El pueblo palestino, expulsado de la mayor parte de su tierra, perseguido, pobre, aniquilado mil y una veces, destruidas sus ciudades y pueblos, masacrados sus hijos continuamente a manos de Israel, en Palestina y fuera de Palestina, a lo largo de 66 años, asesinado hasta el infinito con armas permitidas y no permitidas por la […]
El pueblo palestino, expulsado de la mayor parte de su tierra, perseguido, pobre, aniquilado mil y una veces, destruidas sus ciudades y pueblos, masacrados sus hijos continuamente a manos de Israel, en Palestina y fuera de Palestina, a lo largo de 66 años, asesinado hasta el infinito con armas permitidas y no permitidas por la legalidad internacional -armas sumamente sofisticadas y siempre «regaladas» a Israel por Gobiernos títeres del sionismo como Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y Alemania-, pueblo abandonado a su suerte o perseguido por la mayoría de los Gobiernos de sus hermanos árabes y musulmanes (el Egipto de Mubarak y de El Sisi lo asedia con ahínco mano a mano con Israel)…Este pueblo tan desamparado, ha sabido finalmente defenderse él sólo, gracias a su fe en sí mismo y en sus derechos inalienables y gracias a las pocas entidades y Gobiernos honestos que aun siguen existiendo en un mundo podrido por el peligrosísimo virus del sionismo, ideología criminal declarada racista por la ONU.
Sí, este aprendizaje de como enfrentarse eficazmente al ejército más poderoso de Oriente Próximo empezó a vislumbrarse en la agresión israelí contra Gaza en noviembre del 2012 cuando los cohetes palestinos empezaron a hacer mucho daño a un Israel engreído y todopoderoso, obligándolo entonces a pedir él mismo el alto el fuego.
El derrumbe del mito de la seguridad de Israel
El mundo asiste, en esta nueva agresión israelí a los palestinos en Gaza, al derrumbe estrepitoso del tan cacareado concepto de la Seguridad de Israel, vociferado machaconamente a lo largo de los años por unos líderes estadounidenses y europeos tan desalmados como cegados por el sionismo y esclavos de él, de su gran banca en Nueva York, de sus multinacionales y de las inmensas fortunas de una veintena de familias judeo-sionistas estadounidenses y europeas que manejan en la sombra el destino de las «potencias» occidentales, siempre a espaldas de sus pueblos, y utilizando para ellos esos Gobiernos, partidos políticos, medios de información, políticos y periodistas comprados al por mayor.
Por este surrealista concepto de la seguridad de Israel fue sacrificada a lo largo de décadas la seguridad de varios países árabes e islámicos y fueron sacrificados cientos de miles de vidas palestinas y árabes en los últimos 66 años, además de la destrucción masiva, detenciones y encarcelamientos de decenas de miles de palestinos, asesinatos «selectivos», construcción de más y más colonias en los territorios palestinos, usurpación de más y más terrenos palestinos, etc.
Sin embargo, esta seguridad israelí nunca existió en realidad si no fuera por unos regímenes árabes implantados desde un principio y «contratados» para proteger a Israel. Si no fuera por esto, ¿qué seguridad puede tener un Estado diminuto, artificial y criminal creado para el expansionismo y para el sometimiento de los pueblos árabes de Oriente Próximo al yugo del sionismo? Ninguna. La confirmación de esta respuesta la está dando Hamas desde el 2012 con sus ingeniosos métodos defensivos que están humillando a un Israel que incapaz de derrotar a los combatientes se dedica, como siempre lo hace, a aniquilar a niños, mujeres, ancianos y civiles en general, perpetrando toda clase de crímenes de guerra y de Lesa Humanidad.
Este derrumbe de la muy falsa seguridad de Israel, que ha quedado hecho añicos a mano de la Resistencia palestina, tiene su máxima expresión en la suspensión de numerosos vuelos con destino al aeropuerto de Ben Gurión- Tel Aviv, en el curso de la primera fase de esta agresión finalizada a mediados de agosto. De hecho, la resistencia palestina demostró su capacidad de cerrar el espacio aéreo israelí a la aviación civil, por primera vez desde 1948, lo que en sí significa una catástrofe para Israel, tanto en lo referente a la cuestión de la seguridad como por el tremendo golpe a la Economía israelí, especialmente al sector turístico considerado de capital importante para Israel.
