Traducido para Rebelión por Marwan Pérez
El reciente comportamiento de Israel ante una serie de cuestiones y acontecimientos muestra un Estado que vive una angustia existencial. Por ejemplo, fue claramente histérica la respuesta del gobierno israelí ante la movilización de unos pocos barcos cargados con ayuda humanitaria para la bloqueada Gaza, caricaturizando la respuesta de un Estado que reacciona con fobia a peligros y amenazas que en realidad no existen.
Los voluntarios a bordo de los buques eran personas de diferentes culturas y religiones que dejaron muy claro que su misión era entregar la necesaria ayuda humanitaria a la población de la Franja de Gaza, sitiada herméticamente por Israel desde hace cinco años consecutivos, y sin ofrecer razones convincentes para hacerlo.
Otro mensaje de estos valientes hombres y mujeres, que representan la verdadera conciencia de la humanidad, es poner de manifiesto la ilegitimidad absoluta, la ilegalidad y la inmoralidad del asedio criminal que condena a morir de hambre y estrangula a 1,8 millones de seres humanos cuyo único «delito» es su perdurable determinación de buscar la libertad de los nietos y bisnietos del holocausto.
No hay duda de que los líderes israelíes y los funcionarios saben todo esto muy bien. Sin embargo, esto no impidió que el deshonesto primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, afirmase que la flotilla de Gaza llevaba armas a Hamás, una afirmación que, obviamente, no contenía ni un ápice de verdad.
Otros mentirosos menos profesionales de la camarilla del gobierno israelí afirmaron que la flotilla llevaba grupos armados que planeaban invadir Israel, atacar a su armada y dañar a sus soldados. Pero tendríamos que dejar de pensar como humanos para llegar a creer que unos pocos cientos de activistas por la paz, muchos de ellos ancianos y mujeres mayores de 70 años, planeaban una campaña contra el poderoso ejército israelí.
Sin embargo, Israel no es un caso clásico de neuróticos y psicóticos. Israel sabe perfectamente y es consciente de que se trata de mentir al mundo y para el mundo.
Hace varios meses, Israel afirmó que estaba imponiendo un asedio tipo nazi en Gaza porque los habitantes de Gaza eran una «lluvia» de cohetes sobre las ciudades israelíes (en realidad estamos hablando de proyectiles casi inocuos que hacen muy poco daño). Ahora, la mentira está siendo sustituida por otra mentira, a saber, que Gaza pone en peligro la seguridad de Israel e incluso su propia existencia.
Pero, de nuevo, habría que ser extremadamente ingenuo para tragarse tales mentiras casi pornográficas. De hecho, uno siempre tiende a preguntarse cómo es posible que en un entorno de personas atormentadas, totalmente desnutridas y bombardeadas, muchas de ellas que ni siquiera pueden llevar comida a sus hijos, ¿realmente representan una amenaza real para un país con uno de los ejércitos más poderosos del mundo, una potencia nuclear, con 200 a 300 bombas y cabezas nucleares en su arsenal, y que cuenta con el presidente de Estados Unidos, los medios de comunicación y el Congreso, a su completa disposición?.
En los últimos días, las autoridades israelíes han declarado el estado de emergencia en el aeropuerto Ben Gurion, para detener a activistas internacionales pacifistas que manifiestan su solidaridad con el pueblo palestino.
Las autoridades israelíes cesaron pronto de llamar terroristas a los activistas, y muchos de ellos llegan de Estados que mantienen estrechas relaciones con Israel. De hecho, el tono utilizado por la mayor parte de los medios de comunicación israelíes, en referencia a estos activistas pacíficos era claramente convulsivos e histéricos, como si la llegada de una docena de activistas por la paz a la ocupada Palestina constituyese una amenaza mortal para el Estado de apartheid.
No hay que ser un gran analista psicológico para observar el patrón de conducta sintomático de que un país no tiene seguridad en su credibilidad moral. Esta falta absoluta de credibilidad moral se vio descaradamente hace un par de semanas, cuando el ejército israelí recibió la orden de disparar a matar a los refugiados palestinos que se manifestaban en la frontera norte de la ocupada Palestina. Y el resultado fue la muerte de varias personas inocentes que nunca supusieron un peligro real o una amenaza para Israel.
Sin embargo, Israel tiene un miedo mortal de perder su llamada legitimidad. Y constantemente trata de mantener esta «legitimidad» sea matando o mintiendo.
Como observador del conflicto en Palestina desde hace tantos años, realmente no veo que Israel (estoy hablando de Israel, y no del pueblo judío) tenga ninguna auténtica legitimidad, aparte de la legitimidad de los hechos consumados.
En el análisis final, Israel se basa en la limpieza étnica, el robo de la tierra y el terror organizado. Por lo tanto, Israel no puede tener ningún átomo de legitimidad moral, ni ahora ni dentro de cien años. El hecho de que los estados poderosos reconozcan a esta entidad odiosa y racista no significa mucho en términos morales.
Huelga decir que cuando un país carece de las credenciales morales, como Israel, obviamente, ese país se pone en un proceso de autodestrucción, y que llegará tarde o temprano. La fuerza militar y el poder económico podrían prolongar su vida útil basada en la opresión y la «ilegitimidad», pero su desaparición definitiva será el destino ineluctable de los estados ilegítimos.
Numerosos israelíes saben en lo profundo de sus corazones que están viviendo en una tierra que pertenece a otro pueblo, que residen en hogares cuyos propietarios reales fueron expulsados por el ejército terrorista de Israel llegado de las cuatro esquinas del globo.
Sin embargo, prefieren mantenerse en estado de hibernación moral perpetua y detestan cualquier pensamiento o a cualquier persona que pueda recordarles la inmensa opresión que han infligido a sus víctimas, al pueblo palestino.
En unas pocas décadas, el mundo probablemente experimentará profundos cambios históricos que serán ciertamente negativos para Israel y el sionismo. Algunos de los precursores de estos cambios ya están en ciernes, mientras que otros aún están por emerger.
El sionismo con toda seguridad, se enfrentará al momento agonizante de su muerte y extinción.
En cuanto a los palestinos, las víctimas del despojo, la limpieza étnica y la persecución sistemática, deben tener un vitalidad duradera, y que vaya más allá de la evaluación del día a día de los hechos.
Y su último objetivo no debe ser menos que tener el Estado completo y totalmente limpio.
Fuente: http://desertpeace.wordpress.
rCR