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Israel reprime internet en Palestina

Fuentes: Mondoweiss

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

Pancarta palestina en Ramallah durante una visita del presidente Obama pidiendo acceso a redes 3G, 2013. (Foto: Debbie Hill / USA Today)

La Comisión Federal de Comunicaciones de EE.UU. (FCC) anunció recientemente un plan para derogar las regulaciones gubernamentales que garantizan que los proveedores de servicios de Internet (ISP) traten todos los datos por igual. Este principio se conoce como «neutralidad de la red» y está destinado a evitar que los ISP bloqueen o desaceleren cierto contenido o que cobren tarifas adicionales para acceder a ellos.

Esta decisión ha provocado indignación entre muchos ciudadanos estadounidenses que temen que poner fin a la neutralidad de la red permita a los ISP limitar la inclusión de todas las voces en internet o, lo que es peor, suprimir ciertas opiniones políticas y la libertad de expresión. La FCC votará la propuesta el 14 de diciembre de 2017. A medida que se desarrolle este tema crítico en los Estados Unidos vale la pena analizar el caso de la libertad de internet para los palestinos que viven bajo la ocupación israelí en Cisjordania.

Publicado por las Naciones Unidas, el ICT Development Index clasifica los países según varios indicadores de tecnología de la información y la comunicación. En el año 2016, Palestina (Cisjordania y Gaza) ocupó el puesto 123 de 176. Israel, por otro lado, está muy por encima, en el puesto 23. Timor Oriental ocupa el 122, a pesar de que el PBI de Palestina es al menos el doble de grande y el palestino promedio ha completado el doble de años de escolaridad que la persona común de Timor Oriental.

Esta anomalía es un resultado directo de la ocupación y el control israelí de los palestinos y la gran brecha tecnológica es solo otro ejemplo de cómo Israel domina y restringe casi todos los aspectos de la vida palestina.

Este control total es más evidente cuando se analiza el acceso de los palestinos a los servicios de banda ancha móvil, específicamente a la tecnología celular «3G» (tercera generación), que es un requisito mínimo para la mayoría de las funciones de los teléfonos inteligentes. Sorprendentemente Palestina fue uno de los cuatro países (junto con Cuba, Comoras y Eritrea) que no tuvo acceso a la banda ancha móvil en 2016. Desde entonces Comoras ha desplegado servicios 3G y 4G en la pequeña nación isleña.

Los palestinos todavía están atrapados en la tecnología obsoleta 2G (introducida por primera vez en Finlandia en 1991) porque Israel mantiene el control total de las frecuencias de radio necesarias para operar redes celulares. Israel también restringe el desarrollo de la infraestructura palestina y la entrada del equipo necesario para tales proyectos. Durante años el equipo 3G está instalado en los almacenes a la espera de ser liberado por las autoridades israelíes.

Como señala un informe de 2015 de Al-Shabaka, esto viola las leyes y tratados internacionales de derechos humanos, así como los Acuerdos de Oslo que Israel aceptó y firmó. Específicamente Israel tiene la obligación de garantizar el bienestar de la población ocupada y permitir su desarrollo, que es ampliamente reconocido como un derecho humano. Además la tecnología de la información y las comunicaciones es una fuerza motriz tan importante para el desarrollo humano que también se define como un derecho humano.

Israel argumenta que su negativa a permitir que los palestinos empleen tecnología 3G (que ahora también está desactualizada) se basa estrictamente en cuestiones de seguridad. Debido a la antigüedad de la tecnología, las señales transmitidas en redes 2G son de hecho más fáciles de interceptar. Sin embargo, los investigadores han demostrado que incluso las redes 3G y 4G tienen vulnerabilidades que las hacen altamente propensas a la vigilancia. Teniendo en cuenta que Israel es ampliamente conocido como exportador de tecnologías sofisticadas, tal vez una de las más avanzadas del mundo, el argumento de la seguridad no se sostiene. Además todas las comunicaciones palestinas (ya sea desde Gaza o Cisjordania) de todos modos deben pasar por puntos de acceso en Israel, lo que significa que tiene un gran control sobre estas transmisiones.

