Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Un hombre pasa al lado de los carteles de la campaña electoral en Tel Aviv el 3 de abril de 2019. JACK GUEZ / AFP
En las elecciones del martes habrá un resultado seguro: alrededor de 100 miembros de la próxima Knesset serán partidarios del apartheid. Esto no tiene precedente en ninguna democracia. Cien de los 120 legisladores, un absoluto de mayorías absolutas que apoya el mantenimiento de la situación actual, que es el apartheid.
Con tal mayoría, será posible en la próxima Knesset declarar oficialmente a Israel como Estado de apartheid. Con tal apoyo al apartheid y considerando el tiempo que lleva la ocupación, ninguna propaganda podrá refutar la simple verdad: casi todos los israelíes quieren que el apartheid continúe. En el apogeo del descaro, lo llaman democracia, a pesar de que más de cuatro millones de personas que viven junto a ellos y bajo su control no tienen derecho a votar en las elecciones.
Por supuesto nadie está hablando de esto, pero en ningún otro régimen del mundo hay una comunidad viviendo al lado de otra donde los residentes de una, habitantes de un asentamiento en Cisjordania, tienen derecho a votar, mientras que los residentes de la otra, un pueblo palestino, no lo tiene. Esto es el apartheid en todo su esplendor, cuya existencia casi todos los ciudadanos judíos del país quieren continuar.
Un centenar de miembros de la Knesset serán elegidos a partir de listas denominadas de derecha, de izquierda o de centro, pero lo que tienen en común supera cualquier diferencia: ninguno tiene la intención de poner fin a la ocupación. El ala derecha lo dice con orgullo, mientras que el centro-izquierda recurre a ilusiones inútiles para ocultar la imagen, enumerando las propuestas para una «conferencia regional» o una «separación segura». La diferencia entre los dos grupos es insignificante. Al unísono, la derecha y la izquierda están cantando «diga sí al apartheid».
Como resultado, esta elección no es tan importante, lejos de ser crucial. Así que vamos a cortar la histeria y el patetismo sobre el resultado. Ni la guerra civil ni una grieta están a la vista. La gente está más unida que nunca, votando por el apartheid. Cualesquiera que sean los resultados del martes, el país del ocupante seguirá siendo el país del ocupante. Nada lo define mejor que todos los demás asuntos marginales, incluida la campaña del partido Zehut para legalizar la marihuana.
Así que no hay razón para contener el aliento sobre los resultados del martes. Las elecciones están perdidas de antemano. Para los judíos del país, será la confirmación, al nivel de democracia, del Estado de derecho, a la corrupción en la que viven, pero no hará nada para cambiar la esencia básica de Israel como país colonialista.
La extrema derecha quiere la anexión de Cisjordania, un paso que haría permanente ante la ley una situación que durante mucho tiempo ha sido permanente en la práctica. Tal paso presentaría una ventaja tentadora. Finalmente se caería la máscara de democracia de Israel y finalmente podría generar oposición tanto en el país como en el extranjero.
Pero ninguna persona de conciencia puede votar por la derecha fascista, que alberga a personas que abogan por la expulsión de los palestinos o la construcción de un Tercer Templo en el Monte del Templo, la destrucción de las mezquitas allí o quienes incluso sueñan con el exterminio. El supuestamente más moderado partido del Likud del primer ministro Benjamin Netanyahu solo desea mantener la situación actual, es decir, el apartheid no declarado.
El centro-izquierda busca involucrarse en el engaño, sin una palabra sobre el fin de la ocupación de Kahol Lavan ni del Laborismo, ni tampoco de levantar el bloqueo en la Franja de Gaza. El partido de Benny Gantz tiene planes ambiciosos para una conferencia regional, hacer historia y «profundizar el proceso de separación de los palestinos junto con mantener sin concesiones… la libertad de acción del ejército israelí en todas partes».
Ha pasado mucho tiempo desde que un documento de este tipo que blanquea la ocupación se había escrito en toda su desgracia. Y el Partido Laborista no se está quedando atrás. El paso más atrevido que está proponiendo es un referéndum sobre los campos de refugiados alrededor de Jerusalén, en el que, por supuesto, solo votaría Israel.
Y eso se suma a las desgastadas declaraciones sobre los bloques de asentamientos, Jerusalén, el Valle del Jordán y el cese de la construcción de asentamientos fuera de los bloques, lo que significa que la construcción de asentamientos continuará con toda su fuerza. «Caminos hacia la separación», lo llama este partido, el fundador de la empresa de asentamientos. Caminos hacia el engaño.
¿Paz? ¿Retirada? ¿Desmantelar los asentamientos? No hagas reír a los sionistas. No queda mucho, dos listas y media, marginales: Meretz y Hadash-Ta’al, que apoyan una solución de dos estados -el vacilante tren que ya ha dejado la estación- y la Lista Árabe Unificada Balad, que es la más cercana y aboga por una solución de un Estado, la única solución olvidada.
Vote apartheid.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mecionar al autor, a l traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.
Fuente: https://www.haaretz.com/opinion/.premium-israel-is-voting-apartheid-1.7089338