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Hechos documentados sobre Lluís Companys

Fuentes: Rebelión

No sólo el tirano Franco y los insurrectos debieron celebrar el 15 de Octubre de 1940 el injurioso fusilamiento del Presidente Companys. En Cataluña, la derecha burguesa y terrateniente alimentó en los años ’30 su odio hacia un destacado político de izquierdas. Lluís Companys i Jover (Ll.C.) nació en El Tarròs (Lleida) en 1883, y […]

No sólo el tirano Franco y los insurrectos debieron celebrar el 15 de Octubre de 1940 el injurioso fusilamiento del Presidente Companys. En Cataluña, la derecha burguesa y terrateniente alimentó en los años ’30 su odio hacia un destacado político de izquierdas.

Lluís Companys i Jover (Ll.C.) nació en El Tarròs (Lleida) en 1883, y estudió Derecho en Barcelona. Desde entonces, y a grandes rasgos, sus militancias, dedicaciones y derivas políticas documentadas, son:

En Barcelona, siendo Ll.C. joven, contactó con grupos lerrouxistas, que eran anticlericales a la vez que anticatalanistas. El escaso catalanismo que tenía Ll. C. entonces, le llevó a militar en el «Partido Reformista» de Melquíades Álvarez (político asturiano, de extrema derecha él, que murió asesinado en la cárcel Modelo de Madrid, en 1936). Esta adscripción nacionalista española, y de derechas, le duró a Companys tres años, entre 1912 y 1915

En 1917, Ll.C. coadyuvó a la creación de su propio partido, el «Partit Republicà Català» (PRC), que fundaría junto con Marcel·lí Domingo (futuro ministro de Agricultura, Industria y Comerçio) y junto con el abogado de los sindicalistas Francesc Layret (a) «El Noi del Sucre» (asesinado en Barcelona, en 1923, por los pistoleros de la patronal). De entonces tratan los artículos antiburgueses de Ll. C., publicados en un órgano del PRC, «La Lucha». Todo ello llevó a Ll. C. a defender -como abogado- a obreros sindicalistas y a pistoleros anarquistas, acusados de asesinatos de miembros del policíaco «Sindicat Lliure» o de la burguesía catalana. Por lo demás, l os anarcosindicalistas conocían a Ll. C. por el alias de «Pajarito», debido a lo bien que «piaba» ante el juez en sus alegatos de defensa de los anarcosindicalistas.

Su radicalización antiburguesa -con la que Ll. C. defendía a los «parias de la tierra» incitándoles a la rebelión social- le hizo cumplir en 1920 una sentencia en su contra en el penal de «La Mola» (Maó). A su pronta liberación, en 1921, a causa de haber sido elegido Ll. C. diputado a las Cortes Españolas, co-fundó la «Unió de Rabassaires» en defensa de unos contratos de orígen medieval que protegían a los campesinos viticultores de los intereses de los ancestrales y catalanes propietarios de tierras.

Los grandes propietarios catalanes de la tierra estaban entonces organizados en el partido de la «Lliga Regionalista», algunos de cuyos dirigentes, en la Guerra Civil de 1936, apoyarían a los militares insurrectos que, en 1940, fusilarían a Ll. C. Hoy, la «Lliga» ya no existe, subsumida, tácitamente y presumiblemente, en «Convergència i Unió», sobre todo en «Unió Democràtica».

Aquellas luchas campesinas de entonces, de payeses (con Ll. C. con ellos) contra los propietarios rurales de la burguesía catalana, marcaron un hito de la lucha de clases en Cataluña. Para aunar fuerzas en un partido amplio, Ll. C. contribuyó a la fundación de «Esquerra Republicana de Catalunya» (1931) desde donde ascendió a la Presidencia de la «Generalitat» (1934), después de haber sido concejal y alcalde de Barcelona; gobernador civil de Barcelona; diputado a Cortes; y en 1933, ministro de Marina del Gobierno español. A partir del 19 de julio de 1936, los intentos, en Cataluña, de despliegue de una revolución social y política antiburguesa, así como la creación del «Comité Central de Milicias Antifascistas» (bajo la protección del cual actuaron los «patrulleros» formados, mayoritariamente, por miembros del «lumpen») estuvieron presididos por Ll.C. al frente del gobierno de la Generalitat. Luego su postura variaría, a raíz de los hechos protagonizados por esos pistoleros y que motivarían, en buena medida, los Fets de Maig de 1937, o enfrentamiento entre la Generalitat y la II República, y los partidarios de la «revolución social».

Expuesto todo lo anterior, no sólo el tirano F. Franco y los insurrectos nacionales debieron celebrar el 15 de Octubre de 1940 el injurioso fusilamiento de Ll. C., tras su detención por parte de la Gestapo hitleriana. En Cataluña, bastante debió ser la gente que también celebró, o cuando menos no le pareció mal, ese injusta e ignominiosa ejecución.

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