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(Raúl Rivero no es Sajarov)

Hermann Tertsch en Disneylandia

Fuentes: Colectivo Cádiz Rebelde

Parece que anda contento el «gran articulista» de El País H. Tertsch. Lo parece por el batiburrillo de mentiras, calumnias y desvaríos con que nos deleitó el martes 12 de octubre de 2004, en una de sus colaboraciones habituales con Falsimedia, esta vez titulada «Sajarov en Cuba». El motivo de tanta satisfacción no es más […]

Parece que anda contento el «gran articulista» de El País H. Tertsch. Lo parece por el batiburrillo de mentiras, calumnias y desvaríos con que nos deleitó el martes 12 de octubre de 2004, en una de sus colaboraciones habituales con Falsimedia, esta vez titulada «Sajarov en Cuba». El motivo de tanta satisfacción no es más que la rectificación del nuevo gobierno, el del nuevo talante, de no invitar a la llamada «disidencia pacífica» a la recepción que se celebra en la embajada española en La Habana, con motivo de la «Fiesta nacional».

No todo va a ser cumplimiento del programa electoral. Hay temas donde los lobbys mandan mucho. Y en el tema de Cuba aprietan fuerte. Era mucho pedir que ZP sostuviese una postura coherente en este tema y rectificase de forma clara y contundente la política de ariete europeo, de punta de lanza contra la isla, que asumió Aznar.

Y a tenor de lo que cuenta Hermann Tertsch, la fiesta promete estar animadísima. «Hoy, (a la fecha de la Fiesta Nacional se refiere), por tanto, acudirán a la Embajada de España algunos de los hombres y mujeres que creen en un futuro en libertad para Cuba y tienen el coraje de luchar a cara descubierta contra un régimen que en su carrera hacia cotas mayores de miseria moral ya sólo compite con Corea del Norte.»

Empiezan el desvarío y las calumnias. Hay que acumular altas dosis de cinismo para afirmar, sin la más mínima vergüenza, que «el futuro en libertad» para los cubanos, pasa por el diseño que el gobierno norteamericano tiene elaborado para la isla desde bahía de cochinos. Hay que desvariar, hay que estar muy bien pagado para afirmar que esos «disidentes pacíficos» no son en realidad mercenarios a sueldo, gente financiada, y bien financiada, directamente por el gobierno USA de turno, o bien por esa red de Fundaciones y ONG.s que ha elaborado con burda sutileza la CIA.

Delira en su artículo Hermann Tertsch (HT) cuando le concede al gobierno cubano la capacidad de chantajear, no sólo a España sino a toda la Unión europea, por el hecho, en cualquier caso legítimo, de que un gobierno decida no asistir a una recepción diplomática donde se agasaja a gente que atenta contra los principios básicos de su política, de su moral revolucionaria y de su visión del mundo. Delira HT, se le suben los honorarios. Que las autoridades cubanas, por las más elementales señas de dignidad, boicotee ágapes diplomáticos de segunda fila, supervisados y aplaudidos por la oficina de intereses norteamericanos en la isla (máxima empresa responsable de la idea) y que eso signifique tales chantajes para toda Europa y sus gobiernos, no es más que la lógica de un inepto, de alguien que compara una protesta legítima con el agravio insoportable del chantaje.

Además de calumniar y desvariar, HT miente.

Raúl Rivero no es Sajarov.

El científico soviético allá por el año 61 ya había inventado la bomba de hidrógeno y trabajaba activamente como intelectual, desenmascarando la nefasta carrera de armamentos. Abogaba por la coexistencia pacífica y exhortó como pudo, tanto a la esfera de influencia soviética como a la capitalista, en la búsqueda de nuevas sendas que desembocaran en más democracia para los pueblos. A través de su investigación, a través de la ciencia llega a la defensa de la paz. En 1975 le otorgan el Nobel y empieza a convertirse en un elemento más de la guerra fría, en un arma arrojadiza sobre la débil techumbre soviética. La instrumentalización que durante ese tiempo se hizo de los Nobel de la Paz fue tan denigrante, que hasta el ínclito Henry Alfred Kissinger se llevó uno.

También en el año 1961 los «disidentes pacíficos» y sus jefes del Pentágono bombardearon Cuba y la intentaron invadir por la bahía de Cochinos.

Los disidentes pacíficos de ahora, también con los planes del gobierno yanqui en sus maletas, no descartan un nuevo Iraq en el Caribe. No descartan nada. Y preparan el terreno, lo que pueden, dentro y fuera.

Raúl Rivero no es Sajarov.

Entre otras lindezas, Raúl Rivero fue contratado por el diario de extrema derecha El Nuevo Herald de Miami y catapultado a la presidencia de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que agrupa a los propietarios de los principales medios del continente americano y uno de los principales soportes de Estados Unidos durante la guerra fría.

Colabora con Cubanet, agencia de Miami financiada por el gobierno de los EE.UU.

Y tiene entre otros muchos premios, el de Reporteros sin fronteras, ONG expulsada de la ONU, por «actos incompatibles con los principios y objetivos de la Carta de las Naciones Unidas».

Evidentemente, este personaje no es Sajarov.

Y HT, en su postrero delirio, debería encabezar la lista de personas que propongan a Raúl Rivero para el premio Nobel de la Paz, o el de Literatura, o el de Periodismo (si existiese). O al Pato Donald.

Aunque quizá sea mejor no darle ideas, porque en el mundo de Falsimedia, como en Disneylandia, todo es posible, y pudiera ser que le hicieran caso.

Bromas aparte, a Hermann Tertsch se le ha ido la mano. No nos imaginamos un editorial de El País con esa sarta de despropósitos. Editorializan con «otro talante», pero no se privan de echar los perros, los lacayos, a realizar el trabajo sucio. Y no les importa que se les vaya la mano.

Decían en mi pueblo: tú calumnia, que algo queda.