Israel utiliza la declaración de parques nacionales en Jerusalén Este para hacerse con el control de terrenos palestinos y estrangular más el crecimiento de la población árabe, según denuncian varias organizaciones no gubernamentales israelíes. Pese a su apariencia de política verde y de respeto al medio ambiente, la declaración de parques nacionales puede ser […]
Pese a su apariencia de política verde y de respeto al medio ambiente, la declaración de parques nacionales puede ser un arma de doble filo en la parte oriental de Jerusalén, un territorio ocupado por Israel en el año 1967 y del que el Estado judío se apropió en 1980 con una anexión no reconocida por la llamada comunidad internacional.
«Es un hecho conocido que el Estado explota los procesos de planificación (urbana) para cumplir una agenda política centrada en la tenencia judía de la tierra», explica a Efe Sari Kronish, de la ONG Bimkom-Planificadores por los Derechos Humanos.
Según esta organización, las normas para preservación de la naturaleza y el paisaje también sirven «en muchos casos» a las autoridades para «incautar tierra y judaizar el territorio».
Es el caso de los parques nacionales declarados o en proceso de ser declarados en Jerusalén Este que ocupan, según Bimkom, «todos los espacios abiertos que quedan».
«Los palestinos no podrán hacer ni un nuevo barrio, no les quedará ningún espacio para crecer», asegura Kronish, para quien esa estrategia tiene como objeto final «obligar a esa población a irse» de lo que Israel considera la «capital eterna e indivisible del Estado judío».
La declaración de amplias zonas como parques nacionales tiene, además, importantes consecuencias legales, como que las autoridades no tengan la necesidad de expropiar las tierras y, por tanto, no deban pagar indemnización a sus propietarios, y que el lugar pase a ser gestionado por la Autoridad de Parques de Israel, lo que hace que la Alcaldía no se responsabilice de las necesidades de los residentes.
Confrontación peligrosa
La ONG Ir Amim está de acuerdo en que la designación de parques nacionales «incrementa el control israelí» y «restringe enormemente el desarrollo futuro de los palestinos designando las zonas reservadas para su crecimiento como zonas verdes», una política que, advierte, «amenaza con transformar un conflicto resoluble en una confrontación irresoluble y peligrosa».
Desde Ir Amim señalan que la planificación de esas zonas «busca crear una continuidad territorial entre los sitios históricos judíos y colonias estratégicas alrededor de Jerusalén», lo que dificultará que algún día esas áreas formen parte del futuro Estado independiente palestino.
Los parques nacionales existentes y planificados en la parte árabe de Jerusalén ocupan un total de 270 hectáreas, mientras que en la parte judía de la ciudad hay solo 124 hectáreas y, al contrario que en el Este, ninguno está en zonas céntricas y edificadas de la ciudad, sino que todos se ubican en las afueras», señala Bimkom.
En Jerusalén Este hay dos parques nacionales ya declarados, el que rodea las murallas de la Ciudad Vieja y el del Valle de Tzurim, un poco más al norte.
Otros dos están en «estado avanzado de planificación», el del Valle de los Reyes y el de las laderas del Monte Scopus, y tres más se encuentran en «estado inicial de planificación»: uno en el barrio de Sheij Yarrah, otro en Bab As-Sahrah y uno más en el Monte de los Olivos, además de una expansión del Valle de los Reyes.
El más grande de los parques ya planificados, con unas 75 hectáreas, es el de las Laderas del Monte Scopus, que dejará sin espacio para crecer a los barrios árabes de Issawiya y Al-Tur.
Sin justificación
Bimkom, Ir Amim y la ONG arqueológica israelí Emek Shaveh han presentado alegaciones contra la declaración de ese nuevo parque, al entender que no hay ningún elemento técnico que lo justifique y que supondrá asfixiar todavía más a una población que ya sufre una deficiente planificación y no dispone de aceras ni colegios suficientes.
«En el caso del Monte Scopus está claro que lo que se pretende es ahogar a Issawiya y Al-Tur. El área designada como parque es más amplia incluso que el área residencial y la justificación de preservar el paisaje no se sostiene, teniendo en cuenta que el parque estará atravesado por una carretera y las vistas incluyen un asentamiento y una base militar», argumenta Kronish.
«Si el Monte Scopus estuviera en Jerusalén Oeste, esa zona jamás sería declarada parque nacional», agrega esta arquitecta.
Yonatan Mizrahí, arqueólogo y director de Emek Shaveh, también cree que no hay allí «ningún resto arqueológico que justifique la protección de parque nacional. Hay algunas tumbas y algún edificio del siglo VIII pero, si se compara con otros barrios en Jerusalén, no solo no hay más, sino que incluso hay menos restos arqueológicos».
Preguntados por Efe, la Autoridad de Parques de Israel y la Alcaldía de Jerusalén no hicieron declaraciones sobre los motivos para el establecimiento de los nuevos parques nacionales ni respondieron a las acusaciones de estas organizaciones no gubernamentales.
Kronish advierte de que «se está coloreando el mapa de Jerusalén de verde y esto da buena impresión, pero es importante preguntarse qué es lo que hay detrás».
Fuente original: http://www.gara.net/