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Lucha anti-TAV

Imágenes y razones

Fuentes: Eutsi

La forma de dominio posmoderna se basa, entre otras cosas, en la aplicación de técnicas de formación de la opinión pública. Esto no es nada nuevo, y tal vez fueron los situacionistas quienes con mayor lucidez analizaron lo que ellos llamaron sociedad del espectáculo. Conseguir un pensamiento prefabricado, formas de consenso espectacular… llamémoslo como queramos. […]

La forma de dominio posmoderna se basa, entre otras cosas, en la aplicación de técnicas de formación de la opinión pública. Esto no es nada nuevo, y tal vez fueron los situacionistas quienes con mayor lucidez analizaron lo que ellos llamaron sociedad del espectáculo. Conseguir un pensamiento prefabricado, formas de consenso espectacular… llamémoslo como queramos. La pregunta sin embargo es: ¿Cómo funciona en la práctica? Vivimos en Euskalherria un conflicto que puede servirnos para contestarla. El intento por parte del capital vasco-español-europeo-trasnacional de implantar el Tren de Alta Velocidad en un territorio, el vasco, ya muy castigado por diversas infraestructuras y con una fuerte tradición de práctica ecologista. El movimiento contra el TAV y los poderes, económicos y políticos, que tratan de ponerlo en marcha se enfrentan, entre otras formas, en el terreno de la confrontación de las ideas. Se trata de un debate profundamente desigual.

Obviamente uno de los elementos de esta desigualdad es el dominio de los medio masivos de comunicación, con poquísimas excepciones, por parte de los partidarios del tren. Es una desigualdad estructural que el movimiento contra el TAV conoce y trata de superar poniendo en marcha formas de contrainformación, o de información alternativa, en las que los movimientos sociales vascos tienen sobrada experiencia. Sin embargo, tal vez no se ha reflexionado lo suficiente sobre otra forma de desigualdad que afecta no ya sólo a la propiedad de los medios de comunicación sino al contenido de las informaciones y opiniones que difunden. En otras palabras sobre las técnicas concretas que se utilizan para lograr un consenso de la opinión pública a favor de TAV. Yo destacaría aquí varias técnicas y estrategias que se entremezclan.

Los mensajes a favor de TAV se basan más en la imagen que en la razón. Actúan a nivel inconsciente consiguiendo crear en la mente de los receptores imágenes favorables a esta infraestructura. Por ejemplo la imagen del gran metro europeo, que hace que cualquiera se imagine ya viajando con su parienta por Europa de estación en estación, haciendo fotos y comprando regalos para los niños. El movimiento en contra del TAV responde con argumentos racionales a mensajes icónicos o imaginarios. Con datos, con razones… que poco tienen que hacer frente a las imágenes seductoras que construyen los gabinetes de prensa y el resto de especialistas de la comunicación.

Estas técnicas sin embargo se pueden conjugar con otras más burdas como la autocensura. Dicho sin ambages, el director del medio correspondiente recibe una llamada de los dueños, que le dicen: de ese tema ni hablar. El director comunica el tabú a los periodistas que lo acatan por la cuenta que les tiene. Eso está pasando aquí y ahora en el tema de la alta velocidad ferroviaria. En otras palabras se hurta el debate, y se difunde en cambio un torrente de imágenes, y también palabras y datos, que aunque posiblemente muy pocos leen ya sólo por su volumen constituye otro icono influyente en la opinión pública.

Para terminar este pequeño análisis no podemos obviar el tema de la criminalización. No sólo se imposibilita el debate racional sobre el asunto, sino que se trata de establecer un pseudodebate  que no es, como parecería lógico, el de TAV sí o no, sino el de los violentos contra los pacíficos, el de los terroristas contra los demócratas. Un debate tautológico, porque ¿quién en su sano juicio puede estar con los violentos o los terroristas?

Mi intención al escribir estas líneas es realizar una modesta aportación al movimiento contra el TAV para poder confrontar estas estrategias del poder económico-político-mediático altamente unificado, desarrollando formas de oposición que puedan superarlas.