muro. En la época de Herzl fue acuñada una frase que se convirtió en el lema del movimiento sionista en sus primeros años: «Una tierra sin un pueblo para un pueblo sin tierra.» Es decir, Palestina es un país vacío.
Cualquiera que se de una vuelta a lo largo del trazado planificado del Muro chocará con un aspecto que salta a la vista: ha sido determinado sin la más mínima consideración a las vidas de los seres humanos palestinos que viven allí. El Muro les aplasta como un hombre pisa una hormiga. Los campesinos son separados de sus cultivos, los trabajadores de sus puestos de trabajo, los alumnos de sus escuelas, los enfermos de sus hospitales, los afligidos de las tumbas de sus seres queridos. Es fácil de imaginar a los funcionarios y a los colonos desplegar el mapa y planear el trazado – como si se tratara de un espacio vacío, con nada allí a excepción de colonos, bases del ejército y carreteras. Discutirían sobre la topografía, consideraciones tácticas y objetivos estratégicos. ¿Palestinos?. ¿Qué palestinos?.
El Tribunal Supremo israelí que dio a conocer su sentencia la semana pasada la concentró principalmente en este punto. No cuestiona la declaración de los generales de que el Muro es necesario. Si los generales lo dicen, el tribunal se cuadra y saluda. Tampoco sentenció el tribunal que el Muro debe ser construido en la Línea Verde, la frontera internacionalmente reconocida entre Israel y los territorios por él ocupados en 1967, lo cual es también el trazado más corto y más fácil de defender. Pero reconoce el hecho de que los territorios contienen una población palestina y exige que sus necesidades humanas sean tomadas en consideración.
Durante la semana que ha pasado desde entonces, ha quedado claro que el ejército está dispuesto a hacer algunos cambios en el trazado del Muro, pero no a cambiar su concepto básico. El trazado «mejorado» todavía crea enclaves para los palestinos y límites a su libertad de movimientos, si bien menos que el antiguo trazado. Algunos agricultores serán reconectados con sus tierras. Nada más.
Ahora viene la Corte Internacional de Justicia y anuncia principios que están mucho más cerca de los apoyados por las fuerzas israelíes de la paz que se han manifestado contra el Muro. Dice que el Muro, en sí mismo, es ilegal, excepto donde sigue la Línea Verde. Todos los sectores construidos dentro de los territorios ocupados violan el derecho internacional así como convenciones y acuerdos firmados por Israel.
El tribunal dice que estos sectores del Muro deben ser desmantelados, los lugares restituidos a lo que antes eran, y los palestinos indemnizados por los daños que se les ha infringido. Todos los países del mundo son llamados a abstenerse de conceder cualquier ayuda a la construcción del Muro.
¿Tendrá esto algún impacto en la opinión pública israelí?. Me temo que no.
Durante estos últimos meses, la maquinaria de la propaganda oficial ha preparado al público para este día. Los jueces de la Corte Internacional de Justicia, se ha dicho, son antisemitas. Es bien conocido que todos los países, posiblemente con la excepción de los Estados Unidos, desean destruir el Estado Judío. Hace algunos años una alegre canción fue muy popular: «Todo el mundo está contra nosotros / Pero nos importa un comino» Así que, ¡al infierno con ellos!
¿Tendrá esto algún impacto en la opinión pública mundial?. Probablemente, aunque el «juicio consultivo» no es vinculante y el tribunal no tiene ejército o policía para hacer cumplir sus sentencias. No tiene que ver con que cuando se someta al Consejo de Seguridad, será automáticamente derrotada por el veto norteamericano. Ninguna vez, y aún menos en época de elecciones, una administración norteamericana ha estado dispuesta a ofender al lobby pro israelí, tanto a judíos como a evangélicos. Los estados Unidos ignorarán al tribunal y seguirán financiando el Muro.
Pero en la Asamblea General de las Naciones Unidas, libre de vetos, habrá un amplio debate de gran alcance que encenderá una luz sobre el carácter real del Muro. La maquinaria de propaganda del gobierno Sharon, en complicidad con la mayoría de los medios de comunicación mundiales, ha producido una imagen del Muro como un medio necesario para impedir los atentados suicidas dentro de Israel. El debate en la Asamblea General puede ayudar a hacer público el propósito real de semejante monstruosidad.
El día antes del juicio estaba yo en una gran tienda de campaña en A-Ram, justo al norte de Jerusalén, una ciudad que es una de las principales víctimas del Muro. Una huelga de hambre de palestinos e israelíes estaba allí teniendo lugar. El lugar atraía a peregrinos de todo el país.
En el interior de la tienda, se estrenaba una película. Su director, Simone Bitton, un israelí de origen norteafricano que vive en París, muestra el Muro como es.
En la filmación, los palestinos describen lo que el Muro les ha hecho. Un miembro judío de un Kibbutz lo califica como un desastre para Israel, un desastre creado por nosotros mismos. El Director del Ministerio de Defensa, el general Amos Yaron (que fue relevado de su mando en el ejército por la comisión de investigación Kahan por su implicación en el caso Sabra y Shatila ) explica que los propios palestinos son los culpables de su sufrimiento. Después de todo, con sólo parar de resistirse a la ocupación, no habría necesidad alguna del Muro.
Pero lo más conmovedor de la película fue puramente visual, una secuencia sin palabras. Se ven campos verdes y olivares desplegados en el horizonte y ocasionales aldeas con sus elevados minaretes. Una grúa levanta una gran losa de hormigón en su sitio en el Muro. Oculta una parte del paisaje. Una segunda losa es levantada y oculta algo más. La tercera losa oculta el paisaje completamente; y te das cuenta que ante tus ojos otro pueblo ha sido separado de la vida para siempre con un enorme Muro de 8 metros de altura que encierra el pueblo por todos los lados.
Pero al mismo tiempo un pensamiento cruzó mi mente: Después de todo la misma grúa que pone los bloques allí también puede quitarlos. Pasó en Alemania. Pasará aquí. La decisión de los jueces de La Haya, provenientes de 15 países diferentes, ha contribuido para ello.
Quizás es una ironía de la historia: los jueces que representan la cultura europea exigen que el Muro sea eliminado. Si Herzl hubiera sido testigo de esto, habría quedado perplejo.
10.7.04