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¿Hay vida después del ladrillo?

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La ecología será urbana o no será. Visto lo visto de nuestro modelo urbano, parece simplemente que no será. Entre 2 y 3 millones de viviendas, la mayoría turísticas o segundas residencias, están siendo construidas o están proyectadas en España gracias al «boom» actual. Con este urbanicidio podemos decir adiós a cualquier propósito serio en […]

La ecología será urbana o no será. Visto lo visto de nuestro modelo urbano, parece simplemente que no será. Entre 2 y 3 millones de viviendas, la mayoría turísticas o segundas residencias, están siendo construidas o están proyectadas en España gracias al «boom» actual. Con este urbanicidio podemos decir adiós a cualquier propósito serio en contra del cambio climático. Acabamos con unos recursos hídricos escasos, desvirtuamos centenares de espacios naturales singulares y vaciamos de cultura significativa a miles de pueblos cohesionados. Al mismo tiempo, la democracia local ha sido fagocitada por unos ayuntamientos paralelos «en la sombra» de las constructoras y el interés público se sustituye por el principio de que «urbanizar por urbanizar» siempre es bueno. Huelga decir que brota por doquier la especulación, la corrupción y el blanqueo de capitales ilícitos.

Ahora denunciar la corrupción urbanística está de moda. Puede ser utilizada más como arma arrojadiza que cómo el reflejo de una convicción en otra forma de hacer el hábitat urbano. Las fiscalías han despertado de su letargo, el fisco parece haber descubierto de repente una evasión colosal de impuestos e incluso, se habla de la pérdida de muchos paisajes naturales valiosos. Ya veremos si sigue la preocupación después de las próximas elecciones municipales…

Desde el Parlamento Europeo hemos convertido el escándalo urbanístico español en un asunto europeo importante y notorio. Primero enfocamos la atención de la Comisión de Peticiones (de la que yo soy titular) en la Ley Urbanística Valenciana. En una acción muy poco habitual aprobamos en el pleno del Parlamento un demoledor informe sobre el urbanismo valenciano, lo que ha desembocado en un procedimiento de infracción en contra de la ley y ha puesto ante la opinión pública europea la famosa «Valencian Land Grab» (el robo de tierras valenciano). Además hemos presentado docenas de preguntas parlamentarias y hemos ayudado presentar peticiones europeas sobre casos concretos desde el Cabo de Gata hasta Tarifa; desde Fuerteventura hasta Murcia; en Castilla con San Glorio llegando hasta Mallorca, eso sí, pasando antes por Segovia y la Sierra Norte de Madrid.

Con la legislación europea en la mano, intentamos frenar muchos proyectos y en ocasiones, con algún éxito muchas veces gracias a la ayuda los ciudadanos. Hemos conseguido crear más presión popular en el sistema de justicia, en los distintos gobiernos y en la sociedad en general con el objetivo de defender la vida ante el avance incesante del ladrillo.

Pero nuestro empeño no se queda en la protesta sino también en la propuesta de una nueva urbanidad ecológica y democrática. Puede que no haya vida después de la dictadura del ladrillo pero sí hay una vida vibrante en las miles de comunidades que aman y defienden cada palmo de su entorno construido y natural. Ellas marcan el camino para superar los abusos urbanísticos y tejer un futuro más vivo y feliz.

David Hammerstein
Eurodiputado de Los Verdes