Traducido para Rebelión por LB
Israel es incapaz de encarar su pasado. El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha decidido esta semana ampliar de 50 a 70 años el tiempo en el que los archivos del Estado permanecerán clasificados. Israel es consciente de que tiene mucho que ocultar.
Haaretz informó esta semana (solamente en su edición en hebreo) que los primeros documentos en hacerse públicos no verán la luz hasta el año 2018 (1948+70). Muchos de los documentos que se custodian en el archivo son relevantes para la historia de los primeros veinte años de existencia del Estado judío, pues versan sobre la expulsión masiva del pueblo palestino, las masacres de Deir Yassin o Tantura, el conflicto de Suez de 1956, el proyecto nuclear israelí, etc. La revelación de estos documentos arrojaría luz sobre algunos hechos que podrían «derrumbar mitos y poner en situación embarazosa a numerosas entidades e individuos«, afirmó el periódico israelí. Supongo que el presidente Shimon Peres es uno de esos «numerosos individuos».
En mi último trabajo reflexioné sobre el hecho de que la historia es algo extraño a la religión, ideología y política judías. La historia judía e israelí se establecen como cuentos fantásticos. Hechos y documentos históricos son o bien arrumbados, o ocultados bajo la alfombra, o eliminados, o simplemente destruidos. Como todos sabemos, la búsqueda de la verdad está tipificada por israelíes y sionistas como antisemitismo o incluso como negación del Holocausto.
Al parecer, 50 años no han sido suficientes para que Israel metabolice su pecado original. La razón es simple: los crímenes que se entrelazan con la fundación del Estado judío nunca han sido resueltos. Millones de refugiados palestinos siguen esperando regresar a su tierra. Israel sigue funcionando en base a leyes racistas y supremacistas. El Estado judío nunca ha madurado hasta superar su mortífera filosofía de perpetua intimidación física. En consecuencia, el ejército israelí, el Mossad y los servicios de seguridad han presionado al Gobierno para que prolongue el período de clasificación de esos documentos que ya tienen 50 años. Y, oh sorpresa, Netanyahu les ha concedido la extensión solicitada.
Haaretz señaló que es un poco peculiar que Netanyahu, el hijo de Benzion Netanyahu, un historiador sionista, haya prestado su apoyo a un burdo intento de ocultar la investigación histórica y [obstaculizar] la búsqueda de la verdad. Yo me leí los trabajos de Benzion Netanyahu y realmente aprendí mucho de él. Benzion no era exactamente un historiador ordinario, era un historiador sionista (por contraposición a un historiador del sionismo). Su tarea consistió en brindar a la aspiración nacional judía un significado académico pseudo contextual. La decisión del primer ministro Netanyahu de ocultar los hechos por otros 20 años está en realidad en consonancia con la filosofía de su padre.
Si se revelara la verdad sobre los primeros días del Estado de Israel quedaría de manifiesto que el Estado judío fue una empresa asesina desde sus mismos inicios. Por mucho que los líderes sionistas e israelíes se comprometieran públicamente a conseguir que los judíos se convirtieran en personas «como el resto del mundo», a puerta cerrada ordenaban a su ejército y a sus servicios secretos que mataran como lo hacían sus imaginarios antepasados bíblicos.
Yo diría que desde una perspectiva histórica Israel puede seguir sentado sobre sus archivos secretos tanto tiempo como le plazca. En realidad no necesitamos los archivos israelíes para examinar el verdadero significado asesino del Estado judío y del proyecto nacional judío. Sin embargo, el hecho de que Israel insista en ocultar su pasado significa que a esa comunidad tribal le queda todavía una pizca de vergüenza y conciencia. Eso es realmente una señal positiva.
Fuente: http://www.gilad.co.uk/writings/gilad-atzmon-israel-cannot-handle-its-past.html?printerFriendly=true