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Entrevista con Haneen Zoabi, diputada palestina

«Israel ha aprobado 50 leyes de apartheid»

Fuentes: Investig'Action

–Trabajas en un lugar hostil para cualquier palestino, el knesset. ¿Cómo te sientes en él?  – Siento que estamos en un lugar rebosante de símbolos característicos del proyecto que nos expulsó, que dispersó a nuestro pueblo, y que hasta hoy nos sigue considerando enemigos. Se trata de símbolos que se construyeron sobre los escombros de […]

Trabajas en un lugar hostil para cualquier palestino, el knesset. ¿Cómo te sientes en él? 

– Siento que estamos en un lugar rebosante de símbolos característicos del proyecto que nos expulsó, que dispersó a nuestro pueblo, y que hasta hoy nos sigue considerando enemigos. Se trata de símbolos que se construyeron sobre los escombros de nuestra identidad, nuestra historia y nuestro pueblo: la bandera israelí, las fotos de Herzl, el candelero,… esos son los símbolos en el knesset. Además, el discurso oficial y las políticas y leyes aprobadas cada día te dan una clara idea de la situación. Te hacen sentir, con toda la intensidad posible, que te encuentras en un lugar donde se forjan decisiones que refuerzan un proyecto que te agrede continuamente, no se trata de algo que ocurrió hace 66 años.

(Con la Nakba) no rememoramos un acontecimiento. No es historia, ni pasado: nos encontramos en un país que aplica continuamente el proyecto que nos expulsó, que controla nuestra tierra, que la confisca, y que intenta llevar a cabo una limpieza étnica. Y es que dicho proyecto de limpieza étnica continúa hasta ahora. El parlamento Israelí (knesset) ha aprobado 50 leyes racistas, al más alto nivel legislativo (leyes básicas: Israel es un país sin constitución, ndt). Se trata de leyes que tienen como objetivo las tierras palestinas, que convierten a los palestinos en enemigos, que intentan expulsarlos y que tratan de cambiar las características de la tierra. Y es que mediante el renombramiento de ciudades, puentes, etc. Israel no pretende únicamente reescribir la historia, mientras nos prohíbe estudiar nuestra propia historia palestina en las escuelas, sino también reescribir la geografía.

-De hecho, la hemos escuchado decir que desde el año 2009 hasta la actualidad, se ha acentuado la cantidad de leyes racistas aprobadas en el knesset…

– Así es. Desde 2009, se propusieron más de 17 leyes racistas…

-… sólo en los últimos 5 años…

 -Correcto, tan sólo en estos últimos 5 años. Y de estas nuevas leyes, se han aprobado ya la mitad. Estamos hablando de leyes de apartheid. Por ejemplo, una ley que me impide conmemorar la Nakba y que multa a aquellas instituciones que la conmemoran; Además, hay leyes que te impiden vivir en tu propia tierra: por ejemplo, según la Ley de los «Comités de Aceptación» se nos impide a los árabes el vivir en el 70% de la tierra palestina, nuestras propias tierras confiscadas. Y luego está la ley de la lealtad: Israel te ataca, te considera inferior, y de forma absurda, te exige que manifiestes tu lealtad a un proyecto que te oprime. No puede haber nada más estúpido.

-El discurso político del sionismo asegura que los árabes de Israel viven muy bien. ¿Qué nos puedes decir al respecto?

– Israel no solo intenta ocupar, oprimir y robar, sino que además busca crear una legitimidad. Cualquier proyecto racista precisa de ello, e Israel siente que necesita legitimidad internacional, porque sabe que si salen a la luz sus crímenes (crímenes de guerra y contra la humanidad) y las políticas que lleva a cabo de forma clara y contundente, su lugar son los tribunales internacionales. Así que no sólo intenta no llegar a ser juzgada por dichos tribunales, sino que intenta conseguir aceptación. Israel quiere encontrar su espacio dentro del mundo. No pretende únicamente oprimir y asesinar, sino que además busca un espacio, y lo ha conseguido: no sólo está logrando ser un país aceptado en el mundo, sino que además sus relaciones comerciales, económicas, diplomáticas y académicas son muy sólidas, y no sólo con Europa: en los últimos 10 ó 15 años, Israel se ha dirigido a América Latina, Brasil, Turquía, la India, China,…

Israel intenta jugar sus cartas más fuertes para crearse un espacio que le sirva para cubrir sus crímenes. Estas cartas son: 1. Definirse como una democracia. 2. Decir que es una democracia que se defiende a sí misma (de hecho, justifica todos sus crímenes con el argumento del derecho a defenderse), y 3. Que se trata de una democracia en el contexto cultural europeo: Israel llega a la región (Oriente medio/próximo), y pretende excluirse del contexto regional árabe: no quiere pertenecer a dicha región.