Hamas y las demás facciones de la Resistencia en Gaza vienen despojando a Israel de su falso halo (falso como lo es todo lo relacionado con la imagen de Israel) de una superpotencia invencible ante la cual los palestinos y los árabes no tienen más remedio que rendirse a su voluntad.
Israel, Estado fantoche
En realidad, Israel no pasa de ser un Estado fantoche resultado de la suma de un ejército, un entramado de servicios secretos y un aparato propagandístico inmenso orientado especialmente a Occidente. Todos los demás componentes de la entidad israelí, como economía y sociedad, emanan de este doble aparato militar-mediático, giran alrededor de él y están al servicio de él, que es todo lo contrario a lo que ocurre al resto de los países del mundo.
Por esta razón, Israel está hueco por dentro, falto de consistencia social y económica, además de carecer de fondo estratégico geodemográfico. Su población, cómo expliqué en otros artículos extensos y documentados (arabehispano.net, rebelión.org, webislam.com, palestinadigital.com, etc.) lo único que ha venido a buscar en Palestina, estos judíos haraposos y hambrientos en su mayoría, es el dinero, el bienestar, la usurpación fácil de terrenos y propiedades ajenas arrebatándolas de mano de sus dueños palestinos. Esta población israelí está formada también de emigrantes en busca de la falsa creencia de superioridad dentro de un Estado genuinamente racista y segregacionista, mediante el sometimiento, la humillación, la persecución y -cuando le apetece a un israelí- la agresión y el asesinato, impunemente, de la población palestina, pero siempre sin que esa población israelí tenga sentimientos de arraigo o pertenencia al país donde perpetra sus desmanes. Se trata de una situación casi calcada de la que vivían hasta 1962 los colonos franceses y europeos en Argelia a lo largo de 132 años de colonialismo francés.
No olvidemos que una mayoría de israelíes tienen en el bolsillo el pasaporte de su país de origen, siempre dispuestos a salir huyendo a donde les esperan sus familiares y su sociedad, en cuanto ven que el conflicto armado con los palestinos les amenaza a ellos y a sus hijos. De hecho ya han huido definitivamente de Israel varios cientos de miles de israelíes a sus países de origen. Este retorno a los países de origen, o a otros países, se inició tras la guerra de julio del 2006 en la que el Movimiento chiita-libanés Hizbula sometió al norte de Israel a una lluvia de cohetes a lo largo de un mes. El estruendoso fracaso de la bárbara agresión israelí a la franja de Gaza, en diciembre 2008 y enero 2009, de la que Hamas y los demás componentes de la Resistencia palestina en Gaza salieron fortalecidos más que nunca, y la derrota israelí ante estos movimientos de la Resistencia en la agresión del 2012, no hicieron más que animar este movimiento de huida de los judíos de Israel.
Por otra parte, el lanzamiento de cientos de cohetes palestinos contra la inmensa mayoría de la geografía israelí está provocando un auténtico desmoronamiento social, de una sociedad que se creía inmune e intocable, lejos de toda clase de sufrimiento bélico que hasta ahora se limitaba a los palestinos y a los territorios de Cisjordania y Gaza.
Precisamente por este motivo, tanto el Gobierno como la implacable censura militar israelí (que conocemos muy bien todos los periodistas especializados en el conflicto israelo-palestino) imponen un apagón informativo total y minucioso sobre la información relacionada con los daños provocados por los cohetes palestinos, para evitar en lo posible el agravamiento de la alarma social israelí y por consiguiente el desmoronamiento social interno que puede desembocar en una auténtica estampida de la población israelí hacía el exterior. Nadie con dos dedos de frente se cree que un millar de cohetes palestinos de grandes dimensiones y de hasta 180 kilómetros de alcance, lanzados contra objetivos concretos en ciudades e instalaciones israelíes de todo tipo, no hayan provocado daño alguno y tan sólo 3 muertos entre los civiles. Lo que pasa es que una población israelí en su mayoría mercenaria y profundamente extranjera no se quedaría en el país de publicar los auténticos datos y cifras sobre los daños y víctimas de la contundente respuesta armada palestina a la bárbara agresión israelí.
