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Israel: Una masacre anunciada

Fuentes:

Traducido para Rebelión por Carlos Sanchis

Era del todo esperada: tanto la masacre como las preguntas que ha planteado. Pero tras las preguntas fáciles prácticamente propuestas por si mismas, se ocultan cuestiones mucho más difíciles y sin respuesta.

El Servicio de Seguridad General (Shabak, antes conocido como Shin Bet) ha estado advirtiendo durante mucho tiempo que la «desconexión» de Gaza podía llevar a una erupción de terrorismo judío, con la intención de impedir la evacuación de los asentamientos. También perfiló tres posibles guiones: el asesinato del primero ministro, un ultraje contra las santas mezquitas en el Monte del Templo y una matanza de árabes.

Entre estas tres posibilidades, la matanza de árabes es la más fácil y la más eficaz. Incita a causar alborotos y obliga a la policía a mover fuerzas lejos de la arena de la desconexión y les impide así evacuar los asentamientos.

La acción asesina de Edén Nathan-Zadeh lo hace, de hecho, de acuerdo a este modelo. Él tomó un autobús a un pueblo árabe (Shefaram), mató a cuatro ciudadanos árabes israelíes y fue golpeado hasta morir por la muchedumbre enfurecida. La policía fue obligada a mover más de mil funcionarios del área de desconexión en el sur a Galilea en el norte, haciendo más fácil la infiltración en Gush Katif a los activistas de extrema derecha.

Las preguntas fáciles surgieron enseguida. ¿Si el Shin Bet sabía lo suficiente para advertir del peligro, por qué no aumentó su vigilancia a la extrema derecha de cuyos miembros se conocen la identidad y sus lugares predilectos? Después de todo, el asesino era del asentamiento de Tapuakh, el nido de serpientes de los militantes de Kach cuyo carácter asesino es notorio. El propio asesino fue arrestado varias veces en el transcurso de actividades de extrema derecha en el pasado. Y ¿ por qué no actuó el ejército, a pesar del hecho de que los comandantes del asesino sabían que él había desertado en protesta contra la desconexión y se había llevado su rifle con él? De hecho, su madre que previó lo que estaba viniendo, bombardeó al ejército solicitando que lo encontraran y que le quitarán el arma.

Éstas son las preguntas fáciles.

Pero hay otras preguntas cuyas respuestas son más complejas.

¿Por qué se permite a la gente de Kach andar con paso arrogante por ahí como los reyes del reino? El grupo Kach fue declarado una organización terrorista oficialmente y se proscribió hace unos 12 años. Esto significa que cualquiera que pertenece a él, lo apoya o lo ayuda con dinero o de cualquier otra manera, es considerado, legalmente, un terrorista. (Ésta precisamente es la ley bajo la cual el Jeque Ra’ed Salah, alcalde del pueblo árabe israelí de Um-al-Fahem, fue encarcelado durante dos años.)

Kach («Así» en hebreo) es, bajo cualquier norma, un grupo religioso-fascista. Defiende el asesinato de árabes, matanzas en venganza, la expulsión de todos los árabes de Israel y de Palestina y un régimen extremista anti-democrático. Mantiene el culto al líder su fundador, Meir Kahane que fue tiroteado por un árabe en los Estados Unidos y santifica Baruch Goldstein, el hombre que cometió el asesinato masivo de la mezquita de Hebrón.

Pero hasta ahora, durante años la gente de Kach ha estado recorriendo el país sin estorbo y han cometido innumerables ultrajes contra ciudadanos árabes israelíes y habitantes de los territorios Palestinos ocupados. De vez en cuando se arresta a uno de sus camorristas, sólo para ser liberado de nuevo después de unos días. Si se procesa siquiera a uno de ellos, el juicio se convierte en una farsa. En este juego del gato y el ratón, no está bastante claro quién hace de gato y quién de ratón.

Peor todavía: a lo largo de estos años, la gente de Kach ha sido tratada como estrellas de televisión. Lanzan al aire sus jactancias y sus mensajes de incitación y son frecuentemente entrevistados, siempre con subtítulos como «activista de Kach», » Activista Kahane Vive» o «Antiguo miembro del Kach». Aparecen en los entierros de las víctimas de ataques palestinos y en los juicios contra árabes, gritando » Muerte a los árabes». Usan abiertamente la televisión como un instrumento para reclutar a nuevos miembros y envenenar las mentes de futuros reclutas.

Es imposible viajar en Israel sin encontrarse con la cara de Meir Kahane en carteles y pintadas. Eslóganes como «Kahane tenía razón» y » Muerte a los árabes», con el emblema del puño amenazante, aparecen en muchas paredes a lo largo del país, sobre todo en Jerusalén, Hebrón y Kiryat Arba. Nadie se toma la molestia de quitarlos.

¿Cómo es este posible? Muy simple: como en ciertos países, como en la Alemania de los años veinte (la desgraciada «República de Weimar» ), la policía y los jueces tratan a los fascistas como » patriotas descarriados «, «buenos compañeros que van demasiado lejos», con más pena que enojo.

La simple verdad es que los órganos gubernamentales semi-secretos que han estado vigilando las actividades de los ilegales asentamientos durante décadas, usan a los miembros de Kach para sus propósitos. Sólo así puede uno explicarse la existencia abierta de los asentamientos de Kahanist uno de los cuales es la manzana podrida (Tapuakh quiere decir manzana).

