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Ya se han servido calentitos los resultados de las últimas elecciones generales en el estado español

inVoluntad popular

Fuentes: kimetz.org

Nos encontramos agotados por la precampaña, posterior campaña y ahora inmersos en la postcampaña en la que se anunciarán las posibles consecuencias o bien en forma de dimisiones, en el menor de los casos, o bien adaptaciones de discurso que atenúen los fracasos cosechados. Hay que aventurarse a analizar lo que supuestamente la «voluntad popular» […]

Nos encontramos agotados por la precampaña, posterior campaña y ahora inmersos en la postcampaña en la que se anunciarán las posibles consecuencias o bien en forma de dimisiones, en el menor de los casos, o bien adaptaciones de discurso que atenúen los fracasos cosechados. Hay que aventurarse a analizar lo que supuestamente la «voluntad popular» ha expresado en las urnas, o fuera de ellas.

Para la mayoría de los analistas quien ha ganado es el bipartidismo, a mí, sin embargo, me gusta más hablar de homogeneización del voto. Las dos organizaciones políticas (PSOE y PP) con las que la burguesía española manifiesta sus diferentes intereses, han subido respecto a las anteriores elecciones del 2004. Así mismo, aunque con cierto castigo en el caso del PNV, las dos principales burguesías periféricas, mantienen su cuota de representación en el parlamento español. Fuera de ellas, el desierto, la constatación de un proceso de eliminación de un ruido que ya no es necesario. Los medios de comunicación de masas, al servicio de sus propios intereses de clase, han jugado abiertamente a pintar la geografía estatal de dos colores solo. Un mapa dónde se tiñe, por un lado de azul Castilla y sus feudos de levante y poniente, y por otro lado de rojo, el granero de votos socialistas del sur y la periferia autonomista e insular. Dos tonalidades, que más allá de las apariencias, combinan perfectamente y que se congratulan de reunir conjuntamente más apoyos para su proyecto nacionalista gran español que en los procesos electorales anteriores.

Otro elemento a destacar, ha sido la debacle de IU que, aun siendo más sangrante en esta ocasión por la pérdida del grupo parlamentario, era previsible tras el largo periodo de descenso de apoyo que venía sufriendo. Tanto el PCE, en primer lugar, como la marca electoral con la que viene presentándose desde hace 20 años, han venido desempeñando un impagable papel de contención de conciencias antisistema en las tres décadas que llevamos de restauración borbónica. Ahora, tras la paupérrima situación en que se encuentran todos los movimientos no asimilables por el sistema a nivel estatal, toca el momento de su jubilación. Queda por saber si el resto de organizaciones que se denominan de izquierdas a nivel extraparlamentario, serán capaces de articular una respuesta frente a este estado imperialista o pugnarán entre ellas por recoger las migajas que les otorgue el sistema a cambio de asumir el discurso reformista.

En Hego Euskal Herria también se ha dado esa agrupación del voto en torno a las opciones nacionalistas españolas, con un PSOE crecido en la CAV, donde ha quitado protagonismo a un PNV víctima de sus propias reyertas cainitas. En la foral y católica Navarra, el PSOE, más que el PSN, ha recibido un generoso apoyo de un electorado que padece amnesia respecto de las promesas que incumplió el pasado verano aupando nuevamente a la derecha ultramontana al poder autonómico.

En estas elecciones marcadas por el estado de excepción que restringe las supuestas libertades democráticas que ofrece un estado burgués, hay que destacar que la izquierda independentista vasca ha mantenido, aunque con marcadas diferencias territoriales, su respaldo. Si bien es cierto que la opción de la abstención ofrece problemas a la hora de medir su apoyo, tanto por el efecto contrario que causa en los abstencionistas orgánicos, como el hecho de ser una cifra que fluctúa entre elecciones, no cabe duda que aún en las condiciones más difíciles, han sido capaces de congregar a su electorado en torno a su propuesta de abstención activa.

Por otro lado, la organización armada ETA, obtuvo un papel protagonista en la campaña al, presuntamente, terminar con la vida del ex concejal socialista de Arrasate. Su acción, en el día previo a la jornada de reflexión, condicionó el final de la campaña y posiblemente en parte, los resultados. Más allá de la propia lógica militar de demostrar que el estado no es el único que ejerce el monopolio de la violencia, la estrategia de ETA es lesiva para los intereses del pueblo vasco. Además de suscitar el rechazo por buena parte de nuestro pueblo, aleja la necesaria solidaridad tanto nacional como estatal ante la represión sufrida, y aísla, aún más, a la izquierda independentista del resto de la sociedad. Este tipo de acción logra presentar ante el pueblo a una, en general, mezquina clase política como auténticos mártires por la democracia. La violencia ejercida por ETA, tanto por su intensidad, como por sus objetivos, es más que asumible por un estado que se presenta legitimado ante sus súbditos para ejercer la represión ante cualquier proyecto que se salga del estrecho marco impuesto por la constitución postfranquista.

Ya han concluido sus elecciones, su denominada fiesta de la democracia, ahora tienen cuatro años más para ejercer su dictadura sobre el pueblo. A nosotros corresponde ahora recoger la verdadera voluntad popular que no se agota con la emisión de un voto, la de aunar apoyos tanto nacionales como externos que entiendan como básico el derecho de autodeterminación de los pueblos en general, y el vasco en particular.