El mencionado apagón informativo israelí es mucho más estricto ahora que en ningún otro momento en el pasado, debido precisamente a que la ola de huida de israelíes del país no hace más que incrementar desde el 2012, ya que la respuesta palestina al ataque israelí entonces hizo que un gran sector de la población israelí detectara que eso de la seguridad de Israel no pasaba de ser un mero cuento que hasta entonces había funcionado sólo gracias a algunos regímenes árabes que protegen a Israel. Ahora, ante la agresión israelí que está en marcha, estos regímenes árabes la aplauden o la apoyan en silencio, con la esperanza de acabar con la resistencia palestina formada por islamistas y comunistas, con la pretensión de que no quede voz resistente ninguna contra Israel en Oriente Próximo.
La máxima expresión de estos regímenes árabes protectores de Israel es el actual régimen egipcio, llegado al poder mediante un golpe de estado ideado desde un principio para la protección de Israel y la destrucción de la resistencia palestina en Gaza. El Mariscal egipcio Abdelfattah Al Sisi, que está sentado ahora en el sillón de la presidencia egipcia mediante las elecciones más falseadas de la historia, -tras derrocar al único presidente egipcio elegido por el pueblo en toda la historia del Egipto- y a la luz de sus actuaciones y crímenes hasta ahora, que no benefician salvo a Israel, no es más que un agente israelo-estadounidense cuya única misión es aterrorizar al pueblo egipcio – ya van varias masacres con más de 2.000 egipcios asesinados además de decenas de miles de encarcelados- y cerrar herméticamente la frontera con Gaza, para garantizar así la seguridad de Israel y asfixiar a la población de Gaza y a Hamas. En realidad, esta tercera agresión israelí a Gaza desde el 2008, no se inició el pasado 8 de julio sino el 3 de julio del 2013 con el golpe de Estado de Al Sisi.
Pero no sólo algunos regímenes árabes títeres de EEUU están por la labor de destruir la resistencia palestina contra Israel, sino que también algunas potencias occidentales encabezados por EEUU. Así estas potencias observan pasivas, inertes o complacientes -tan rehenes como son del sionismo- esta desmedida barbarie israelí en Gaza, iniciada el 8 de julio pasado, en la que más de 2.100 personas fueron asesinadas (civiles en su inmensa mayoría, incluidos unos 500 niños) y unos 10.000 civiles que quedaron heridos (muchos entre ellos quedaron mutilados, incluidos cientos de niños), casi la quinta parte de la población de la franja de Gaza ha quedado sin hogar por la destrucción de miles de viviendas por la aviación y artillería israelí, lo que quiere decir que estamos ante una de las más brutales agresiones registradas contra civiles desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pues, según cifras de la ONU, se trata de 380.000 personas cuyas viviendas han quedado destruidas en la primera parte de la agresión, de 27 días de duración. Todo esto transcurre en medio del aplauso o del silencio cómplice de un EEUU y de unos Gobiernos y medios de comunicación europeos faltos de libertad de decisión por su flagrante y vergonzoso sometimiento al sionismo.
Abrir los pasos fronterizos, el aeropuerto y el puerto
La decisión de la Resistencia palestina de no aceptar el alto el fuego hasta el levantamiento total, incondicional y definitivo del cierre de todos los pasos fronterizos de la franja de Gaza con Israel y Egipto, reabrir el aeropuerto y el puerto de Gaza, y extender hasta las 12 millas náuticas las aguas territoriales palestinas de Gaza, es una decisión correcta y muy justa, que ha sido apoyada por la Organización para la Liberación de Palestina y por la Autoridad Nacional Palestina, que al parecer empieza a recuperar la razón y a entender que la resistencia armada es el único camino posible para conseguir la independencia y no las negociaciones con Israel, que a los 21 años de haber empezado no han aportado nada al proyecto de un estado palestino independiente y soberano, sino que han convertido este proyecto en una utopía inalcanzable.
Nadie tiene derecho a encerrar al pueblo palestino de Gaza. ¿Con que derecho Israel y Egipto se arrogan la competencia de someter a casi 2 millones de palestinos a tan absurdo e injusto castigo? Si Israel mantiene este cierre, convirtiendo al pueblo de Gaza en rehenes suyos, la Resistencia palestina demostró ser capaz de convertir a toda la población israelí en rehenes suyos. Nada tienen que perder los palestinos que ya lo han perdido todo, excepto su orgullo y su dignidad.
Israel se pondrá de rodillas, y lo veremos todos, abriendo los pasos fronterizos con Gaza y obligando al régimen títere de Egipto a hacer lo mismo en Rafah.
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