Hizbulá ha anunciado la retirada de sus hombres de las calles de Beirut aceptando así la petición del jefe del Estado Mayor libanés y candidato de consenso a la presidencia del país, el general Michel Sleiman, quien ha asumido la gestión de la crisis al anunciar la revocación de las dos medidas del Gobierno que […]
Sleiman ha asumido la reinstauración del general Wafic Shuqeir a cargo del aeropuerto internacional de Beirut. Shuqeir, considerado cercano al Hizbolá (‘Partido de Dios’), fue cesado en sus funciones por el Ejecutivo hace cinco días, en un consejo de ministros en el que también fue declarada ilegal la red de comunicaciones de Hizbulá que, según su líder, Hasan Nasrala, es un «instrumento vital» para la resistencia contra Israel. En cuanto a esta red, el general ha anunciado que «la investigará» sin poner en riesgo la labor de la resistencia.
El jefe del Ejército, cuya figura es vista por mayoría y oposición como un elemento unificador -no en vano su institución es la única que sigue unida en el nuevo Líbano sectario y se ha mantenido al margen de los combates- también ha pedido a los hombres armados que se retiren de las calles, lo que daría una pausa a los combates.
Ahora son los líderes políticos, en especial Nasrala y los responsables de los partidos de la mayoría cuyas milicias se están enfrentando a los chiíes -el suní Saad Hariri y el druso Walid Jumblatt- los que deben dar un paso hacia la solución ordenando a sus combatientes replegarse y cesar los combates. Hariri y Jumblatt ya han anunciado que se pliegan a las condiciones del general .
El anuncio de Sleiman se produjo poco después de que el primer ministro se pronunciase sobre la crisis con una vehemente alocución en la que culpaba al ‘Partido de Dios’ de volver sus armas hacia los libaneses.
Siniora habla cuatro días después
Cuatro días de enfrentamientos ha necesitado el primer ministro Fouad Siniora para dirigirse finalmente a la nación, en un discurso en el que ha denunciado a Hizbulá por «declarar y lanzar una guerra con el objetivo de cambiar el balance de poder doméstico, regional e internacional». Además, ha advertido que el Partido de Dios «no nos aterrorizará [al Ejecutivo libanés] con sus armas», en una declaración que podría exacerbar el principio de guerra civil que padece el país. a los combates.
En un discurso televisado desde la sede del Gobierno, el Gran Serail, donde se encuentra por completo protegido por el Ejército y cercado a su vez por los milicianos de Hizbulá y las milicias afines que controlan oeste de Beirut, el jefe del Gabinete ha criticado vehementemente a un Hizbulá, «que llama al diálogo y se prepara para la escalada, habla de calma y prepara la guerra».
Siniora ha advertido que «el país no caerá bajo el golpe [de Estado] ni volverá a la hegemonía del terrorismo[…]. Líbano vive los tiempos difíciles, [sufre] un apuñalamiento envenenado mediante el golpe de Hizbulá», y ha anunciado que su Gobierno «no quiere la guerra, como Hizbulá, pero no aceptaremos que civiles inocentes sufran daños , ni que Hizbulá imponga sus deseos sin una discusión previa con las instituciones constitucionales».
El primer ministro ha pedido al jefe del Ejército, el general Michel Sleiman -el candidato mejor visto por todos los partidos para ocupar la Presidencia desde que ésta quedara vacante por la crisis política, en noviembre- que sus fuerzas liberen las calles de combatientes.
«Solicito al comandante en jefe que preserve la paz civil», ha dicho en su intervención, en la que propuso un plan de cinco puntos para tratar de calmar el conflicto , el primero consistente en paralizar temporalmente las dos medidas decretadas por el Gobierno contra Hizbulá -ilegalizar su red de comunicaciones y cesar al responsable de Seguridad del aeropuerto, próximo al Partido de Dios- que generaron la actual confrontación.
Las siguientes medidas consisten en retirar a los hombres armados de las calles , levantar el campamento de la oposición que paraliza el centro de la ciudad desde hace 17 meses y dejar la seguridad en manos del Ejército; elegir a un presidente de consenso y un gobierno de unidad nacional y discutir una nueva ley electoral en el Parlamento.
Minuto de silencio
El primer ministro ha llamado a un minuto de silencio este domingo a mediodía en señal de duelo por los acontecimientos , aunque la situación no cesa de empeorar. Los enfrentamientos se han extendido a las montañas de Alley, uno de los feudos de la comunidad drusa, donde, según Al Yazira, 9 combatientes, siete de ellos de Hizbulá y dos del Partido Socialista Progresista de Walid Jumblatt habrían perecido en los combates.
Hizbulá, por el momento, ha denunciado la «ejecución» de dos militantes y el secuestro de un tercero. En Trípoli, de enorme presencia suní, también se han registrado fuertes tiroteos y se teme que se extiendan los combates.
Mientras, la capital ha vuelto a asistir a enfrentamientos en Tareq al Jedide, cerca de Corniche al Mazra, donde el altercado entre un cortejo funerario por una víctima suní y un comerciante chií ha desembocado en un tiroteo protagonizado por éste último que ha dejado dos muertos y varios heridos, dos de ellos de gravedad.
En total, más de 30 personas han perdido la vida en los enfrentamientos que comenzaron el pasado miércoles pero que se definieron como una guerra civil el jueves, cuando tras un discurso del líder de Hizbulá, Hasan Nasrala, sus fuerzas tomaron por la fuerza, en apenas 36 horas, todo el Beirut musulmán, que sigue bajo su control.
Al menos un centenar de personas han resultado heridas. El país sigue con su aeropuerto y su puerto marítimo cerrados , y la única vía que lo une con el exterior es la carretera hacia Siria, aunque los cortes de los manifestantes son tan continuos que no resulta segura emplearla para salir. El sector cristiano de la capital libanesa sigue por el momento ajeno
http://www.elmundo.es/elmundo/2008/05/10/internacional/1210428131.html?a=e832635f09f947a158c6cf23af9c669a&t=1210459317