A pesar de su intención de conquistar Palestina, no tiene ninguna intención ni de promover ni de crear ningún tipo de relación cultural, ni de integrarse en el mundo árabe. Israel proclama que está integrada al marco de los valores europeos, como la justicia, porque así consigue crear una fachada moral ante el mundo: necesita esta legitimidad. Se trata de una operación de fabricación de legitimidad. Hoy, la realidad es que Israel ha promulgado leyes de apartheid más salvajes que las que se promulgaron en Suráfrica. Israel ha llevado a cabo un proyecto de limpieza étnica, y consigue aprobar leyes racistas gracias con lo que ella llama «mayoría en el knesset». Se trata de una mayoría técnica, operativa, una mayoría racista dentro del knesset, que ha hecho que los palestinos pasaran de ser mayoría a ser minoría, y que, como minoría, no puedan evitar que Israel apruebe todas las leyes racistas que desee, ya sea con una mayoría más o menos amplia.

El mundo debe saber, porque no lo sabe, que hay 50 leyes racistas, que se me impide estudiar mi propia historia palestina en las escuelas, que los servicios secretos israelíes intervienen en el nombramiento de los profesores así como en el de los directores de las escuelas árabes, que más del 54% de los palestinos del 48 estamos bajo la línea de pobreza, a pesar de que tan sólo somos el 18% de la población total. Nos tocaría ser, como mínimo, como la minoría catalana, una minoría pudiente, una minoría que solicita su autodeterminación. En ese sentido guardamos una similitud, pero desde el punto de vista económico, la minoría catalana es la más rica. Así pues, los palestinos de Israel serían la minoría rica, si Israel no confiscara su tierra, que sería sin duda su capital más sólido. El 64% de los niños palestinos están bajo la línea de la pobreza, Israel ha destruido las ciudades palestinas, las instituciones palestinas, la economía palestina,… dentro de la Palestina del 48, se nos impide tanto el desarrollo de una economía propiamente palestina como también que nos integremos dentro de la economía israelí, siguiendo el dicho palestino que reza «ni tienes misericordia, ni dejas espacio para la misericordia de Dios». Así, han hecho de nosotros una minoría económicamente débil y aislada del mundo árabe.

Mi propia identidad está perseguida en Israel. Si digo en el knesset que soy palestina, me convierto en una terrorista. Intentan conseguir nuestra domesticación, como se domestica a los animales en las casas: Israel trata, mediante la ideología sionista, convertirnos en animales domesticados dentro del proyecto sionista, y por si eso fuera poco, quieren que encima manifestemos nuestra lealtad a Israel y nuestra admiración por su «democracia». Las herramientas que utilizan para ello son, en primer lugar, el compararnos con el mundo árabe. Desgraciadamente, las dictaduras del mundo árabe le hacen el juego a la estrategia de Israel de que consiga que la admiremos. Curiosamente, ahí Israel ya no quiere compararse con Europa: y es que si proclama que es una parte de la cultura europea, ¿por qué no se compara con la democracia en los países escandinavos, por ejemplo? Israel proclama que es parte de esas democracias, pero pretende compararnos a nosotros con las dictaduras. Yo quiero compararme con el judío, no con Europa ni con el mundo árabe. Quiero compararme con el israelí judío que llegó a mi tierra y se quedó a vivir. En Nazaret, quiero compararme con las personas que viven en la colonia de Natzeret Elit, edificada sobre mi tierra, cuya población es la mitad de la de Nazaret, pero que ocupa de 3 a 4 veces la superficie útil de mi ciudad.

