Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Medio siglo de ocupación es tiempo suficiente para que estados poderosos como Alemania aprendan que la retórica sin acción simplemente refuerza la impunidad israelí.
La semana pasada, en la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la situación en el Medio Oriente, el embajador alemán Jürgen Schulz lanzó un comunicado -que podría confundirse con una fuerte advertencia- luego de la noticia de que el acuerdo de coalición entre el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y su rival Benny Gantz se había comprometido a avanzar con la anexión de Cisjordania a partir del 1 de julio.
«Recomendamos encarecidamente a cualquier Gobierno israelí que no anexe los territorios palestinos ocupados», dijo el embajador. «Esto constituiría una clara violación del derecho internacional y no solo tendría serias repercusiones negativas para la viabilidad de la solución de dos estados y todo el proceso de paz, sino también para la estabilidad regional y la posición de Israel dentro de la comunidad internacional».
¿Por qué no una advertencia lo suficientemente firme? En resumen porque este «consejo» no fue, ni ha sido nunca, respaldado por la acción. Si «una violación clara del derecho internacional» no tiene consecuencias y si los responsables nunca son responsables, ¿qué impacto tienen esas palabras?
Después de esta fanfarronada vacía Alemania reiteró su posición de que «las actividades colonialistas israelíes en los territorios palestinos ocupados son ilegales según el derecho internacional». Sin embargo dichas actividades colonialistas han continuado sin obstáculos durante más de medio siglo, tiempo suficiente para que Berlín se entere de que su «consejo», no importa cuán severamente sea pronunciado, no tiene influencia sobre Jerusalén.
Josep Borrell, el Alto Representante y vicepresidente de la Unión Europea, reconoció este punto cuando escribió en febrero que «los europeos deben tratar con el mundo tal como es, no como desean que sea», lo que a su vez requiere «volver a aprender el lenguaje del poder».
Seguramente Alemania, uno de los actores políticos centrales de Europa, podría ejercer tal poder si lo desease. Pero cuando se trata de defender los derechos de los palestinos Alemania se niega a abordar «el mundo tal como es». Israel lo sabe muy bien y, por lo tanto, puede pasar por alto fácilmente el consejo de Alemania y continuar alegremente con la opresión de todo un pueblo.
Los palestinos se enfrentan a las fuerzas de seguridad israelíes durante una protesta contra el plan de paz para el Oriente Medio de Donald Trump, en el valle del Jordán, en Cisjordania, el 25 de febrero de 2020. (Nasser Ishtayeh / Flash90)
La inacción en este frente es bastante sorprendente dado que Alemania demostró recientemente que podría desplegar su considerable peso si así lo deseara. Cuando los jueces de la sala previa al juicio de la Corte Penal Internacional invitaron a las partes a presentar sus opiniones sobre la jurisdicción de la corte en el Estado de Palestina, Alemania fue uno de los pocos estados en objetar la jurisdicción de la CPI.
Con sumisión Alemania se rindió para «seguir siendo un ferviente defensor de la lucha contra la impunidad». Y, sin embargo, Alemania decidió argumentar que la CPI no tiene «una base jurisdiccional sólida» porque el Estado de Palestina no es «soberano». No importa que este requisito no se encuentre en ninguna parte del Estatuto de Roma, ni la Fiscal Jefe Fatou Bensouda afirmó tal cosa. Los palestinos, obviamente, aún no han alcanzado la soberanía precisamente porque Israel ocupa sus tierras. Aun así, con su falta de controversia, Alemania insistió en oponerse a una investigación.
Si hubiera sido solo un asunto técnico de jurisdicción lo que detenía a Alemania, podría haber aprovechado su posición como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU para, al menos, intentar que el Consejo remitiera el caso de Palestina a la CPI, para así otorgar competencia a la Corte. Seguramente «un ferviente defensor de la lucha contra la impunidad» ejercería su poder para defender el derecho internacional. En cambio Alemania decidió simplemente decir, una vez más, que las colonias son ilegales y expresar, una vez más, su supuesto apoyo a la rendición de cuentas.
Ante las interminables violaciones israelíes Alemania mantiene su «lenguaje del poder» notablemente silenciado. Este idioma tiene muchos dialectos, de los cuales la CPI es solo uno, pero Alemania ha decidido no usar ninguno, excepto la retórica vacía. Mientras tanto Israel continúa desgarrando los fundamentos del derecho internacional ante los ojos del mundo, incluida Alemania. Reclamar sin cesar que algo está mal sin actuar para detenerlo no es un «consejo contundente», es complicidad.
Hagai El-Ad es el director ejecutivo de B’Tselem, el Centro de información israelí para los derechos humanos en los territorios ocupados.
Fuente: https://www.972mag.com/germany-israel-annexation-icc/
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