El 29 de septiembre CCOO y UGT han convocado una Huelga General, a la que se han sumado otros sindicatos, contra la reforma laboral (que ha sido aprobada en el parlamento el 9 de septiembre) y otras medidas de ajuste social. La secuencia de los hechos es la siguiente: 1. La crisis y el ajuste. […]
El 29 de septiembre CCOO y UGT han convocado una Huelga General, a la que se han sumado otros sindicatos, contra la reforma laboral (que ha sido aprobada en el parlamento el 9 de septiembre) y otras medidas de ajuste social. La secuencia de los hechos es la siguiente:
1. La crisis y el ajuste. La primera fase viene marcada por la estafa bancaria. Con la burbuja inmobiliaria y el capitalismo de casino (el 75% del capital circulante nada tiene que ver con la economía productiva) estalló la crisis. Se realizaron ayudas públicas escandalosas para salvar a los especuladores. Los propósitos iniciales de refundar el capitalismo (Sarkozy), regular mercados, acabar con paraísos fiscales, quedaron en agua de borrajas.
Tras algunas medidas iniciales neokeynesianas para reactivar la economía, el neoliberalismo rampante vuelve al mantra: recortar salarios, derechos laborales y sociales. Los que se forraron, los incompetentes contraatacan. Entramos en una segunda fase, todo el mundo se plega: Zapatero con el triste semblante de un suicida (Chirbes) incumple todas sus palabras, aplica un fuerte recorte social y empieza la escalada de agresiones.
a) Decretazo de mayo 2010: Es el primer ataque y contiene medidas injustas (congelación de pensiones y de ayudas a la dependencia, recorte del 5% el salario de los empleados públicos), contrarias al empleo y la reactivación (el recorte de la inversión va a producir ERE`s que afectarán a cerca de medio millón de trabajadores) y desequilibradas (los capitales no se gravan). Aprobado por un voto en el Parlamento. Qué pena, ni un solo voto libre, digno, en las filas socialistas del congreso: sólo brazos de madera, militantes derrotados de antemano, gobierno amortizado. Ambiente de crisis general: no éramos una gran economía para pertenecer al G8, somos una democracia vigilada (Garzón).
b) La reforma laboral para despedir más fácilmente cuando hay 5 millones de parados. En concreto se facilitan y abaratan los despidos por causas económicas en las empresas con pérdidas, con previsión de tenerlas o con caída de los ingresos y el FOGASA pagará el 40% de las indemnizaciones; se generaliza el contrato con despido más barato (33 días por año en vez de 45); se potencia la intermediación privada en el mercado de trabajo (ETTs y agencias privadas de contratación); se debilita la negociación colectiva y se aumenta el poder empresarial en los temas de flexibilidad interna (horarios, jornada, traslados, descuelgue salarial); endurece las penalizaciones los parados y a los trabajadores de baja; no aborda seriamente la lucha contra la tremenda precariedad laboral.
Con las medidas de ajuste del decretazo ya había razones suficientes para convocar la huelga general a finales de junio y no sólo a los empleados públicos. Y más aún con la agresión de la reforma laboral, pero se convocó sólo en Euzkadi, con bastante éxito. El gobierno marcó los tiempos de la negociación, de la ruptura de la mesa y de la aprobación legal de la reforma laboral. Ello hace que la huelga del 29 de septiembre se convoque a toro pasado.
c) La reforma de las pensiones. Se anuncian medidas como la elevación de la edad de jubilación a los 67 años y la ampliación del período de cómputo a 20 años, entre otras. Buscan acortar el período de disfrute de la pensión, reducir los derechos y cuantías de las pensiones y meter miedo para engordar el negocio de los planes y fondos privados. El mismo gobierno que hace nada quería reducir las cuotas sociales a los empresarios, el que permite prejubilaciones con cincuenta y pocos años en grandes empresas y sectores económicos privilegiados para ajustar plantilla y aumentar beneficios, dice ahora que hay riesgo financiero para el sistema y quiere elevar la edad de jubilación a los 67 años a los albañiles, a los trabajadores a turno, de cadena, a los maestros. Mientras, a banqueros como a González (BBVA) le queda una pensión de 80 millones de euros.
La propuesta gubernamental es antisocial porque las cuentas están saneadas (62.000 millones de euros de superávit y siempre queda la financiación vía fiscal), en España las pensiones son un 65% de las europeas y nos jubilamos más tarde (63,8 años). Pero sobretodo es un disparate ya que con el nivel de desarrollo tecnológico existente se puede y se debe trabajar menos para trabajar todos. No hay que retrasar la salida sino adelantar la edad de entrada al trabajo de los jóvenes, una vez formados, para reducir su tasa de paro que es del 40% Es más lógico que trabaje una persona de 25 años que una de 66.
d) Los PGE para 2011. Para bajar el déficit dos puntos se pretende rebajar el gasto respecto a 2010 en un 7,7%, llegando a los niveles de 2006. Este duro recorte presupuestario tendrá consecuencias en todas las partidas excepto en el pago de la deuda y en las prestaciones al desempleo.
