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Entrevista con el librero Palestino Munther Fahmi

«Israel hizo de mi un extranjero en la tierra donde nací, y ahora encima me quieren deportar»

Fuentes: El corresponsal de Medio Oriente y África

Aunque cuenta con el respaldo de personalidades de la talla de Amos Oz, David Grossman, Eric Hobsbawn, Kofi Annan y Richard Gere, entre muchos otros, el librero palestino Munther Fahmi corre el riesgo de ser deportado de su tierra natal -Jerusalén-. Las autoridades israelíes alegan aspectos legales que esconden, en realidad, su política de judeizar la ciudad santa.

JERUSALEM.- «Israel hizo de mi un extranjero en la tierra donde nací, y ahora encima me quieren deportar». Munther Fahmi no es ni terrorista ni político, ni siquiera milita en organizaciones de derechos humanos. Es simplemente el dueño de una de las más completas librerías en inglés en Jerusalém sobre el conflicto de Medio Oriente (un «oasis de sensatez en medio de tanto caos» como la describió el escritor israelí Amos Oz) pero cometió el «error» de haber nacido musulmán y palestino en una zona que Tele Aviv decreto unilateralmente que sería judía e israelí.

Tras la victoria de la guerra de los Seis Días de 1967, Israel ocupó Cisjordania, la Franja de Gaza y el Este de Jerusalém. De haber anexado estos territorios con sus habitantes palestinos, la población judía de Israel habría pasado a ser automáticamente una minoría. Pero aunque decidió mantener la ocupación militar de estas zonas hasta hoy, sin embargo sí absorbió el sector este de Jerusalém bajo el argumento de que siempre fue la «capital única e indivisible» del pueblo judío. Al igual que la gran mayoría de los palestinos de Jerusalém, Fahmi rechazó la ciudadanía israelí, «era reconocer la ocupación» dice, y fueron obligados a ser residentes permanentes en su propia ciudad.

Cuando las cosas comenzaron a ponerse pesadas en 1975 para un joven palestino de 21 años, Fahmi se fue a estudiar a los Estados Unidos, donde obtuvo el pasaporte al casarse con una estadounidense. Casi dos décadas después, cuando en 1993 decidió volver definitivamente a su ciudad «intoxicado por las esperanzas de los acuerdos de Oslo», descubrió el peso de una ley israelí que anulaba la residencia a todo palestino jerusolamitano que haya vivido más de siete años en el exterior. «Así, durante 20 años fui un ‘turista forzado’, pero como mi trabajo me obligaba a viajar mucho -cuenta Fahmi señalando los estantes coloridos de libros de su negocio en el antiguo edificio del siglo XIX de la American Colony- la vergonzante e impuesta visa de extranjero se renovaba casi sin notarlo».

Pero hace un año la cosa empeoró. «Sabemos lo que estás haciendo, tú no eres turista -dice Fahmi que lo increparon en el aeropuerto-. ¡Por supuesto que lo saben!, les dije, y me dijeron que hay una nueva ley israelí y que solo me otorgarían tres veces más la visa de turista». El librero apeló a la Corte Suprema israelí, pero fue rechazado bajo el argumento de que «la ley es la ley». Ante la desesperación de ser deportado, comenzó una campaña internacional y elevó su caso al Ministerio de Relaciones Exteriores junto con un petitorio firmado por más de 4.000 personas, entre ellos los escritores Amos Oz, David Grossman, Ian McEwan, los historiadores Eric Hobsbawn y Simon Sebag Montefiore, los políticos Tony Blair, Kofi Annan y Jimmy Carter y los actores Uma Thurman y Richard Gere, entre otros.

«Tras nueve meses no tuve aun respuesta. Tengo miedo de salir y de que no me dejen volver nunca más a mi ciudad, en donde ya nada es normal porque los israelíes la han hecho parte de sus colonias y donde mantienen una situación que todos los país reconocen como un hecho ilegal y que va en contra de las leyes internacionales».

Según las propias estadísticas israelíes, la suerte de Fahmi es tan solo un ejemplo de la realidad que viven 13 de los 260.000 palestinos que viven en el este de Jerusalém y a los cuales ya se les ha anulado su residencia.

«¿Hay acaso otro país en el mundo donde su propia población nativa sea tratada así? -se pregunta Fahmi en el lobby del Hotel de la American Colony, donde alguna vez estuvieron Lawrence de Arabia y Churchill, y en donde solían juntarse paradójicamente líderes judíos, cristianos y musulmanes para hablar de paz y futuro-. Esto es lo que Israel llama democracia».

La fuente:  Andrés Criscaut es periiodista en la sección en español de Radio France Internationale y colaborador de TV5Monde.