Hace solo unos años hablar de Palestina suscitaba esperanzas, compromisos, promesas en la arena internacional. Nunca ninguna acción de ningún gobierno del mundo fue determinante para su emancipación, pero sin embargo no estaban tan involucrados como ahora en el cinismo diplomático. La construcción de este desastre tiene sus mimbres esenciales en los discursos que llenan […]
Hace solo unos años hablar de Palestina suscitaba esperanzas, compromisos, promesas en la arena internacional. Nunca ninguna acción de ningún gobierno del mundo fue determinante para su emancipación, pero sin embargo no estaban tan involucrados como ahora en el cinismo diplomático. La construcción de este desastre tiene sus mimbres esenciales en los discursos que llenan los medios de comunicación. Discursos elaborados, directos y mentirosos que han justificado la barbarie hasta la saciedad que la llamada «Comunidad Internacional» ha asumido perdiendo la batalla contra la ética y la moral. El Derecho Internacional ha muerto en manos de Israel.
La tolerancia rancia que demuestra el mundo con Israel es la misma que se tuvo por la Sudáfrica del apartheid. Y solo el boicot y las sanciones promovidos por la ciudadanía moralmente comprometida supuso un paso adelante en el derrumbe de la iniquidad. Nelson Mandela recuerda a su gente que «Nuestra libertad no será completa sin la libertad de los Palestinos». Y de paso nos lo recuerda a todos, porque cuando se compromete el futuro de los pueblos, se compromete el de todos. Hoy ya no podemos más que esperar que los estados velen solo por sus propios intereses y su supervivencia y no por los derechos de los pueblos del mundo – incluidos los occidentales, claro -, complacidos por un discurso maniqueo que le facilita la política y le abre nuevos caminos para la represión, al difundir la imagen del «otro» como un individuo o una comunidad fracasada en sus intentos de desarrollo, brutal, incivilizados, fanáticos e intolerantes y que nos odia.
Israel, como estado de apartheid, necesita crearse y creerse sus mentiras para la supervivencia como una entidad racista y excluyente. Al igual que en el Sudáfrica del apartheid, muchos de sus discursos son similares, y se surten de las mismas fuentes. En Sudáfrica los afrikaners repetían que los negros querían echarles al mar. Este mismo argumento es repetido incesantemente por los gobiernos sionistas de Israel y ha calado en parte de la opinión pública, de hecho es de los argumentos más escuchados. El lenguaje, o los lenguajes utilizados por Israel, componen una especie de sinfonía que permite que haya una partitura para cada instrumento, una respuesta a cada pregunta, una mentira, la formulación errónea de una tautología, bases falsas sobre las que se construyen justificaciones. Curiosamente, y a falta de otras fuentes más científicas, tanto Israel como Sudáfrica – en su momento – han recurrido a la Biblia para expresar sus derechos a la tierra y garantizar su salvación y la «pureza» de sus crímenes. Diplomáticos, deportistas, científicos, militares, reciben lecciones para mentir y el resultado es un lenguaje prolijo en el que se mezcla el mesianismo con el victimismo; el elegido con el paria; la «democracia» contra la «barbarie» y el derecho a la defensa con la impunidad de la muerte. Muchos de sus elementos perviven a lo largo del tiempo de una forma sorpresiva, dado que hasta los más acérrimos herederos de la Revolución Francesa admiten, sin muchas dudas que haya «un pueblo elegido» y que éste tenga derecho a la tierra en Palestina. Sobre esta falsa aseveración se ha construido un fuerte victimismo. Otros elementos del lenguaje se elaboran a lo largo del tiempo, pues los sesenta y tantos años de ocupación no han pasado en vano, y así, de la negación de la existencia del pueblo palestino («una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra»), a la negación de sus derechos, a la deshumanización que permite que se ejerza sobre ellos cualquier tipo de abuso, al igual que en el África del Apartheid. La plasmación de este pensamiento sobre el terreno da, en ambos casos, bantustanes, muros, alambradas, cercas y cuidadosa segregación.