En definitiva, estas proclamas tienen éxito de forma parcial por la comparación artificial con el mundo árabe, en un claro intento de lavado de mente. Y es que no únicamente nos impiden como palestinos estudiar nuestra propia historia: nos obligan a estudiar sobre el sionismo. Estudiamos la relación del pueblo judío con Israel, su relación con la diáspora, sobre el holocausto, pero se nos prohíbe estudiar la Nakba. Esta es también una herramienta que utilizan para acrecentar nuestra admiración por su «democracia» y potenciar nuestra lealtad a Israel. Incluso se les prohíbe a los mismos judíos en Israel el estudiar sobre la Nakba. La Nakba no es únicamente historia de Palestina, es también parte de la historia israelí: sin el judío israelí, no habría Nakba, y sin palestinos, tampoco…

-… se trata claramente de un punto muy negro en la historia de Israel…

– Lo es… pero de hecho, toda la historia de Israel es negra, no es que haya un punto negro dentro de una historia blanca. La historia de Israel es una historia negra. Se construyó como un proyecto sionista colonial, y sigue manteniendo esa característica colonizadora. Cuando lucho por mi identidad, mi historia y mi tierra, me llaman invasora, me retratan como una terrorista, convierten al invasor en indígena y al indígena en invasor.

-En mayo de 2009 formaste parte de la flotilla de la libertad, tras la cual fuiste sometida a un acoso político sin precedentes en el knesset. ¿Cambió tu vida el Mavi Marmara?

– Israel no pretende únicamente crear un país de la nada, sin ningún derecho, sino que también quiere fabricar palestinos a su medida, y meternos en una jaula. Cualquier palestino que sobrepasa los límites impuestos por Israel se convierte en enemigo. En el lenguaje y el discurso israelí hay una expresión muy conocida: «Árabe bueno» y «Árabe malo». El árabe bueno es el que se comporta de acuerdo a unas normas determinadas. Es un árabe que está integrado en un mal contexto cultural árabe, derrotista. Se conforma con lo que le han asignado y ya está. Por el contrario, cualquier palestino que osa desafiar los límites del juego político que Israel define pasa a convertirse en un objetivo.

De hecho, Israel no pretende castigar únicamente a Haneen: Israel planea de cara al futuro: pretende impedir que cualquier palestino fuerte se convierta en un modelo de lucha para las generaciones venideras. Israel no es tan estúpida como para tenerle miedo a Haneen. Lo que no quiere Israel es un modelo para la lucha, no quiere que otros creen modelos de «árabe fuerte», que no admiran para nada la «democracia» israelí, y que determinan por sí mismo las mecanismos de su lucha. Quiere impedir la existencia de dichos modelos. Israel no pretende que los palestinos que viven entre ellos estén conformes con todo, pero sí que al menos acepten las normas del juego político. No es necesario que estés o no conforme, que la admires o no. Si no admiras a Israel, al menos debes aceptar las normas de juego marcadas por Israel, y pasa lo mismo con el tema de las «negociaciones de paz» con los palestinos: tras la creación de la Autoridad Nacional palestina después de Oslo, se crearon unas normas de juego que se debían aceptar, porque el no hacerlo conllevaba un castigo. Así, Israel trata de alejar a otros de estos modelos. Yo pertenezco a un partido, llamado «Coalición Árabe Democrática». Este partido es, para Israel, un modelo no deseado. Pertenezco a este partido porque representa un tipo de lucha para los palestinos en el que nosotros mismos determinamos nuestros mecanismos de lucha.

Israel pretende que utilicemos los mecanismos de lucha que ella misma nos ha determinado: podemos manifestarnos, podemos votar, podemos escribir contra Israel, y hablar del país, cosa que luego aprovechan para compararlo con la falta de libertad de expresión crítica del mundo árabe. En este contexto, Israel trata de hacerse fuerte. Ahora bien, romper el bloqueo de Gaza es un tipo de lucha que Israel no acepta. El participar en la lucha contra el bloqueo es un desafío real a las políticas israelíes. Israel quiere considerarme un asunto interno israelí. Yo no soy palestina en la política israelí, y por tanto, no se me permite solidarizarme con mi pueblo. Ni en Cisjordania, ni en Gaza, ni en la diáspora, ni con los refugiados. Se me obliga a comportarme como israelí, es decir, a que hable únicamente de la ciudadanía, la igualdad en general, la igualdad en los presupuestos, la libertad de expresión,… hasta ahí, ningún problema.

