Alrededor de 150 vehículos blindados portatropas y otros vehículos, más de 1.000 soldados de Arabia Saudí y 500 policías de los Emiratos Arabes penetraron el lunes 14 de marzo en Bahréin. En este reino del Golfo Pérsico se desarrollan desde el 14 de febrero movilizaciones y protestas de trabajadores y ciudadanos, quienes, inicialmente, demandaban reformas políticas […]
Alrededor de 150 vehículos blindados portatropas y otros vehículos, más de 1.000 soldados de Arabia Saudí y 500 policías de los Emiratos Arabes penetraron el lunes 14 de marzo en Bahréin. En este reino del Golfo Pérsico se desarrollan desde el 14 de febrero movilizaciones y protestas de trabajadores y ciudadanos, quienes, inicialmente, demandaban reformas políticas pero en los últimos días han estado exigiendo el fin de la corrupta dinastía y monarquía suní que encabeza el Rey Hamad Ben Issa Al Khalifa.
Los también corruptos, represivos y sumisos regímenes de Arabia Saudí, Emiratos Arabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar, que integran, junto a Bahréin, el Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico, han acudido, pues, a ayudar al Rey Al Khalifa a reprimir y ahogar en un baño de sangre la insurgencia revolucionaria que se desarrolla en Bahréin, que está haciendo tambalear a la monarquía y poniendo en peligro el dominio imperial yanqui, pues ese pequeño reino ha sido convertido en la base permanente de la V Flota Militar de Estados Unidos. Este martes 14 el régimen opresor ha reprimido salvajemente a los manifestantes pacíficos, con un saldo de al menos 2 muertos y cientos de heridos; hasta las ambulancias han sido atacadas con fuego real. (En otro acto de sumisión a los designios de Estados Unidos y otras potencias occidentales, el Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico solicitó en días recientes a la Liga Arabe una reunión de urgencia para respaldar la imposición de una zona de exclusión aérea en Libia).
Esta intervención militar y policial foránea en Bahrein evidencia el doble rasero y la catadura moral de Barack Obama, Hillary Clinton, David Cameron, Nicolas Sarkozy y otros gobernantes imperialistas, quienes han estado apoyando abiertamente a los rebeldes libios armados -incluso ofreciéndoles más armas- para derrocar al régimen de Muammar al Gaddafi, mientras que ahora apoyan la invasión militar en Bahréin, pero no en favor del pueblo revolucionario desarmado sino del régimen asesino. Una vez más, queda al descubierto que no es la defensa de la vida, los derechos humanos, la democracia y las libertades políticas las razones que mueven a los imperialistas y sus lacayos a intervenir militarmente en los países árabes convulsionados, sino, por el contrario, sofocar los procesos revolucionarios y seguir manteniendo el control del petróleo y otras riquezas de esas naciones. Las caretas han caído.
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