La base fundamental sobre la que se asienta este discurso es la necedad de creerse un pueblo elegido. Porque un pueblo que es elegido puede despreciar a los otros ya que tiene asumida su superioridad sin rubor y eso le garantiza la impunidad de sus actos. Si, además, al otro se le convierte en una bestia sin derechos, la impunidad alcanza niveles alarmantes. Las fuentes no nos dejan lugar a duda: Breaking the Silence[1] recoge el testimonio de un soldado que dice que: «lo más perturbador de todo [lo que vivimos en la ofensiva de Gaza] es este punto teológico, la demonización de la otra parte. Convierte al otro en una generalización ‘hijos de la oscuridad’, mientras que nosotros somos los hijos de la Luz».
Aunque la elaboración del discurso ha sido progresiva, hay un punto de inflexión en el momento en que Israel declara «entidad hostil» a la Franja de Gaza tomada por Hamas en el verano del 2007. Es entonces cuando la población, que hasta entonces era considerada por la legislación internacional humanitaria como «población protegida» pasa a ser «población enemiga», «Mientras que nos preparaban para la guerra, nadie dijo nada de las personas inocentes, pero si alguien hablaba era para decir que allí no había nadie inocente, que en Gaza todo el mundo es enemigo».[2]
Asa Kasher[3], el filósofo que da legitimidad a las acciones del ejército ha escrito reiteradamente sobre la proporcionalidad de los ataques israelíes, y teoriza sobre el urbanicidio y la deshumanización del otro al que le otorga la culpa por todo lo que le pasa: «En todo caso, si bien los daños colaterales son consecuencia de nuestras operaciones militares, en realidad son consecuencia del accionar violento de Hamas»[4] Ya que, según él, la población civil está secuestrada por Hamas. (Y no cita en ningún caso el cierre de la Franja de Gaza). La proporcionalidad, según este teórico, se mide, no por «causas – efectos» inmediatos, sino por lo que una persona asesinada pueda llegar a hacer si no se le asesina. Es una especie de proporcionalidad preventiva, se mata «en prevención de» y da igual que en dicha operación mueran 15 o 20 personas más, porque se han salvado las vidas de «miles de israelíes». Así, se pasa fácilmente de la realidad a la futurología, y de lo lógico a lo ilógico.
Otra constante en el discurso de Asa Kasher es el desprecio por la legislación Universal a la que califican reiteradamente de «obsoletas normas dadas para la guerra tradicional, no para las guerras actuales contra el terror»[5]. «Nosotros» – dicen – «estamos en el frente de batalla, y como tales, estamos legislando. En el futuro, las leyes que hagamos aquí servirán para otros estados»[6]. De esta manera, se erigen en legisladores universales, en protectores del mundo occidental. Ello tiene que ver, por supuesto, con el carácter colonialista del estado de Israel y de la necesidad de apropiación de todos sus bienes para «garantizar» su supervivencia futura: las aguas territoriales y marinas, las tierras fértiles, los negocios, los barrios de Jerusalén, el Valle del Jordán… Poniendo, por otra parte, todo tipo de muros y fronteras a la penetración de cualquier población extraña que pueda poner en peligro el carácter judío, y por tanto excluyente y racista, del estado de Israel, aunque sean sus genuinos habitantes.
Junto a los filósofos militares, generaciones de Rabinos han ido también elaborando un discurso racista basado en la superioridad del pueblo judío. Yitzhak Shapiro, del asentamiento de Yitzhar junto a Nablus[7], cumple el cometido de dar legitimidad religiosa a la muerte «de los gentiles». Así, para empezar deslegitima su presencia diciendo que es comparable la población palestina de hoy con los filisteos bíblicos, dado que ambos pueblos «son extranjeros y quieren apropiarse de una tierra que no es suya».[8] Shapiro ha presentado este manual que el diario israelí Maariv no ha dudado en calificar como «la guía completa para el asesinato de los no judíos». La tradición en la que se sitúa Shapiro es la misma que la del extremista Baruch Golstein, responsable de la masacre de Hebrón[9], y de otros muchos que justifican y han justificado la muerte y la violencia contra la población no judía basándose en textos religiosos.