En realidad la represión tecnológica de Israel contra los palestinos parece estar más basada en intereses económicos. Según un informe del Banco Mundial de 2016, operadores israelíes no autorizados controlan hasta el 30 por ciento del mercado celular en Cisjordania. Esto es posible porque las compañías israelíes brindan cobertura de 3G y 4G de alta calidad a los colonos, que también es más asequible, por lo que muchos consumidores palestinos han recurrido a la compra de tarjetas SIM israelíes.

El informe del Banco Mundial estima que el sector de las comunicaciones móviles palestino sufrió pérdidas de entre 436 y 1.200 millones de dólares debido a las restricciones israelíes de 2013 a 2015, la mayoría de las cuales es atribuible a la falta de servicios 3G. Durante el mismo período, la Autoridad Palestina perdió entre 70 y 184 millones de dólares en ingresos del Impuesto al Valor Agregado (IVA) que habría ganado si los palestinos no usaran los servicios israelíes. Esta es una razón por la que ahora es un delito que los palestinos posean o distribuyan tarjetas SIM israelíes, lo que ha resultado en un mercado negro.

En noviembre de 2015 Israel finalmente acordó permitir a las empresas palestinas operar redes 3G en Cisjordania, pero dos años después esto no se ha materializado.

Como era de esperar, la tardía decisión en 2015 de permitir servicios 3G en Palestina no se debe a la buena voluntad de Israel. A principios de ese año Israel otorgó a seis compañías los derechos para operar redes 4G en una banda de frecuencia dedicada. Si Israel hubiera permitidp a los palestinos operar 3G antes, habría habido mucha más congestión en la red y eso habría afectado negativamente la calidad del servicio celular israelí, lo que a su vez afectaría la rentabilidad.

Sin acceso a Internet móvil 3G, los palestinos no solo soportan pérdidas financieras, sino que también incurren en costos de pérdidas de oportunidad que resultan de la incapacidad de buscar la innovación tecnológica. Los desarrolladores palestinos han tenido que crear aplicaciones (o apps) «livianas» para asegurarse de que puedan trabajar en las redes móviles lentas. En algunos casos, esto no es suficiente. Por ejemplo, una aplicación palestina diseñada para mostrar las demoras del tráfico y otras condiciones resultantes de los puntos de control israelíes es esencialmente inútil mientras está en la carretera y los datos no se pueden mostrar en una red 2G.

Por supuesto que los palestinos desean que la neutralidad de la red sea su mayor meta cuando se trata de acceso a internet. En cambio se enfrentan a una severa represión de las redes que obstaculiza su desarrollo y los mantiene sometidos a Israel. Esto no solo es una violación del derecho internacional, sino que también va en contra de todas las normas de la decencia humana básica. Incluso si Israel permite la implementación de 3G en Palestina dentro el próximo año no hará ningún favor a los palestinos al otorgarles acceso a la tecnología que tiene más de 16 años. La ocupación israelí de Palestina debe terminar y los palestinos deben tener plena autonomía sobre sus comunicaciones y todos los demás aspectos de su economía, como tienen derecho todos los demás pueblos del mundo.

Mohamed Mohamed es el Director Ejecutivo del Fondo de Jerusalén para la Educación y el Desarrollo Comunitario en Washington D.C. Se graduó de la Universidad de Texas en Dallas, donde se especializó en Ciencias Políticas y completó su tesis sobre los apátridas y sus implicancias prácticas para los palestinos que viven en los campos de refugiados del Líbano. También obtuvo una maestría en Relaciones Internacionales y una maestría en Economía Política Internacional de la Universidad de Texas en Dallas.

Fuente: http://mondoweiss.net/2017/12/represses-internet-palestine/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.