Un poco más difícil de contestar es la pregunta relativa a los «judíos arrepentidos»: ¿por qué tantos de los terroristas judíos vienen de este grupo?

Ésta es una secta dentro de una secta que ha dado a luz algunos de los asesinos políticos judíos más peligrosos.

El campo religioso en Israel consiste en dos partes: El Haredim («temblando ante Dios»), quién continúa la tradición del Judaísmo Ortodoxo de la Diáspora, y el Sionismo Religioso que se desarrolló en este país. La gran mayoría de «Sionistas Religiosos» constituye, a todos los electos prácticos, una secta. Observan cierto pequeño parecido con el Judaísmo tradicional. Puede decirse que son una mutación del Judaísmo, hecha en Israel.

Los Haredim tienen una actitud muy ambivalente hacia el Estado de Israel. Cuando el Sionismo nació en Europa, casi todos los eminentes rabinos maldijeron a su fundador, Theodor Herzl, acusándolo de intentar suplantar la religión judía con el nacionalismo judío. El tema central del Sionismo, «la Reunión de los Destierros», era una herejía cardinal a los ojos de los ortodoxos. Hoy día los Haredim están bastante dispuestos a ordeñar el estado para sus propósitos, pero les prohíben a sus alumnos celebrar el Día de Independencia de Israel o respetar su bandera. Y mientras que muchos de sus adheridos han sido mordidos ahora por el bicho nacionalista, estaban visiblemente ausentes de las recientes grandes manifestaciones contra la desconexión. Sus rabinos les han prohibido que tomen parte.

El «Sionismo Religioso», en contradicción, ha desarrollado con los años en una secta mesiánica, más como los Defensores en el tiempo de la destrucción del Segundo Templo, hace unos 1935 años. Ellos tienen una línea directa a Dios, que les dice lo qué han de hacer. Ellos «traen la Redención» para presionar para que el Mesías venga temprano. Los asentamientos son su punta de lanza.

Los «Judíos Arrepentidos» son una secta aun más extrema. El judaísmo tradicional trata a los proselitistas con sospecha («los proselitistas son tan injuriosos para Israel como una costra», dice el Talmud) y su actitud hacia los judíos seglares que de repente se ponen píos no es muy diferente. La mayoría de los «rabinos arrepentidos» predican un nacionalismo, que no es de este mundo, un credo místico, extremo y desenfrenado que niega completamente el sistema democrático y llama por un «estado basado en la fe.»

Éste ha sido el terreno de cultivo para la mayoría de los terroristas judíos de los recientes años, para los miembros de varios «judíos undergrounds» y también del asesino Shefaram.

Y la pregunta es: ¿por qué se les permitió a estos rabinos, algunos de ellos los empleados gubernamentales, extender su venenoso mensaje, envenenar las mentes de la gente joven, incitar contra los responsables electos y minar el sistema democrático?

Otra importante cuestión se refiere a la conexión entre el asesino y los oponentes a la desconexión, y sobre todo a llamado Consejo de Yesha. (Yesha son las siglas hebreas de «Judea, Samaria y Gaza». El Consejo de Yesha es la dirección auto elegida de los colonos y está dirigiendo la actual lucha contra la retirada de Gaza.)

Cuando se le preguntó a uno de los líderes de Yesha por esto en una entrevista de la televisión, explotó con enojo. La misma pregunta es un insulto terrible, replicó, ofende su honor, criminalizándolos. ¿De verdad?

Ciertamente, los líderes de Yesha son muy sutiles. Saben que si sus seguidores hirieran a soldados o policías, Perderían apoyo público, cualquiera que sea que tengan. Predican la no-violencia en todos los medios de comunicación y en cada ocasión. Su eslogan principal es «Nosotros Te Amamos». Durante sus últimas dos grandes manifestaciones, tuvieron éxito guiando a su bandada. Pero cualquiera que viera sus manifestaciones en televisión vio a la gente de Kach ondeando los estandartes de Kahane. La presencia de Judíos Arrepentidos, fácilmente reconocible por su ropa y conducta, era muy notable. Los líderes de Yesha parecían no tener ninguna objeción a su presencia.

 También, los líderes de Yesha nunca se han distanciado de los mensajes de incitación expresados por los rabinos extremistas que maldicen al primer ministro, al gobierno y a la Knesset en un idioma que siembra la semilla del desastre en las mentes de sus seguidores. No pueden defender que están desprevenidos de las posibles consecuencias: el asesinato de Yitzhak Rabin es una advertencia que nadie puede ignorar.

Cuando los líderes de Yesha aparecían en televisión inmediatamente después de la masacre de Shefaram, expresaron con voz hueca la condena usual, pero en medio de la declaración volvieron a la disputa de la desconexión y culparon a Ariel Sharon de todos los crímenes.

La gente de Tapuakh afirma que el asesino no paró recientemente por su asentamiento, sino que se había trasladado a Gush Katif. En la carta que el asesino escribió a su comandante antes de desertar, declaraba que no fue preparado para tomar parte en la evacuación de los colonos de allí. Y lo más importante: el cronometraje de la propia atrocidad no deja ninguna duda que apuntaba contra la desconexión.

Ningún lavado verbal puede limpiar de responsabilidad al Consejo de Yesha por este acto y los actos que, ciertamente, seguirán. Cuanto más se demuestre que la campaña de » desobediencia civil» es un fracaso, la extrema derecha ( cada vez más extrema) recurrirá más a la violencia asesina.

¿Es un accidente que Yesha rime con Pesha, la palabra hebrea que significa crimen?