El poder de los rabinos en la sociedad israelí y en el ejército es cada vez mayor. En un país que se define a sí mismo como judío[10], esta invasión progresiva de lo religioso se ve como normal y legítima. Hay que señalar que son los rabinos procedentes de las colonias los que tienen mayor ascendente e influencia en el ejército, por lo que su labor religiosa está teñida de ideología nacionalista y racista, permitiéndose en sus discursos establecer la legitimidad moral del asesinato del no judío, dado que es una amenaza para el estado de Israel. «Cualquier ciudadano de un estado que se oponga a nosotros, que apoya a los soldados o expresa satisfacción con sus acciones es considerado un perseguido y puede ser asesinado» y también «Cualquiera que debilite nuestro estado con palabras o acciones similares es considerado un perseguido». El asesinato de bebés es también un acto permitido pues «su presencia ayuda al asesino». Hay justificación para el asesinato de bebés si está claro que al crecer nos harán daño y ante tal situación se les puede hacer daño de forma deliberada, no sólo durante los combates con los adultos». Para Shapiro la venganza no es reprobable, sino necesaria. En uno de los asentamiento más violentos de la Cisjordania ocupada, este tipo de discursos no sólo no cae en vacío, sino que alimenta la violencia contra la población ocupada. Así, en la zona de Nablus, los enfrentamientos con la población palestina, especialmente los campesinos, son constantes y el papel del ejército israelí nimio. Queremos recordar que con el objeto de consagrar esta desigualdad, los colonos están bajo las leyes civiles del estado de Israel y los palestinos, bajo leyes militares,[11] que las colonias tienen grupos paramilitares y que la influencia de estos colonos es cada vez más profunda en toda la sociedad israelí. Por supuesto el ejército se ve cada vez más reforzado por jóvenes que vienen de los asentamientos y reproducen en el campo de batalla y en los check points las mismas conductas que en los asentamientos. Todo ello se erigen en elementos fundamentales del colonialismo y de la apropiación de los bienes palestinos.
La vergüenza de nuestro silencio
Israel es un estado colonialista que necesita expulsar a la población palestina y apropiarse de todos sus bienes. Muchos estados actúan o han actuado de forma semejante, aunque quizás menos visible, pues la capacidad de resistencia del pueblo palestino es enorme y, afortunadamente, encuentra eco en las organizaciones sociales de todo el mundo. La política de Estados Unidos en América Latina, Rusia en Asia Central, China en África, Francia en sus ex – colonias, etc., no difiere mucho de la de Israel. Y además, la oscura historia colonialista de Europa obliga al silencio a muchos de sus dirigentes, algunos con las manos manchadas de sangre en guerras coloniales. Robert Fisk cuenta en su libro «La gran guerra por la civilización; la conquista de Oriente Próximo» cómo Sharon, en visita de estado en París, dejó sin argumentos a Jacques Chirac, cuando, después de la ofensiva que destruyó el campo de refugiados de Jenin, le recordó que él había jugado un papel muy importante en la batalla de Argel y que obtuvo recompensas por sus muy meritorias represiones, a lo que Chirac, lógicamente, no supo ni pudo contestar y tuvo que aparcar sus críticas a la represión llevada a cabo en Cisjordania.
Esto es una muestra del talante «negociador» de Israel y de la capacidad de sus dirigentes para asumir las críticas del mundo. Israel ha asumido el papel de gendarme de Occidente en Oriente y tiene el beneplácito para ello. La justificación de las muertes de Gaza porque el número es insignificante en relación a los muertos en la guerra de Iraq, provoca hilaridad, y es otro ejemplo de cómo se defiende acusando a los demás. La recurrencia al argumento del antisemitismo es una prueba de cómo una conciencia culpable – la de la racista Europa – permite la ejecución de otro crimen, esta vez sobre la población palestina. Desde cualquier esfera se puede criticar al estado francés o italiano. Pero no se puede criticar a Israel. No hay que medir las palabras más que cuando se habla de Israel, porque si no las mides puede que seas un antisemita irredento, aunque no lo sepas. Israel obliga a cambiar las leyes de los estados para evitar que se juzgue a los militares por sus crímenes. Un cambio inconcebible para la gente libre, porque no es solo la cesión de la soberanía a otro estado, sino la cesión de autoridad moral, la pérdida de la libertad y de la independencia. Europa hace mucho que perdió la inocencia y solo defiende los derechos humanos en la medida que ello no colisiona con sus intereses económicos. No es ya que no defiendan los derechos de los pueblos de fuera de Europa, es que los derechos de los trabajadores europeos, de las mujeres europeas o de los menores europeos se recortan a pasos agigantados por imposición del capital. No digamos de los inmigrantes o de las minorías. De manera que el civismo ha dado paso al cinismo y en aras de un supuesto desarrollo, ahondamos en las diferencias y en el subdesarrollo de los demás, y les expoliamos de sus bienes.