Pero el romper las normas para luchar con tu pueblo como parte del mismo, creando una unidad de lucha para el pueblo palestino, eso es lo que Israel trata de castigar, especialmente teniendo en cuenta que soy una diputada en el parlamento. Lo que le dolió a Israel en mi caso es que yo tengo una plataforma desde la que puedo hablarle a mi pueblo. ¿Por qué dirigieron sus ataques especialmente contra mi? Yo era una de cinco: la delegación que participamos en el Mavi Marmara, en la Flotilla de la Libertad, estaba formada por 5 personas, y una de ellas era diputada en el parlamento, y por tanto, con una plataforma de expresión. Yo puedo hablar con los medios de comunicación, y con el mundo, y con mi pueblo desde esta plataforma, e Israel pretende usarnos como fachada de sus crímenes, exhibiendo ante el mundo que hay diputados como yo en su parlamento. Nosotros, en la Coalición, utilizamos las herramientas democráticas en el Knesset para luchar y para exponer las políticas sionistas israelíes. Eso es lo que Israel no desea.

-Manda un mensaje a todas las personas que están viendo esta entrevista. ¿Cómo les dirías que pueden ayudar a Palestina?

– En primer lugar, todo el mundo tiene un rol en la causa palestina. La causa palestina es consecuencia de un proyecto colonial, apoyado por grandes potencias, así como por las políticas norteamericanas, y consecuentemente, la causa palestina es un centro neurálgico mundial. Nadie puede mantenerse al margen. La mayoría de gobiernos del mundo apoya a Israel, y mantienen relaciones con dicho país en forma de acuerdos comerciales, de cooperación académica, en materia de seguridad, etc. y los gobiernos que firman acuerdos de este tipo son responsables de mi debilitación. Me debilitan mientras fortalecen a Israel. Yo soy más débil cuando vuestros gobiernos hacen uso de vuestros impuestos y vuestros votos para apoyar a Israel.

No hay acuerdos que estén al margen, o acuerdos únicamente comerciales, y no hay un solo país, o un solo gobierno que mantenga relaciones con el estado de Israel sin debilitar a la vez e irremediablemente al pueblo palestino, con la ayuda de las políticas sionistas. Cuando, desde el Knesset, digo en mis discursos que el mundo debe alzarse contra Israel por sus crímenes, salen por todos lados ministros y embajadores israelíes y se mofan, se ríen de mi y dicen: «Haneen, tranquilízate. Tenemos relaciones muy sólidas con el mundo, y el mundo nos apoya», y yo me rasgo por dentro, porque sé que dicen la verdad: Israel ha mejorado sus relaciones con la Unión Europea, con América Latina, la India, China, Turquía y Europa. Israel fue aceptada como miembro de la Unión Europea hace pocos lustros. Israel es recompensada, el mundo la premia, en vez de ser juzgada y de pagar por sus crímenes.

Con esta ayuda, Israel puede conmigo. Con esta ayuda, se le hace más fácil a Israel el matarme, el confiscar mi tierra, el extender las colonias, y que encima consiga la aceptación y la admiración del mundo. El mundo premia a Israel a costa mía. El mundo premia a Israel a expensas del sufrimiento del pueblo palestino, y yo hoy os quiero decir: vosotros no sois inocentes de nuestra muerte ni del sufrimiento del pueblo palestino. Sé que yo soy quien ha de cargar con mi lucha. Sé que los pueblos oprimidos tienen como primer deber el de luchar por sí mismos, y así es como luego merecen la ayuda de otros. Yo lucharé. El pueblo palestino luchará. Dejaremos estas negociaciones absurdas, que sólo sirvieron para darle un contexto cómodo a Israel para que expandiera los asentamientos, judaizara Jerusalén y el resto de Palestina, robara la tierra, el agua y los recursos naturales, que oprimiera a los palestinos y los encarcelara o los bloqueara. Pero necesito vuestra ayuda. No puedo luchar contra el mundo. No podemos luchar contra Israel y contra el mundo. Como mínimo, tenéis que ser portadores de la verdad, porque también están abusando de vosotros, de vuestros derechos, de vuestros impuestos, vuestra fuerza y de vuestra palabra cuando vuestros gobiernos apoyan o firman cualquier acuerdo con Israel.

 

Entrevista y traducción: Navil Mansour

Realización audiovisual: Manuel Atuan-Facuse

Fuente: http://www.michelcollon.info/Israel-ha-aprobado-50-leyes-de.html?lang=es