2. La protesta . Lo peor de la crisis es la resignación. Hay alternativas técnicas (presión fiscal progresiva, banca pública, papel del Estado en la economía…), faltan las políticas. Pero sobre todo para evitar un duro ajuste sostenido es necesario resistir combinando el pensamiento crítico y la movilización.
El pensamiento crítico supone desarrollar un cuestionamiento racional y sistemático del capitalismo, al tiempo que se elaboran alternativas concretas para la salida de la crisis y el cambio de modelo económico en nuestro país, la defensa del empleo, del salario, de la protección social y del sector público. Crítica a un sistema injusto, insostenible y antidemocrático que aprovecha las crisis cíclicas para redistribuir la riqueza y el poder en su favor. Alternativa a un modelo productivo que, aparte de la crisis, al basarse en el ladrillo, el turismo y estar condicionado por la rigidez que impone el euro, es el responsable último una inmensa tasa de paro y de un déficit y una deuda exterior de las mayores del mundo. Las soluciones no pasan por recortar derechos sociales, sino por cambiar el modelo y replantearse los dogmas.
Las reivindicaciones y la estrategia sindical tienen que ser muy claras y debatidas en las organizaciones y en los centros de trabajo. Decálogo de objetivos entendibles y asumibles. Estrategias debatidas y participadas. Sin repetir errores: apostar todo a la concertación, que sea cupular y sin información y debate con los trabajadores sobre lo que se ventila puede generar la desconfianza de éstos y les hacen mirar con escepticismo las propuestas de movilización por dudar de la firmeza real. Otro error concreto son determinadas ambigüedades sindicales ante la ampliación del período de cálculo de las pensiones.
La movilización. Nadie con un mínimo conocimiento histórico puede dudar del valor histórico de la movilización, aunque hoy en día los mecanismos ideológicos del neoliberalismo debilitan la conciencia de clase y presentan el conflicto social como una antigualla inútil en vez de como un motor de cambio y avance social. La experiencia nos enseña que toda lucha bien planteada paga. Y que toda movilización tiene consecuencias, las que salen bien y las que fracasan, frenando o recrudeciendo las agresiones. A veces los resultados sólo se ven a medio plazo y en diferentes planos: reivindicaciones que directamente se dirime, en el ámbito político, en términos de recuperación o de pérdida del respeto entre interlocutores o fuerzas confrontadas, etc.
La convocatoria de huelga general para el 29 de septiembre supone el fracaso de la estrategia de concertación entendida como la simple limitación del daño a los trabajadores. Es el resultado de la respuesta social. Ahora hay que trabajar para su éxito y ello pasa por llegar a todos los centros de trabajo y dar protagonismo a los trabajadores, por cargarse de razón ante la opinión pública, por desarrollar generosamente una amplia política de alianzas y por dejar clara la voluntad de continuidad de las movilizaciones.
Por cierto, el éxito es la mejor manera de defender el derecho de huelga frente a los neoliberales que pretenden «erradicar las huelgas generales» y exigen «su urgente regulación legal» para mellarla, olvidando que es uno de los derechos fundamentales que definen la existencia de un sistema democrático. Huelgas como la del Metro de Madrid cumplen esta función con un efecto didáctico que muestra que la lucha da frutos.
3. La reconversión del modelo sindical. Estamos ante una nueva fase económica, política y sindical. De la etapa basada en la concertación como objetivo central, hemos pasado al escenario de una política continuada de agresiones sociales. No es un ajuste puntual, sino que entramos en una etapa dura de confrontación que exige una movilización sostenida para no ser derrotados. Podía ser útil la reflexión sobre la respuesta social en Grecia (6 huelgas generales) y en España teniendo en cuenta más factores que la dureza inicial del ajuste en cada país.
Para evitar los retrocesos sociales hay que apostar por un sindicalismo más de combate activando la militancia e impulsando la renovación de cuadros para ajustar su puesta al día en las nuevas necesidades de la clase obrera. Más democracia, participación y firmeza, que demuestren la utilidad del sindicalismo de clase como la mejor defensa de éste frente a los ataques neoliberales. Recuperando de esta manera el músculo movilizador que no es otra cosa que disponer de militantes con presencia y crédito en los centros de trabajo, preparados para la negociación y para la lucha, y que compartan la estrategia sindical de la organización. Tenemos una buena base de partida: decenas de miles de delegados, mucha organización y grandes recursos económicos. Aún con todo ello, es el reto más difícil, y el más importante, para recuperar la esperanza frente a la crisis y en la propia lucha.
Para acabar hay que decir que la prioridad es centrarse en la preparación de la Huelga General del 29 de septiembre para asegurar su éxito real, sin caer en absurdas guerras de cifras. Teniendo claras dos cosas: que el balance objetivo de lo que se consigue en una movilización, de forma directa e indirecta, a corto y a medio plazo, sólo se aprecia con perspectiva histórica; por ello lo que realmente cuenta es que los trabajadores entiendan las razones y objetivos, y compartan las perspectivas de lucha a la que se les convocan. Y, en segundo lugar, que si luchamos podemos perder, pero si no lo hacemos estamos perdidos. Nos vemos el 29 en la Huelga y en las calles.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.