El mundo se reordena en un nuevo colonialismo. Estamos en un proceso de apropiación de bienes que pasa por el control del petróleo y los productos energéticos, por el control del agua, de los minerales o de la tierra fértil, sin reparar en las necesidades de la población local. Este nuevo colonialismo universal es el que da legitimidad a Israel en su batalla por la expulsión final de la población palestina en un proceso que quiere ser descontextualizado de su propia historia. Expoliadores nosotros también, hemos perdido la capacidad de crítica, la independencia y la autoridad moral para criticar a otros estados. Habría que preguntar a los Saharauis si ellos se sienten contentos con nuestros gobiernos al cabo de tanto tiempo de abandono a su suerte y de nuestro sometimiento a los intereses económicos que nos vinculan a Marruecos.
Al cabo, es solo la voz de la gente libre y organizada la única capaz de hacer frente a los nuevos ejemplos de apartheid y a la exclusión calculada de muchos pueblos del mundo.
Notas
[1] http://www.shovrimshtika.org/
[2] Breaking the Silence, testimonios sobre la operación Cast Lead en Gaza.
[3] Algunos artículos sobre este profesor han salido varias veces publicados y su nombre es habitual en Internet. Aquí hacemos referencia al artículo publicado por Haaretz el 02/06/2009 «The philosopher who gave the IDF moral justification in Gaza». Artículo firmado por Amos Harel
[4] El diario alemán Die Zeit le hizo una entrevista a Asa Kasher que viene traducida al castellano en internet, pero que puede encontrarse enhttp://wwww.tau.ac.il/
[5] «The Geneva Conventions are based on hundred of years of tradition and they are appropiated for classic warfare»
[6] Israel no es el único país que incumple la Legislación Universal. Rusia en Chechenia, Estados Unidos en Iraq, China y en fin, un largo etcétera, lo hacen. Sin embargo no exhiben la arrogancia de Israel de creerse que están legislando para el futuro, abriendo camino a una nueva norma internacional basada en el castigo colectivo a la población civil y a la ausencia de derechos individuales y colectivos.
[7] Publicado por www.elmundo.es en referencia a el periódico israelí Maariv, el 10 de noviembre 2009. Javier Espinosa firma el artículo.
[8] Rabbi Aviner, que ejerce como tal en el Jerusalén Este ocupado. Publicado en Haaretz 26/01/2009
[9] El 25 de febrero de 1994, Baruch Goldstein entró en la mezquita de Hebron y asesinó a sangre fría a 29 palestinos, incluidos niños que estaban realizando la oración. Goldstein, médico de profesión, estuvo destinado en el frente del Líbano y varias veces se le tuvo que cambiar de destino porque se negaba a atender a los heridos «no judíos» aunque estuvieran sirviendo en el ejército. Si bien su actitud no es generalizable, sí que contó con mucho apoyo y justificaciones morales y religiosas. Fue considerado «mártir», «honorable» y en el asentamiento de Kiryat Arba, Hebrón, tiene un monumento a su memoria, y poco después de su muerte, Goren, rabino Jefe militar dijo que «en el futuro las masacres necesitarán de una autorización, pero no del poder político ilegal, sino de la comunidad religiosa» Ver: «Jewish Fundamentalism in Israel» de Norton Mezvinsky e Israel Shahak.
[10] Pakistán es otro país que nace para alojar a una confesión religiosa al crearse como secesión de una parte de la India. Sin embargo no se le deniega el pasaporte o la ciudadanía a ninguna persona en función de su religión.
[11] En una búsqueda rápida en internet aparecen noticias de los periódicos Jerusalem Post, Haaretz o The Guardian que informan de los ataques de los colonos ilegales a los campesinos palestinos: el 24 de julio de 2008; , 12 de junio, 24 septiembre, 27 de octubre, 29 de septiembre, 13 y 26 de noviembre de 2009. En enero de 2009 los colonos prendieron fuego a las tierras palestinas; y por ejemplo, un informe de OCHA del 25 de septiembre dice que los colonos arrancaron olivos de las tierras palestinas. Todas estas noticias se refieren a colonos de Yizhar
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